La inteligencia solo alcanza plenitud al comprometerse con la emoción. El episodio final de Shōgun es un reflejo de lo que fue la serie: una mezcla de belleza e intimidad atravesada por una violencia silenciosa, casi poética. Los creadores de la serie, Rachel Kondo y Justin Marks siempre jugaron con las expectativas del público: desde el episodio 6, Cielo Carmesí prometía una guerra total, una batalla viril por el dominio de Japón. Sin embargo, Lord Toranaga (Hiroyuki Sanada) lleva el conflicto a un plano emocional y transforma la guerra en un estado de ánimo. No dejes a un ejército hacer el trabajo que puede realizar una mujer.
La serie se basó en la historia real de Tokugawa Ieyasu, y el final de Shōgun confirma que el objetivo de Toranaga siempre fue derrocar a los Regentes y llevar a Japón a una nueva era.
La traición de Yabushige (Tadanobu Asano) en el episodio 9, lo convierte en un muerto inminente. Antes de cometer seppuku, es testigo del alcance del plan de Toranaga: la muerte de Mariko (Anna Sawai) no solo trae inestabilidad al Castillo de Osaka y perturba el poder de Ishido (Takehiro Hira), sino que prepara el terreno para otra traición: la de Lady Ochiba-no-kata (Fumi Nikaidō). Afectada por la muerte de su amiga, la madre del heredero decide quitar el apoyo del ejército oficial a Ishido. El Consejo de los 5 Regentes gobiernan en nombre del hijo del taiko, y sin su estandarte, no sería una guerra por defender sus derechos: sería un complot.
¿Lord Toranaga se convierte en Shōgun de Japón?
Shōgun es una de esas series que enseñan a mirar, que privilegia lo no dicho, lo apenas sugerido en los pequeños gestos y conversaciones, en la simbología de las ceremonias y del espacio, en el saber que se esconde en la pura contemplación (“La verdadera revolución consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”, decía Alejandra Pizarnik). Si bien la explicación de Lord Toranaga a Yabushige es demasiado explícita, el título de episodio final de Shōgun, Sueño Dentro de un Sueño, le aporta ambigüedad a las visiones del Señor de Edo.
El episodio 10 es un eco de un antiguo cuento del filósofo taoísta Chang Tzu, El Sueño de la Mariposa (300 a.C.): “Chang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu”. ¿Lord Toranaga está soñando que se convierte en shogun? ¿O es un muerto en batalla que aún no lo sabe? Las imágenes de la guerra están filmadas en plano fantasmagórico, psicodélico. Es la proyección de un hombre capaz de “darle forma al viento”.
Sin embargo, su sonrisa averiada cuando Yabushige adivina sus intenciones, confirma cómo Lord Toranaga imaginó un período sin guerras por el control de Japón, con él como líder militar absoluto. Ninguno de sus aliados más cercanos era consciente del verdadero alcance de Cielo Carmesí: derrotar a Ishido antes de que comenzara la guerra. El plan de Toranaga tendrá éxito y eventualmente se convertirá en shōgun de Japón.
El personaje está basado en Tokugawa Ieyasu, quien, después de la Batalla de Sekigahara contra Ishida Mitsunari, reemplazó al Consejo de Ancianos como el único gobernante de Japón. Ieyasu originalmente contó con el apoyo del heredero del Taikō y su madre, Yodo-no-kata, pero la influencia de ambos en su gobierno fue mínima. Años después de establecer su poder como shōgun, Ieyasu tomó una decisión contra el heredero, Toyotomi Hideyori, quien terminó cometiendo seppuku. Su madre se convirtió en monja.
La novela de James Clavell se basa en los orígenes del shōgunato de Tokugawa Ieyasu, por lo que es de suponer que la historia de Lord Toranaga concluye de manera similar a la de su contraparte de la vida real. Con el apoyo de Ochiba-no-kata, Toranaga logrará reunir a los aliados que antes respondían a su enemigo. Sin el ejército del heredero como estandarte, Ishido no tiene posibilidad de ganar la guerra.
En el final de Shōgun, la Batalla de Sekigahara no es épica, sino abstracta, al igual que Cielo Carmesí: las consecuencias del sacrificio de Mariko (antes de morir, intenta convencer a Ochiba de apoyar a Toranaga) se desarrollan fuera de la realidad física, en un plano emocional. Shōgun no termina con la guerra, sino por un poema.
El papel de Lady Ochiba y el poema de Mariko en el final de Shōgun
Seguro de su victoria, Ishido intenta acelerar la burocracia del Consejo de Regentes. Pero cuando exclama “la guerra es inevitable”, la tierra misma tiembla en señal de protesta. Lady Ochiba expone sus primeras diferencias con su aliado: Lady Mariko será “generosamente honrada” con un funeral adecuado. La guerra puede esperar.
