Feud: Capote vs. The Swans | Amor y traición en la nueva serie de Star+
De chico quería ser chica. No se lo dijo a nadie hasta más tarde, cuando ya era el gay más famoso de Estados Unidos. No era una cuestión de sexualidad, sino de coherencia: su aspecto andrógino y la afectación de sus gestos lo hacían demasiado extraño, demasiado diferente a los demás hombres.
No era difícil ser raro a fines de los 20’s en Alabama, donde se crió con sus tías, pero incluso en ese paraíso freak de la Nueva York de posguerra resultó una extravagancia: metro y medio de estatura, rubio como la Hayworth cuando estaba rubia, voz inclasificable, afeminado profesional y una inteligencia dotada de maldad lo hacían lo suficientemente llamativo como para despertar el interés y el amor de mujeres lo suficientemente aburridas: las ricas de Park Avenue, sus cisnes.
A Truman Capote no le interesaba tanto el dinero como quienes lo tenían. Para él, sin clase no se es nada. Ser clase media es peor que ser pobre. Ese fetichismo por las clases altas la heredó de su madre, Lillie, que no concebía una vida digna si no era con vista al Central Park. Para Capote, rodearse de la clase social que había despreciado a su madre era una especie de venganza y reivindicación filial, una relación marcada por la fascinación y el resentimiento, el amor y la traición.
Feud: Capote vs. The Swans, pone en escena la hoguera de las vanidades que significó la publicación en la revista Esquire de La Côte Basque, una ficción venenosa llena de infidelidades, chismes, resentimientos, escatología y hasta un asesinato impune: los secretos más sucios de la alta sociedad de Nueva York, de la que el escritor era amigo y confidente. El escándalo rompió el simulacro de elegancia y respetabilidad que daba forma a la cultura celebrity desde los años 50’s y provocó una reacción en cadena que expulsó a Capote del paraíso artificial de los ricos y famosos de Park Avenue.
Truman Capote y la venganza del proletario
Dirigida por uno de los mejores exponentes del cine new queer, Gus Van Sant (Mi Idaho Privado, Milk, Elephant, Last Days), y basada en el libro de Laurence Leamer de 2021, Las Mujeres de Capote, Feud: Capote vs. The Swans es un teatro de la crueldad glamoroso y superficial, ocho episodios exquisitos de una decadente atmósfera color champagne (Louis Roederer Cristal, por supuesto) que explora el antes, el durante y el después de la pelea que marcó la vida de todos los involucrados: Capote entró en una espiral de autodestrucción hecha de pastillas y alcohol; los cisnes vieron cómo su imperio de lujo y ostentación entraba en domino público.
En Feud: Capote vs. The Swans, Tom Hollander interpreta a Truman Capote como una persona emocionalmente dañada, que se identifica completamente con los melodramas de esas mujeres etéreas, célebres nulidades cuya compleja superficialidad dictaba los gustos y la moda de Estados Unidos desde hacía más de dos décadas. Esos cisnes formaban parte de la falsa realeza del país – capitalista y mediática-, pero que compartía ciertos códigos de cualquier corte del siglo XIX: matrimonios arreglados con apellidos prominentes, maridos millonarios, poderosos e infieles, pasiones domesticadas en ese eterno simulacro de apariencias.
Babe Paley (Noemi Watts) es la cisne preferida de Capote. Son almas gemelas. Tienen esa clase de vínculo que une a las personas acostumbradas a interpretar a un personaje social, pero que pueden ser ellos mismos cuando están cerca del otro. Durante 20 años, Babe fue su universidad: le enseñó el gusto y el estilo de la aristocracia, le contó cómo su marido cogía con cualquiera menos con ella, le reveló las vulgaridades que solo una dama puede permitirse.
