Muy pocas franquicias cinematográficas en la historia tienen el estatus de Alien. La saga de ciencia ficción de 20th Century Fox evolucionó desde los ecos de cine de autor del Nuevo Hollywood y el terror claustrofóbico a la acción desmedida de los blockbusters de los 80’s con dos clásicos innegables. Primero, Alien de Ridley Scott (1979), que convirtió a Sigourney Weaver en una final girl icónica y se posicionó como una obra maestra con la que medir todos los intentos de terror sci fi posteriores; luego está Aliens de James Cameron (1986), una de las películas de acción más influyentes jamás realizadas.
Con un inicio tan potente, la franquicia Alien no tenía otro camino que hacia abajo,mientras intentaba crear una secuela que capturara la magia que crearon Cameron y Scott: la controvertida Alien 3 de David Fincher (1992) y la universalmente odiada Resurrection de Jean-Pierre Jeunet (1997); la ridiculez de la serie crossover Alien vs. Predator, y la arriesgada y fascinante precuelas de Scott, que comenzó con la enigmática Prometheus antes de transformarse en la convincente Alien: Covenant.
Ahora, los Xenomorfos están de vuelta para una intercuela, Alien: Romulus de Fede Álvarez, que funciona como un intento de perseguir el terror indeleble de la primera Alien. Que el público siga esperando una nueva película de la franquicia es prueba de la influencia de su perfección original en la imaginación popular. Con Alien: Romulus en los cines, estas son las nueve películas de Alien clasificadas de peor a mejor.
9. Aliens vs. Depredador: Réquiem (2007)
Con AVP: Alien vs. Predator, la franquicia cumplió con la amenaza del slogan: “Gane quien gane, nosotros perdemos”. Dirigida por los hermanos Strause, esta secuela es la deformidad que presentó al mundo al híbrido Predalien, que acechaba a los habitantes de Gunnison, Colorado. Después de décadas de amenazar con liberar a los Xenomorfos sobre la población civil de la Tierra, la franquicia finalmente lo hizo de la manera más bastarda posible.
8. AVP: Alien vs. Depredador (2004)
En retrospectiva, tal vez contratar a Paul WS Anderson para unir dos franquicias clásicas no haya sido la mejor idea que haya tenido 20th Century Fox. Si bien Anderson puede ser un excéntrico visionario cuando tiene cierto grado de libertad artística -algunas de sus películas más dementes de Resident Evil se acercan a lo sublime-, aquí tenía tarea de fusionar dos gigantes de la industria de una manera que no dañara la propiedad intelectual de ninguna de ellas. Respondió al desafío con un thriller subterráneo perfectamente defectuoso.
La primera mitad de Alien vs. Predator se basa en el mismo tipo de descubrimiento siniestro que atrajo la atención de la película original: la idea de encontrar una pirámide enterrada a 1500 metros debajo de la superficie de una isla antártica es convincente, y la película está en su mejor momento cuando sus víctimas miran hacia abajo, hacia la oscuridad absoluta del fin del mundo.
Cuando la historia se desarrolla en los subsuelos de la tierra, la calidad de la película entra en coma sináptico. Los Depredadores no resultan tan interesantes como los Xenomorfos, esas máquinas de matar sin alma de HR Giger, sacadas directamente de un algún mal trip de ácido. No es una pelea justa, y Anderson nunca encuentra la manera de hacer que estos enemigos espaciales sean tan atractivos como el espacio en el que luchan entre sí.
7. Alien: la Resurrección (1997)
Hay que reconocerle algo de mérito al director de Delicatessen y Amélie, Jean-Pierre Jeunet: para bien o para mal, Alien: la Resurrección tiene el estilo sucio y excéntrico del director francés. Si bien la película pone en escena las dosis de acción necesaria, puede ser recordada por el factor de extrañeza que rodea cada aspecto (incluso Dominique Pinon actúa en ella). A pesar de todas sus fallas, La Resurrección es una adición crucial a la franquicia.
Por un lado, lleva la adaptabilidad de los Xenomorfos a su conclusión lógica; Ripley proporciona el eslabón perdido entre los humanos y los alienígenas, y su embarazo recontextualiza las imágenes de los pechos reventados como una expresión de nacimiento, en lugar de muerte; completa el prolongado viaje de la serie de regreso a la Tierra. El guión comprometido de Joss Whedon no brilla por su ingenio, pero la primera androide mujer de la saga es un buen complemento para la complicada feminidad de Ripley.
6. Alien: Romulus (2024)
Están las bases de una buena -quizás incluso excelente- película de terror dentro de Alien: Romulus. El director Fede Álvarez aporta brutalidad visceral al escenario de “atrapado en una nave con extraterrestres”, incluso si la acción a veces está sacada directamente de un videojuego clase B (Álvarez citó el videojuego derivado Alien: Isolation como inspiración, pero Romulus nunca llega a capturar el puro terror que hizo que ese simulador de supervivencia).
La película es complaciente: no busca incomodar, interrogar, reflexionar, sino que está diseñada para complacer. Con una historia sobre un grupo de colonos espaciales que intentan saquear una nave espacial abandonada para dejar atrás el planeta postapocalíptico marca Weyland-Yutani que habitan, los intentos de generar emotividad sobre el vínculo entre Rain (Cailee Spaeny) y su hermano androide Andy (David Johnsson) quedan en un limbo estereotipado, sin el espesor dramático necesario para elevar la película a algo más que una copia.
