Ella no quería ser la Reina de las Cenizas. No deseaba gobernar un reino de escombros y huesos. Sin embargo, entre sus intenciones y las realidad se abrió un abismo inmenso. Y fue en la toma final de la primera temporada de House of the Dragon que Rhaenyra Targaryen (Emma D’Arcy) llegó a una epifanía impresionante y brutal: Todo arde. Incluyendo las mejores intenciones.
El rey Viserys (Paddy Considine), en la búsqueda de un legado perdurable, sometió a su esposa a múltiples embarazos que terminaron en abortos y finalmente con su vida. Se resignó en nombrar a su única hija viva como sucesora, en un movimiento que trataba de evitar que su hermano tome el Trono de Hierro. A pesar de las dudas de su padre, Rhaenyra vio a todos los señores y príncipes de los Siete Reinos llegar a Desembarco del Rey y doblar la rodilla para jurarle lealtad. Pero cuanto más seguro estaba Viserys sobre el derecho de su hija a la corona, el poder suave del respeto y la deferencia parecían escaparse entre sus dedos.
Muchos de los nobles de Westeros dieron un suspiro de alivio cuando nació el hermano menor de Rhaenyra, Aegon; los cortesanos más diligentes de la Fortaleza Roja acudieron en masa al círculo de influencia que rodeaba a Alicent Hightower, la madre del pequeño Príncipe, mientras que Rhaenyra se encontraba semi exiliada en Rocadragón, separada de su padre y de su derecho de nacimiento. No obstante, intentó poner su deber, no solo como monarca y defensora del reino, si no como esposa y madre, por encima de sus propias ambiciones.
La relación entre Rhaenyra y Daemon en el final de House of the Dragon
Hacer que Rhaenyra se enfrente a las mayores traiciones de los dos últimos episodios de la temporada 1 con un enorme grado de fortaleza y moderación -incluso después de que la conmoción por las noticias la haga tener un aborto espontáneo-, fue una elección astuta del equipo creativo de House of the Dragon.
En el libro Fuego y Sangre, el narrador histórico que describe la Danza de Dragones, sugiere que después de ver a su hija nacer muerta, Rhaenyra comentó con amargura: ‘Me robaron la corona y asesinaron a mi hija, y ellos responderán por ello’. Y cuando recibió las condiciones de Aegon para mantener la paz, la Reina Negra pronunció con desprecio: ‘Dile a mi medio hermano que tendré mi trono, o tendré su cabeza’.
Si bien tales líneas están llenas de fuego y sangre, furia y rudeza, el texto está escrito por un maestre cuya disposición natural es inclinarse a favor de los Verdes. Él y muchos han descrito a Rhaenyra como una usurpadora por defender lo que era suyo por derecho. La cita parece sugerir una imprudencia que hundió a los Siete Reinos en la guerra. Pero la verdad, al menos en el canon del programa, es que ella era la que dudaba de tomar las armas y reducir Westeros a cenizas.
Incluso después del suplicio de tener un parto espantoso mientras su esposo, el príncipe Daemon (Matt Smith), preparaba todo para la guerra, Rhaenyra mantuvo la compostura. Ella aceptó los deberes de la corona como algo más que una gratificación personal. Esto hizo que lo que vino después sea aún más trágico.
Su cautela y su falta de iniciativa bélica la enfrentaron a Daemon. Una decisión amarga de la producción de exhibirla como víctima de violencia doméstica. En el material fuente, Daemon jamás tuvo una actitud violenta: Rhaenyra siempre fue la niña de sus ojos. Sin embargo, dado la historia que House of the Dragon ha contado sobre el Príncipe Canalla, este altercado no se siente fuera de lugar, en especial porque en el episodio 4 Daemon asesina a su primera esposa con una piedra.
La brecha que ahora separa a Daemon de Rhaenyra es motivada por lo mismo que en un principio los unió: la falta de consideración de Viserys y el deseo por el Trono en el que se sentaba. Daemon se obsesionó con la Princesa hasta el punto que su fantasma ensombreció su segundo matrimonio, relativamente feliz. Esta fijación surgió del hecho de que ella era la hija de Viserys, la descendencia de un hermano cuyo amor Daemon siempre anheló pero con el que nunca pudo contar por completo.
Rhaenyra fue amada sin condiciones por su padre, que se expresaba a través de grandes gestos, como hacer a Rhaenyra su heredera y contarle sobre la profecía del sueño de Aegon I, en la que un Targaryen unirá a los vivos contra los ejércitos del Invierno.
Daemon nunca respetó la abyecta debilidad de Viserys, culpándolo de su falta de acción enérgica cuando fue necesario, su afición a los libros y a las profecías, pero la razón por la que agarra del cuello a Rhaenyra es que se da cuenta de que Viserys nunca confió en él lo suficiente como para confiarle este secreto. Incluso cuando Daemon era el heredero de Viserys -antes de que por desprecio eligiera a Rhaenyra- , siempre lo consideró un outsider.
