Oscar 2023: los mejores y la corrección política
La ceremonia de los Oscar es la farsa con la que la industria dice premiar a las películas, un eufemismo para lo que realmente son: la propaganda interminable con la que la Academia se premia a sí misma, revelándole al público cómo Hollywood hace del mundo un lugar mejor.
Pero para la Academia mundo y mejor son conceptos flexibles, determinados, que varían año a año: si Rusia invade un país, premia una película antibélica; si prevalece el toc de Estados Unidos de intervenir países en nombre de la libertad, la democracia y los Derechos Humanos, lo inclusivo pasa a ser sospechoso y el Otro una figura oscura y amenazante. Top Gun: Maverick se estrenó definitivamente el año equivocado.
Everything Everywhere at All Once (Todo en Todas Partes al Mismo Tiempo) es una buena película, no excelente. Está producida además por A24, el estudio que está salvando a Hollywood de su coma creativo y el autismo de franquicias, remakes y reboots. Un trip alucinado sobre la importancia de la tolerancia, la aceptación y la amabilidad.
El problema es la nomenclatura: Oscar a la Mejor…. Si el cine comenzó como un espectáculo de feria, en algún momento se consideró una forma de arte. Tár o The Banshees of Inisherin (Los Espíritus de la Isla) son películas, Everything es entretenimiento con mensaje. Es la diferencia entre buscar formas que hablen de la complejidad del mundo y de los seres humanos y formas que lo simplifiquen para encontrar una higiénica fórmula de la felicidad.
El mundo se convirtió en una comisaría virtual y las matemáticas en un arte popular: cuántos afroamericanos, mujeres, asiáticos, lisiados, latinos, gays hay por cada bit de cada película. La Academia se mimetizó con ese zeitgeist. El problema es que muchos no saben mirar. Cualquier cinéfilo lo sabe: no se ven afroamericanos, mujeres, asiáticos, etc. en una buena película: se ven personas. El factor humano es lo que sangra en la pantalla. La minoría a la que pertenecen puede ser el núcleo de la trama, pero es intrascendente con respecto a lo que los personajes dicen, piensan, sienten.
Elevar o condenar una película por la diversidad que propone es otra forma de discriminación, la manera de justificar la compulsión de sentirse ofendido.
Oscar 2023: Asia, mon amour
Everything Everywhere all at Once es la versión de una minoría a través del filtro de una parte de los Estados Unidos, la que no votó a Trump. Asia tiene uno de los cines más potentes, complejos y estéticamente logrados del mundo. ¿Acaso alguno de los canceladores seriales conoce a Wong Kar-wai, Park Chan-wook, Kyshoshi Kurosowa, Tsai Ming-liang, Nubuhiro Suwa, Apichatpong Weerasethakul? ¿O no reflejan lo que es ser discriminado por ser asiático sino lo que es ser asiático? ¿Sólo conocen Parasite y El Juego del Calamar?
Es la inclusión según Hollywood, transformada en inconsciente colectivo mundial, el soft power estadounidense en todo su potencial: su capacidad de colonizar la subjetividad. Con la ceremonia de ayer, Hollywood puso otra vez en escena su propio ritual masturbatorio, su manera de felicitarse por ser tan inclusivos, como otros años -más bien, la década post Torres Gemelas- se felicitaron por ser tan patrióticos, tan violentos, por estar eliminando del mundo la escoria musulmana.
El domingo, antes del cierre de la votación para los Oscar 2023, Michelle Yeoh publicó en Instagram una nota que decía que deberían darle el premio a ella, porque Cate Blanchett ya tenía dos. ¿No sería una especie de Oscar por Lástima? ¿Haber ganado dos Oscar previamente hacen que no merezca el premio a la Mejor Actriz 2023? Seguramente Yeoh se merezca cosas buenas como persona, pero aquí se trata del mejor trabajo del año, no de pertenecer a sectores de la sociedad históricamente discriminados.
Por supuesto, los méritos son debatibles. Lo de Blanchett es un monumento a la actuación que refleja un mundo interior que se va rompiendo por sus propias equivocaciones y su complejo de superioridad. El papel de Yeoh en Everything está hecho bajo el concepto de la película, un espejo deformante del mundo, con personajes saturados e hiperbólicos. La amamos, pero Mejor Actriz es otra cosa. También adoramos a la gran Jamie Lee Curtis, la final girl por excelencia, pero como interpretación se merecía más el Oscar 2023 por su trabajo en Halloween Ends.