Los cisnes y la alta suciedad de Nueva York en Feud: Capote vs. The Swans
Feud: Capote vs. The Swans profundiza esa relación, que se rompe en 1975 cuando Capote, en La Côte Basque, expone una serie continua de detalles maliciosos y conversaciones privadas que había obtenido de los cisnes, convertidas en personajes apenas disimulados en la ficción. El punto más problemático fue la revelación de una de las infidelidades del marido de Babe, Bill Paley (el fallecido Treat Williams, en el último papel de su vida), quien termina “como una lavandera española” fregando las sábanas para limpiar una mancha de sangre menstrual “del tamaño de Brasil” que dejó solemnemente la esposa del gobernador de Nueva York.
Feud: Capote vs. The Swans muestra cómo prevalece el instinto de grupo, y el plantel de cisnes – Slim Keith (Diane Lane), su igual intelectual y experta en Hollywood (fue la primera esposa de Howard Hawks y tuvo relaciones con Jimmy Stewart y Clark Gable)-; CZ Guest (Chloë Sevigny), maestra jardinera y una devota del escrito y Lee Radziwill (Calista Flockhart), el cisne más brillante de la manada, una confidente que le compartía sus inseguridades, principalmente sus celos por estar a la sombra de su hermana mayor, Jacqueline Kennedy Onassis– emprende su venganza sado justiciera: una indiferencia cargada de rencor, el exilio del sector VIP de la sociedad.
Feud (Pelea), implica cierto nivel de trivialidad, pero el guionista Jon Robin Baitz y Van Sant construyen un rico conjunto de personajes, encuentran humanidad debajo de las brillantes capas de desencanto y decadente glamour. Watts y Hollander están antológicos: crean una amistad llena de miradas cómplices y lealtad supuesta, antes de convertirse en dos almas a la deriva sin su otra mitad. Watts es pura frivolidad y despecho, pero logra equilibrar un retrato sensible de Babe Paley: una mujer que oculta sus miedos en la perfección de los objetos, que es despojada de su amigo, lo único que pensaba que era real en su mundo materialista.
En la temporada 2 de Feud, se cruzan vida y arte
El Capote de Hollander se mueve entre dos estados: el extravagante duende maldito y el artista torturado, con una batería de gestos que reproducen el coeficiente de rareza del escritor y esa frágil tristeza que sus ojos no podían ocultar. Incluso en sus momentos más patéticos, este Capote es cálido y hechizante: el tipo de amistad que hace que la decisión del escritor sea difícil de perdonar.
Sin embargo, los cisnes ya sabían cómo Capote usaba su vida como fuente de su ficción. Algo peor: cómo manipuló a los asesinos de la familia Cuttler para escribir su obra maestra A Sangre Fría. Además, desde 1958 estaba obsesionado con escribir el equivalente del siglo XX a lo que fue En Busca del Tiempo Perdido de Marcel Proust en su descripción de la decadente nobleza europea del siglo XIX. Plegarias Atendidas sería una radiografía de esos reyes y reinas sin corona de la alta sociedad de Nueva York.
Es curioso: después de la publicación de Desayuno en Tiffany’s -y, sobre todo, después de la adaptación al cine protagonizada por Audrey Hepburn-, cualquier mujer que se había cruzado por la vida de Capote se declaraba musa inspiradora de Holly Golightly. La Côte Basque -un capítulo de Plegarias Atendidas, la novela que Capote nunca llegó a terminar debido a sus excesos- no sólo significó el rechazo de sus amistades, sino la fase terminal de su carrera.
Feud: Capote vs. The Swans -la segunda entrega de la serie de antología de Ryan Murphy, después de que Joan Crawford y Bette Davis se sacaran las plumas en la temporada 1- es un romance trágico, cortado por los bordes afilados de la traición. Pero también es una historia de personas muy blancas y privilegiadas y lo que sucede cuando invaden su perfecta privacidad. Como observa Capote en la serie, “hay un racismo sutil debajo de la superficie del agua en la que nadan. Nunca es manifiesto el racismo o el clasicismo. Es sutil, pero pretende transmitir una cosa: soy una mujer blanca, rica y privilegiada, y soy mejor que tú”.
Lo único que puede destruir a un escritor fuerte y con talento es él mismo. Feud: Capote vs. The Swans demuestra que, además, no deja nada en pie a su alrededor.
Feud: Capote vs. The Swans está disponible en Star+.