Cuatrocientos años antes que el cadáver exquisito de los surrealistas, Ochiba (cuyo nombre se traduce como “hojas caídas”) completa el poema que Mariko comenzó antes de su muerte. Sugiere continuar el verso “en una rama sin hojas” con “las flores son sólo flores porque caen”: un reconocimiento al vínculo que tenía con su amiga de la infancia, a su mutua identificación como mujeres que no se han convertido en las personas que deseaban ser. Es un sentimiento elegante y generoso que ayuda a explicar por qué Ochiba decide traicionar a Ishido.
Ochiba termina el poema con el verso “pero afortunadamente, el viento”, esa fuerza que esparcirá las flores caídas por la tierra, y que también sirve como referencia a Toranaga: impresionado por su estrategia, Yabushige le pregunta cómo se siente “moldear el viento a tu voluntad”. “No controlo el viento”, responde Toranaga: “Sólo lo estudio”. Él es el viento de Shōgun, el que empuja a Ochiba de regreso a Mariko, el que vuelve a conectar las flores caídas con su rama, incluso si no pudo salvarse en el proceso.
El barco incendiado y las visiones de John Blackthorne en el final de Shōgun
En el episodio final de Shōgun, Lord Toranaga hace quemar el barco de John Blackthorne (Cosmo Jarvis). Si bien realiza una puesta en escena para encontrar a los traidores responsables, el Señor de Kanto actuó en secreto para que Blackthorne nunca abandone Japón, mientras deja que su hatamoto piense que la destrucción del barco fue un gesto romántico: el acuerdo que Mariko con los portugueses a cambio de perdonarle la vida. Todos ganan: Toranaga consigue mantener cerca a su inusual aliado y los portugueses se aseguran que los protestantes ingleses no traigan a sus aliados a Japón.
A Toranaga le gusta tener a Blackthorne cerca porque el Anjin lo hace reír. Además, el bárbaro ayuda a crear distracciones para sus enemigos, dándole más libertad de acción. Tanto el Consejo de Regentes como los comerciantes portugueses están demasiado ocupados con Blackthorne como para darse cuenta de que él está a punto de apoderarse del país. Como le confiesa a Toranaga, Blackthorne cree que lo está usando para sus fines comerciales. En realidad, estaba siendo usado para un propósito menos prosaico: ganar la guerra por el control de un país.
El episodio final de Shōgun comienza con un John Blackthorne anciano acostado en su cama. Sus nietos hablan sobre la espada samurái que tiene en la pared y las hazañas pasadas de su abuelo contra los “salvajes”. La secuencia parece ser un flashforward ambientado décadas después de los eventos de Shōgun. Sin embargo, Blackthorne tiene el rosario de Lady Mariko en sus manos, el mismo que soltó al mar como despedida de su enamorada. Un sueño dentro de un sueño.
El destino del Anjin es permanecer en Japón. Toranaga sólo dirá la verdad sobre el incendio del barco una vez que Blackthorne haya construido uno nuevo. Incluso entonces, Toranaga “probablemente también lo quemará”. Pero las miradas cruzadas entre los dos personajes mientras acercan la embarcación a tierra sugieren que Blackthorne no sólo comprendió el plan de Toranaga, sino que tiene su implícita aprobación, el pacto silencioso entre dos caballeros.
La novela de Clavell sugiere que John Blackthorne nunca regresa a Inglaterra y vive el resto de su vida en Japón. El personaje está inspirado en el navegante inglés William Adams, el primer británico en llegar a Japón. Si bien su papel en la lucha por el control del país es exagerado, Adams se convirtió en un importante asesor del shōgun Tokugawa Ieyasu y construyó para él un barco a vela de estilo occidental, que fue el primero de ese tipo fabricado en Japón.
El significado del final de Shōgun
“Si ganas, todo es posible”, le dice Toranaga a Yabushige después de que lo acusa de hipócrita. “¿Toda esta muerte y sacrificio por parte de hombres inferiores sólo para asegurar una victoria en nuestro nombre?” Para Toranaga, ganar no es una cuestión de gloria personal. Su sueño termina con él como shōgun de Japón, pero lo importante pasa por otro lado: no es lo que sucede, sino lo que no sucede: son las vidas salvadas, no las vidas perdidas. El sacrificio de Mariko fue salvar a miles del mismo destino.
La ausencia está en el centro del final de Shōgun: la muerte que empezó todo -la del Taikō-, persiste y, sin embargo, la guerra nunca llega a materializarse. Al esquivar la batalla sangrienta que anunciaba, la serie habla con la urgencia del presente: aunque el futuro sea solo un sueño, la guerra siempre es evitable, a pesar de sus voceros, de los que siempre encuentran algún tipo de justificación moral-histórica para el genocidio de los pueblos. Shōgun prometía épica, y encontró poesía en el pacifismo.
Shōgun está disponible en Star+.