Sin embargo, lo que realmente lleva a Romulus por mal camino es su absoluta falta de imaginación y sus intentos de resucitar la magia de las dos películas originales con un catálogo de referencias. El uso estridente de CGI para resucitar al fallecido Ian Holm como Rook, una inquietante versión del modelo de androide del Ash original, parece una metáfora adecuada para una película más preocupada por perseguir el pasado que por trazar nuevos horizontes.
5. Alien 3 (1992)
Destinada a ser la más controvertida de las películas de Alien (un dudoso título que se ganó antes de llegar a los cines), el debut como director de David Fincher es un producto de principios de los años 90’s: una visión industrial del infierno. Ambientada en una colonia penal, Alien 3 hace evidente que Ripley nunca podrá regresar a casa en una sola pieza. Sigourney Weaver nunca ha estado mejor.
Y eso es bueno, porque los efectos especiales nunca han sido peores. Alien 3 es el resultado de un largometraje en la era de CGI pre Jurassic Park: un desastre de la animación digital y la clase de trabajo descuidado que Fincher nunca volvería a tolerar. Aun así, la experiencia resultó formativa: Fincher sobrevivió a esta pesadilla de estudio y emergió como uno de los directores más visionarios de Hollywood.
4. Alien: Covenant (2017)
Probablemente, Ridley Scott nunca termine la trilogía de precuelas que había planeado, pero en Alien: Covenant lleva su saga Prometheus en la dirección correcta. Combinando elementos de todas las películas de la franquicia, Covenant comienza como una meditación perdida en el espacio a una película de acción intensa, con una coda perfecta que funciona como referencia a la película original.
Covenant intenta contar un mito de la creación dentro del universo de Alien, y el hecho de que no fracase es un testimonio de la visión y el entusiasmo de Scott como cineasta. Aunque la pereza intelectual de algunos podría considerar que el simbolismo y su pulso existencialista son un exceso, la película tiene el beneficio de estar construida en torno a una interpretación dual que expande y duplica la actuación de Michael Fassbender en Prometheus: los androides David y Walter como extremos opuestos de un debate sobre la naturaleza de la vida en nuestro universo.
Con Fassbender ocupando de forma insistente la pantalla, los Xenomorfos casi se sienten superfluos, pero la película merece crédito como la primera desde Aliens en ofrecer algo un hit en sus propios términos.
3. Prometheus (2012)
Prometheus es Ridley Scott tomando una ruta tortuosa para volver a la franquicia que llevó por primera vez a la pantalla. En contra de todas las expectativas del fandom, el director se inclina por cierta ambición filosófica, lo que da como resultado una épica de ciencia ficción que reimagina toda la historia humana antes de sus créditos iniciales.
Los blockbusters modernos no son el vehículo ideal para las grandes preguntas: prefieren traficar certezas, realizar expectativas. Pero Prometheus pone en escena un mito de la creación que se asoma al futuro incierto de la humanidad al reinterpretar su pasado. La película combina la trayectoria básica de una película de Alien (personas que vuelan demasiado cerca del sol, aterrizan en un planeta que nunca debería haber encontrado y luego muere todas las muertes) con curiosidad existencial.
Es la primera película de una trilogía (abandonada) que todavía no sabía bien hacia dónde iba, pero el resultado final es una mezcla de majestuosidad visual e ideas, que van desde lo interesante (Michael Fassbender como un androide con motivaciones oscuras, inspirado en Peter O’Toole en Lawrence de Arabia) hasta lo absurdo (todo lo que lleva al momento en el que Charlize Theron dice “PADRE”). Prometheus es una precuela desigual que, no obstante, es perfectamente convincente.
2. Aliens (1986)
Si Aliens no es una película de acción perfecta, es porque heredamos el mundo de James Cameron, y vivimos en él. Saturada de sentido del espacio escénico a una escala imposible -que pocos cineastas son capaces de tener-, esta secuela demostró que la franquicia era tan adaptable como el monstruo titular. Aliens es un espectáculo puro, que suplanta el horror inquietante de la película original con una sensación de peligro abrumador, como si fuera el trastorno de estrés postraumático de la pesadilla a la que Ripley sobrevivió la primera vez.
Cameron no es Philip K. Dick, pero Aliens está repleta de escenas ingeniosas y momentos icónicos, una prueba de que Cameron es un director de actores más capaz de lo que se le suele reconocer: desde Lance Henriksen y Michael Biehn hasta Jenette Goldstein y el incomparable Bill Paxton, todos crean un personaje inolvidable. Es tan divertido verlos disparar toneladas de balas a los Xenomorfos que dan ganas de tomar un trago con ellos en el mejor bar de LV-426.
1. Alien (1979)
Todo el pathos de fines de los 70’s está ahí. Watergate, terrorismo, recesión económica, serial killers, Vietnam: la idea de que algo maligno, carente de lógica, se aloja en los pliegues de la sociedad.
Unos trabajadores espaciales detectan una extraña transmisión que proviene de un planeta desconocido, y la IA de su nave decide despertarlos de su hipersueño para investigar. John Hurt se siente mal y una mujer llamada Ripley es la única que sobrevive. Ridley Scott es capaz de llenar los espacios entre los puntos de la trama básica de Dan O’Bannon para obtener en cada escena una muestra de bondad siniestra.
Alien es una película de terror impregnada de misterio, con una atmósfera tan rica como permite su medio: cada rincón del Nostromo es lo suficientemente oscuro como para ocultar un xenomorfo: Pero la película es tan efectiva porque despierta la curiosidad por la oscuridad y te inclinas ante ella. La genialidad de Alien no es solo que presentó a la máquina de matar perfecta, sino que, al hacerlo, aprovechó de nuestras propias vulnerabilidades, tanto individuales como de la especie.