Crítica Agente Secreto (Blacklight) con Liam Neeson
Mark Williams no utiliza metáforas ni sutilezas: Blacklight (Agente Secreto) es una película de acción con un discurso político. El director acepta la convención de que en este género no importa la historia, sino quién la protagoniza, qué auto usa y cuántas balas dispara. Un guion perfectamente mediocre con algo que decir sobre Estados Unidos: que el FBI es una organización mafiosa que en nombre de la democracia ha estado asesinando durante décadas a cualquier persona con ínfulas revolucionarias, o ni siquiera: cualquiera que desafía la mitología de esos oscuros sistemas de poder.
Todo es previsible y esquemático, pero Williams adopta una posición novedosa en su intransigencia ideológica, a través de una puesta en escena en la que los buenos y malos invierten los roles. La historia de Agente Secreto se muestra desde la perspectiva ingenua de Travis Block (Liam Neeson), un agente extraoficial del FBI, experto en sacar de situaciones difíciles a colegas infiltrados en peligro, que poco a poco descubre que los guardianes del mundo libre están más preocupados en mantener las estructuras de poder que en proteger a las personas.
Agente Secreto es la metamorfosis de un hombre-robot -que hizo de la obediencia debida un estilo de vida- a un ser que cuestiona su realidad y su pasado. Un Neeson (La Lista de Schindler, Asesino sin Memoria, Búsqueda Implacable, Made in Italy) añejo y desgastado interpreta a un agente añejo y desgastado, al borde del retiro, poco interesado en trabajar para un Edgar Hoover moderno (“A Estados Unidos lo gobierna Twitter”) y ansioso por reconstruir la relación con su hija Amanda (Claire Van der Boom) y su única nieta. Antes debe detener al agente Dusty (Taylor John Smith) que en un colapso ético decide revelar las operaciones fascistas del organismo a una periodista (Emmy Raver-Lampman).
A través de Dusty, Travis se da cuenta de que ha vivido en la pasividad lisérgica del discurso patriótico, y planea remediarlo. Williams hace una película sin matices: todo es bruto y explícito. Un texto provocativo que pierde fuerza en su repetición estereotipada de personajes y situaciones. Una crítica restringida en la que se personaliza la sed de poder en un solo hombre -el jefe del FBI-, para que nadie se tome demasiado en serio que vive en un sistema dictatorial que opera en las sombras.
Es verdad: la CIA y el FBI no fueron sutiles cuando infiltraron, manipularon y asesinaron a líderes opositores para desterrar del país a la ideología de izquierda. Pero Williams hace de lo inverosímil un ritual, con un relato y unos personajes genéricos que destilan insipidez. El cambio de estatus de Travis -de villano a ser la única esperanza de la verdadera democracia- se hace de una manera automática y burocrática, enfrentado a un FBI que parece tener escasez de personal calificado.
Agente Secreto un extenso viaje hacia la nada del cine, con algunas persecuciones, muchos disparos y el discurso incendiario que nadie quiere escuchar. Es menos una película que el réquiem de Liam Neeson en el género de acción.
Dirección: Mark Williams Guion: Nick May, Mark Williams Fotografía: Shelly Johnson Música: Mark Isham País: Estados Unidos Año: 2022 Duración: 108 min. Con Liam Neeson, Aidan Quinn, Taylor John Smith, Emmy Raver-Lampman, Tim Draxl, Claire van der Boom, Yael Stone.