Cuando Rhaenyra dice que tiene que pensar en el bien del reino, significa algo más que arrojar agua fría sobre los juegos de guerra de Daemon: es un recordatorio de que Viserys la amaba más que a él. El acto instintivo de violencia de Daemon es triste. Él era la única persona en la que ella confiaba. El mismo día descubre que su antigua amiga Alicent la traicionó y que ya ha creado un relato que la representa como una villana a los ojos del reino; el mismo día en que ella y Daemon perdieron un hijo, el único hombre al que amó demostró ser indigno al poner la mano alrededor de su cuello.
La muerte de Lucerys traerá más violencia a House of the Dragon
En la historia oficial de la Danza de Dragones, la muerte del segundo hijo de la reina Rhaenyra, el pequeño Lucerys Velaryon, es un acto de asesinato calculado por parte de Aemond Targaryen, un tío que, según informan las páginas de Fuego y Sangre, amenazó su vida frente a decenas de testigos. Sin embargo, House of the Dragon se aparta de esta narrativa.
En el programa, el Príncipe Aemond (Ewan Mitchell) puede disfrutar jugando a la guerra mientras entrena con Ser Criston Cole (Fabien Frankel) en un patio, o pasearse tratando de intimidar gente al estilo Daemon. Pero no importa lo genial se vea ese ojo de zafiro: sigue siendo un adolescente torpe que creció con privilegios y que no sabe el nivel de desastre que corteja. Cuando sigue al joven Lucerys (Elliot Grihault) hacia la tormenta, busca intimidar al muchacho, incluso aterrorizarlo, pero no tiene la intención de matarlo.
El hecho de que Vhagar mate al niño confirma algo que el padre de Aemond, Viserys, le dijo una vez a Rhaenyra al comienzo de House of the Dragon: el control de los dragones por parte de los Targaryen es, en el mejor de los casos, ilusorio. Vhagar entiende la furia de Aemond y la aprovecha, tal vez haciendo lo que Aemond reprime, después de que Arrax lo ataca en defensa propia.
La suerte está echada incluso para el horror de Aemond. Dado que quienes hayan leído los libros de La Canción de Hielo y Fuego saben en qué clase de hombre se convierte y cómo continúa apoyándose en su personalidad intentando trazar paralelismos con su tío, se puede suponer que se guardará para sí mismo que la muerte de Lucerys fue un accidente. De cualquier manera, es de poca importancia para Rhaenyra Targaryen, quien puede recibir la noticia de una sola manera: la última y más siniestra traición.
Antes de que Lucerys muriera, la princesa consideró los términos de Ser Otto Hightower (Rhys Ifans) para salvar el reino. Lucerys fue enviado a Bastión de Tormentas para lograr el apoyo de la Casa Baratheon, pero Aemond (probablemente a pedido de Otto) ya había ofrecido la promesa más dulce: otorgar la mano de un príncipe Targaryen en matrimonio como pago. Hasta este punto, la guerra no tenía más muertos que algunos pocos miembros relevantes de la nobleza que fueron leales a Rhaenyra en la Fortaleza Roja el día que murió Viserys.
Si bien su luz era tenue, el poder de la diplomacia aún parpadeaba. Esa luz se apagó en el momento en que la boca de Vhagar envolvió al hijo de la Reina.
Qué pasó en el final de la temporada 1 de House of the Dragon
Una improvisación de Matt Smith hizo que Daemon entre lágrimas llevase a Rhaenyra a un lado para contarle en privado sobre la muerte de su hijo. Resultó ser una elección brillante, con la pareja reunida alrededor del fuego de una chimenea, mientras la Reina se enteraba que otro hijo le había sido arrebatado. Las llamas y los dragones que pueden crearlas son la fuente del poder de los Targaryen. También es una fuerza de destrucción absoluta. Sin embargo, al final de la hora, Rhaenyra no se encuentra en la oscuridad. No, está bañada por la luz de un fuego, consumida por una furia que pronto extenderá estas llamas por todos los Siete Reinos.
Es una escena tremenda para D’Arcy, que ha tenido que moverse constantemente entre las indulgencias miopes de Rhaenyra pensando que nadie se daría cuenta de que sus hijos no eran de sangre Velaryon o que podía evitar una guerra desde la seguridad de Rocadragón y sus cualidades más grandes. Pero lo que D’Arcy vendió por encima de todo es una compasión que falta en casi todos los demás personajes.
La vida de Rhaenyra es una paradoja. Se le confían los máximos privilegios, pero también hay un grado mínimo de deferencia o amor por parte de sus súbditos, ya que muy pocos hombres del reino la ven como una reina. Resulta que muchos la consideran un obstáculo a derribar. La mirada de D’Arcy lo dice todo al final de House of the Dragon. Ha sido usurpada, traicionada. Después de pensar en doblegarse ante los Hightower, han asesinado a su niño.
No puede haber paz ahora, ni esperanza de reconciliación de ninguna forma. La tragedia es que Rhaenyra no deseaba gobernar sobre cenizas y huesos. Pero ella es una Targaryen y, a veces, el orgullo de ser un dragón es todo lo que le resta. Los días de cautela y fortaleza han terminado. La venganza de Rhaenyra será brutal, rápida, y dejará el reino como los restos de Arrax: sumergiéndose en el abismo. El fuego reinará.
La segunda temporada de House of the Dragon comenzará a filmarse en 2023.