Blanchett podría haber perdido, pero con actuaciones que estuvieran a su altura, como la de Ana de Armas en Blonde o Andrea Riseborough en To Leslie. Dos performances antológicas y desgarradoras sobre mujeres rotas al borde de su límite físico y mental. Lo de Ana de Armas es un via crucis emocional de una de las figuras pop más importantes de la historia; Riseborourg hace de una película muy indie un tour de force por los abismos de la razón como una madre alcohólica. Dos papeles de una exigencia corporal y mental extremas que retratan de manera única la lucha contra el mundo de Marilyn y de Leslie contra sí misma.
Por qué ganó Sin Novedad en el Frente en los Oscar 2023
No es sólo cine-memoria: Argentina, 1985 es una excelente película con pulso de thriller que captura la atmósfera saturada de una época, la amenaza fantasma de los militares que se traduce en un terror inconcreto que persiste en el país, y se materializa sobre la existencia del fiscal Julio Strassera, su familia y sus colaboradores. Ganadora del circuito de premios internacionales, incluido el Globo de Oro y a excepción del BAFTA británico, parecía una firme candidata.
La verdadera rival de la película de Santiago Mitre en los Oscar 2023 era la irlandesa The Quiet Girl, una maravilla cruel y tierna sobre el cuidado emocional visto a través de una niña desamada. All Quiet on the Western Front (Sin Novedad en el Frente) es un prodigio técnico con un mensaje contra la guerra en tiempos en que la guerra la hacen otros. Pero está lejos de ser una obra maestra, incluso a años luz de las mejores películas bélicas –Masacre, Ven y Mira, Paths of Glory, Apocalypse Now, The Red Thin Line, Roma, Ciudad Abierta, La Batalla de Argel, The Big Red One -.
El director Edward Berger estudió la escena inicial de Saving Private Ryan, la estiró por dos horas y le agregó un discurso que de alguna manera subliminal es contraria la forma en que Estados Unidos refleja sus conflictos, es decir, como una fábrica de héroes que pelean por un mundo más justo.
En Sin Novedad en el Frente, la guerra es el suicidio asistido y obligatorio de millones de jóvenes decretado en nombre del Káiser, de Dios y de la Patria. No hay épica, hay patetismo. No hay un combate de buenos contra malos sino una histeria homicida sin sentido.
Después de una fría recepción en el Festival de Toronto, Netflix cambió de estrategia -apostaba todo a ganar el Oscar 2023 como Mejor Película con Pinocho de Guillermo del Toro– aprovechando el clima antiruso mundial, para hacer una campaña masiva por la película. Lo que Hollywood premió no fue la calidad de su historia, sino que eligió una ficción y un documental –Navalny, sobre el preso político… ruso- que se complementan, no como un llamado a favor de la paz duradera entre las naciones, sino como una forma de hacer visible y condenable al enemigo. El problema no es la guerra -como debería ser- sino quién la hace.
Hollywood, los guardianes de la galaxia
No es de ahora que la industria se toma muy en serio su función social. El Congreso de Escritores de 1943 -en medio de la II Guerra Mundial- reunió a cientos de creadores en la Universidad de California. Darryl Zanuck -el mayor productor ejecutivo de la Twentieth Century Fox- dirigió el panel la Responsabilidad de la Industria: “Debemos usar el cine para abordar realísticamente las causas de las guerras e histerias, los levantamientos sociales, las recesiones, las hambrunas, las injusticias y barbarismos sufridos bajo el régimen que sea”. Le faltó decir: excepto el nuestro.
Cuatro años más tarde, derrotado el fascismo, Zanuck produjo La Cortina de Hierro y dio por iniciada la intervención pública de Hollywood en la Guerra Fría, al tiempo que los nombres más prominentes del Congreso eran añadidos a las listas negras o encarcelados por la indiscreción de sus creencias políticas.
La fábrica de sueños comenzó a fabricar realidad y mantuvo un rol activo hasta ahora, al vaivén de los caprichos geopolíticos globales. En los Oscar 2023, sin un enemigo directo, la ceremonia de ayer ratificó la barbarie incuestionable de Putin, al tiempo que dio una imagen celebratoria de la diversidad. En el camino, quedaron las películas, el talento, los mejores.
Cualquier discriminación es una injusticia, incluso la que tiene buenas intenciones.