Con Hermana Muerte, Paco Plaza (REC, Verónica) confirma su estatus de director de culto de la escena del terror español. En medio de una oferta saturada de secuelas, precuelas, reboots y spin offs deslucidos e innecesarios, la película es un pequeño milagro de sofisticación visual y talento narrativo, que pone en escena las secuelas de la Guerra Civil Española (1936-1939) en clave de terror religioso.
Crítica Herman Muerte, de Paco Plaza con Aria Bedmar
En 2017, Verónica se convirtió en una de las películas de terror europeas mejor realizadas de la década. Allí, la envejecida hermana Narcisa (Consuelo Trujillo) fue un breve y fascinante pie de página, como la monja que había causado su propia ceguera. Ambientada en la década del ’40, Hermana Muerte es la precuela que se centra en su juventud, cuando elige unirse a la congregación de un convento de clausura como una manera escapar de los efectos alienantes de su fama local en Peroblasco, donde es conocida como la Niña Santa desde 1939 -10 años atrás- cuando tuvo una visión de la Virgen María.
Narcisa se hace monja por una continuidad lógica con su vida, pero está habitada por la duda. “Era solo una niña. Ni siquiera recuerdo si lo que vi fue un milagro u otra cosa”. Plaza subraya esta especie de inercia existencial en el resto de la comunidad religiosa, con largas tomas de la letanía interminable de las oraciones, que crea el entorno sin vida del monasterio, donde las monjas son autómatas y los únicos que luchan por expresar su individualidad son los fantasmas que guardan los secretos inconfesables del lugar.
Cómo Paco Plaza reinventa la estética del horror con Hermana Muerte de Netflix
Hermana Muerte llega a Netflix con la nueva scream queen modelo 2023: Aria Bedmar, talento en estado natural como la novicia atravesada de contradicciones personales, visiones psíquicas y perturbaciones fantasmales. Narcisa está en estado de suspensión entre lo Divino y el Mal. Es una joven-médium a la espera tomar sus votos, mientras todo a su alrededor fuerza los límites de la razón y el dibujo en la pared de su habitación va completando el juego del ahorcado. Un brazo, una pierna. Si escribe tu nombre, estás maldita.
Paco Plaza es un cineasta-artesano que evita los clichés narrativos del género –Hermana Muerte tiene una puesta en escena antitética a la de Michael Chavez en La Monja II-: el ritmo pausado nos sumerge de a poco en territorio gótico; no hay música ni jumpscares que sobren o manipulen al espectador; la relación de aspecto 4:3 -una tendencia del cine de autor de los últimos años (A Ghost Story, First Reformed, Son of Saul, American Honey, The Royal Hotel)- le permite a Plaza que la figura de Narcisa sature la pantalla, desprendiendo un sentimiento de claustrofobia y opresión en planos precisos y de un equilibrio matemático.
Hermana Muerte continúa la tradición de horror religioso codificada por Rosemary’s Baby (El Bebé de Rosemary, Roman Polanski, 1968) y The Exorcist (El Exorcista, William Friedkin, 1973) y que continúa con Saint Maud (Rose Glass, 2019). El ritmo está puesto en los cuerpos, en la liturgia católica y su terror inherente, esa clase de malestar específico que nace del abandono y el aislamiento, de la superstición y el fanatismo, de la razón y la locura.
Hermana Muerte está disponible en Netflix.
HERMANA MUERTE
Dirección: Paco Plaza Guion: Jorge Guerricaechevarría, Paco Plaza Fotografía: Daniel Fernández Abelló País: España Año: 2023 Duración: 89 min. Con Aria Bedmar, Maru Valdivielso, Luisa Merelas, Almudena Amor, Chelo Vivares, Consuelo Trujillo, Olimpia Roch, Sara Roch.