Oppenheimer, la obra maestra de Christopher Nolan
Con una cita al mito griego del Titán Prometeo, en sobreimpreso y con un mar de llamas de fondo, así comienza Oppenheimer, la nueva película escrita y dirigida por Christopher Nolan. Esta película está basada en la biografía definitiva sobre el físico teórico estadounidense: American Prometheus: The Triumph and Tragedy of J. Robert Oppenheimer, escrita en un lapso de 25 años de reportajes e investigaciones por Martin J. Sherwin y Kai Bird – ambos autores con obras que tratan sobre el tema de la energía atómica y sus usos militares – publicada finalmente en 2005 y ganadora del Premio Pulitzer, entre varios otros.
Anunciada en septiembre de 2021 y con comienzo de rodaje en marzo de 2022, esta biopic fue filmada con cámaras IMAX. Por primera vez, incluye una sección en blanco y negro análoga para este sistema. La película no solo da a conocer la vida y hechos de este hombre de ciencia, sino que también nos muestra sus motivaciones científicas en su manera de percibir la realidad a niveles atómicos y cuánticos.
Posteriormente, sus motivaciones políticas en contra del fascismo dominante en plena Segunda Guerra Mundial lo impulsan a poner todo su talento en el desarrollo del arma más mortífera de la historia de la humanidad. Como espectadores, experimentamos una carga opresiva y emocionalmente incómoda, mientras se nos muestran los demonios internos y las consecuencias de ser el padre de la Bomba Atómica.
La moral del exterminio
Cillian Murphy compone a un hombre que, pese a ser un científico brillante, respetado e inspirador para sus pares, es alguien complejo, errático y contradictorio en sus relaciones personales. Involucrándose con causas antifascistas y agrupaciones comunistas en sus épocas de profesor universitario, que luego de sus años de servicio en el desarrollo del proyecto Manhattan, le traerían problemas en los años 50 del siglo XX cuando inició la cacería de brujas macartista.
Matt Damon como el General Groves es un tipo rudo y pragmático y con un fin claro desde el principio, quien junto a Murphy, como su contrapunto, son la parte motora de las secuencias referidas a los años de desarrollo del Proyecto Manhattan en el laboratorio de Los Álamos, en pleno desierto de Nuevo México.
Robert Downey Jr. como Lewis Strauss se muestra como el antagonista principal en los años posteriores, donde pondría en tela de juicio la lealtad de Oppenheimer en los años en que la Unión Soviética ya había dejado de ser un aliado para convertirse en rival en las décadas posteriores en lo que se dio en llamar Guerra Fría.
Finalmente, Emily Blunt y Florence Pugh interpretan a las dos mujeres más importantes en su vida. Blunt siendo su esposa, madre de sus hijos, la bióloga Katherine “Kitty” Puening, y Pugh como Jean Tatlock, quien fuera su conexión con grupos comunistas y con la cual tendría una relación tormentosa.
Y no todo queda en los roles protagónicos, es el elenco de lujo el que le da a esta película el peso que pretende tener y sin dudas tiene. Desde los papeles con más tiempo en metraje hasta aquellas apariciones momentáneas, todas son memorables.
El buen cine termina con un signo de interrogación
Oppenheimer no es solo una biopic más. Es la lente y pluma de su director lo que le da su impronta, ya vista en otras de sus obras: narración fragmentada, una cronología no lineal, planos inconexos disruptivos y una banda de sonido – apartado destacado para Ludwig Göransson por esta labor – que lleva a experimentar al espectador una nueva dimensión de dramatismo que no puede dejarlo impávido después de salir de la sala.
No es fácil de digerir; es rigurosamente histórica, pero sin poner fechas en sobreimpresos. Además, es dura a niveles psicológicos y deja una sensación de vacío mezclado con terror al finalizar, más aún en estos días donde un conflicto bélico en Ucrania puede desencadenar una inminente Tercera Guerra Mundial con las consecuencias que el mismo Oppenheimer luchó en sus últimas décadas de vida por hacer tomar conciencia si una guerra termonuclear global se desatase contra el bloque soviético en los años de la Guerra Fría.
Se podrá acusar a Nolan de ser pretencioso, meticuloso o hasta pedante, con ciertos pasos en falso en su filmografía como Tenet, pero no se puede negar que es todo un artista visual y su importancia como realizador, siendo un artesano del cine, apostando a efectos prácticos por encima del CGI y poniendo dramatismo en cada toma con su lente.
Oppenheimer sin dudas es una experiencia cinematográfica envuelta como una biopic de un personaje interesante por su manejo de la ética y la moral en su trabajo de desarrollo en Los Álamos y sus fines pese a los riesgos de haber traído al mundo a su “monstruo”, así como aquel personaje, también científico, al que Mary Shelley tituló como El Moderno Prometeo.