Kendall Roy estaba en la cima del mundo: en la temporada 1 de Succession rapeaba junto a los Beastie Boys, trataba de cerrar la adquisición de Vaulter y era el siguiente en la fila para sentarse el trono de Waystar Royco. El Kendall Roy que termina la serie es un no-vivo, alguien perfectamente roto: con la venta de Waystar perdió lo único que le daba sentido a su vida.
La tragedia de Kendall fue haber sido el hombre inminente, el Rey que Nunca Fue. Como si fuera un personaje de Kafka, su arco está marcado por la suspensión, el desvío, la postergación. La interrupción, el gran tema de Kafka, la interferencia que impide llegar a destino.
La tragedia de Kendall Roy en el final de Succession – Acto I
En el episodio 1 de Succession, Kendall (Jeremy Strong) sale de la oficina antes de cerrar el trato con Vaulter para ir a la fiesta de cumpleaños de su padre. Logan (Brian Cox) nunca lo olvidó, y por eso perdió su confianza. Tom Wambsgans fue el que entendió el juego corporativo correctamente y se convirtió en el nuevo CEO de Waystar en la clase de golpe maestro que Logan hubiera aprobado.
Tom (Matthew Macfadyen) tuvo la ventaja de saberse descartable, de no ser un Roy. No asistió al funeral para quedarse trabajando en ATN después de America Decides -Logan lo habría contratado en el acto por eso- y un catálogo continuo de obediencia, condescendencia y humillaciones personales lo llevaron a donde los derechos hereditarios no consiguieron llegar.
Él acepta no ser el socio de Lukas Matsson, sino su “esponja para el dolor”; acepta la traición a Shiv porque, entre otras razones, Matsson se la quiere coger. Tom termina en la foto junto al nuevo dueño de Waystar, todos vienen a besar su anillo. Con él a cargo, el puesto de CEO es un significante vacío -casi cualquier personaje secundario habría funcionado porque todos fueron gloriosamente horribles-, pero si eres Tom Wambsgans, esa es la victoria final.
Acto II – La Alianza
Por un momento, parecía que los hermanos Roy iban a formar una alianza incómoda que se mantendría unida el tiempo suficiente para cancelar el trato con GoJo y conservar el derecho de nacimiento de la familia, con esa tempestad emocional que fue para ellos ver el video de Logan cantando Green Grow the Rushes con Karl.
Pero lo que sigue son las escenas que restablecen el orden natural de la serie, las que colocan a los hermanos como verdugos de su pasado: “¡Soy el hijo mayor!” Kendall protesta, reducido a las lágrimas de un niño insoportable, demasiado tiempo subestimado y poco amado. Ser director ejecutivo es lo único que sabe hacer. “Podría morir” si la votación no sale como él quiere.
Aunque Shiv (Sarak Snook) se debate entre su hermano y su propia brújula moral retorcida, al presenciar la naturaleza animal de la ira de Kendall mientras desciende a una infantilidad primaria, hay una pequeña sensación de victoria engreída en sus ojos: ella sabe que controla el resultado y le puede quitar lo que su hermano más quería en el mundo.
En palabras de Strong: “Es devastador. Kendall voló muy cerca del sol, y casi llega allí. Y luego la caída es completa. ¿Recuerdas ese momento en Of Mice and Men, en el que ama a estos animales pero también tiene que lastimarlos? Él aplasta lo que ama. Esa escena en la sala de vidrio después de la votación, como actor, fue insoportable. Porque están justo ahí. Ellos tienen el poder de acabar con su vida en una oración.”
Esa oración es el comentario de Roman (Kieran Culkin) sobre los hijos de Kendall, sobre la legitimidad de su linaje. El fin del voto de Shiv. El fin de su derecho de nacimiento. El final de la dinastía Roy.
Acto III – Kendall y Logan
La relación entre Kendall y Logan fue el corazón de Succession: el hijo quiere seguir y mejorar los pasos de su padre, pero si bien su visión comercial puede ser más lúcida, no tiene ni la personalidad agresiva ni la sangre fría asesina del padre. Y Logan lo sabe: no tiene más que mirarlo fijo para controlarlo.
En la última escena de Succession 4×10, With Open Eyes (Con los Ojos Abiertos), Kendall camina por Battery Park en el extremo sur de Manhattan. Mientras se dirige hacia la baranda que bordea el río, parece que estar listo para tirarse. El único testigo es el antiguo guardaespaldas de su padre (Scott Nicholson). Su presencia es un recordatorio de Logan, de las ambiciones de Kendall de ser como él y, de manera más brutal, también es un recordatorio de su fracaso.
Durante el último podcast oficial de Succession, Strong reveló que se probaron direcciones diferentes para Kendall, con el personaje tratando de quitarse la vida:
“En una de las tomas, salté la barrera. Siempre, para mí, sentí que no había vuelta atrás. Miré estas olas, hacía tanto viento y frío. Había una pieza de metal resonando, era un sonido terrible y no podía soportarlo. Me puse de pie y caminé lentamente hacia la barrera y la salté. Y realmente no sabía lo que planeaban hacer. Colin me vio, corrió y me detuvo de hacerlo”.
Acto IV – Kendall Roy: El Rey que Nunca Fue
La tragedia de Kendall Roy es una tragedia griega invertida: si en la Antigüedad los personajes, conocedores de su destino, trataban de evitarlo y sus mismas acciones provocaban la tragedia, lo de Kendall es una profecía auto(in)cumplida: sus acciones hacen que su destino no se realice.
Por eso Succession es un clásico pasado a través del prisma post moderno: en Shakespeare, el ser interior funciona como agente moral y en la medida en que se valora o se desprecia la propia personalidad somos herederos de Falstaff y Hamlet. Ellos son libres artistas de sí mismos.
Los Roy -excepto Connor (Alan Ruck)- están configurados por su padre, son esclavos de una personalidad impuesta que solo quiere repetir. No pueden cambiar ese núcleo interno egocéntrico y quizás por eso, el final sea liberador: la sonrisa que le da a ese martini a Roman es aterradora porque tal vez es lo que siempre quiso; Shiv acepta su derrota después de provocar la de su hermano, su igual, su competidor; y ese Kendall vacío, con el sol que se apaga, tiene que inventarse a sí mismo por primera vez.
Su posición en el final de la serie es un déja vu de las consecuencias del voto de desconfianza contra Logan de la temporada 1, pero ahora ya no queda tierra firme donde pisar, un objeto en el que proyectar su compulsividad. Y probablemente no le queden relaciones personales salvables en su vida.
Strong se refirió al patrón repetitivo de Kendall en el final de Succession:
“Kendall ya ha estado allí tantas veces. Lo hemos visto perder tantas veces. Sabes, hay un episodio en la temporada 1 en que produce un golpe fallido en la sala de juntas de una manera casi idéntica a lo que sucede aquí. Salí de esa habitación aturdido, después de haber perdido el aliento. Dije: ‘Esto no puede ser eso. Esto tiene que ser diferente. Esto es peor’. De lo contrario, no hay crecimiento. Y creo que el sentimiento de Jesse [Armstrong, el showrunner de la serie] es: no hay progresión. La vida no es lineal de esa manera. Es cíclica. Y eso para mí es más trágico que cualquier otra cosa”.
Las 4 temporadas de Succession está disponible en HBO Max.