Es uno de los sucesos más infames de la historia británica moderna. ¿Cómo poner en escena una muerte sobrerepresentada en el imaginario social? La temporada 6 de The Crown elige esquivar el morbo de la muerte de Diana con un fuera de campo filmado desde la perspectiva de un espectador casual y anónimo, como nosotros. Así, el drama de Peter Morgan se inclina hacia un modelo más conservador, que establece el tono de la última temporada: The Crown mostrará ciertos hechos, pero a una distancia respetuosa.
Jean-Luc Godard dijo que el “travelling es cuestión de moral”, en relación a la secuencia de una película El Oscuro Kapo del italiano Gillo Pontecorvo, que enfatizaba a través del plano la muerte de un hombre en un alambrado al intentar huir de los campos de exterminio nazi-, estaba hablando de la responsabilidad de los cineastas, sobre el poder sobre el espectador para decidir por él, no sólo lo que debe ver sino, especialmente, cómo lo debe ver.
El episodio 1 de la serie de Netflix comienza con el accidente, mientras un hombre, que había sacado a pasear a su perro por la noche de París, observa un automóvil precipitarse a alta velocidad hacia el túnel. La tragedia cobra forma a través del ruido de la colisión. Luego, The Crown retrocede ocho semanas en un lento camino a la perdición, hasta llegar a la misma escena al final del episodio 3.
Cómo maneja The Crown la muerte de Diana
La temporada 6 de The Crown enmarca el divorcio de Diana y Charles a través de la historia de dos fotógrafos: Mario Brenna (Enzo Cilenti), el paparazzi de El Beso en el yate de la familia Al-Fayad, y Duncan Muir (Forbes Masson), un retratista escocés realista contratado para hacer las contra fotografías de Carlos, William y Harry juntos en Balmoral. El trabajo de Brenna es intrusivo; el de Muir es obsecuente. Diana sabe cómo utilizar su imagen para llamar la atención sobre sus obras benéficas, pero la magnitud de su fama está completamente fuera de su control.
El episodio 2 -escrito por Morgan-, gira en torno al sensacionalismo y la pérdida de la privacidad desde una mirada retrospectiva, a través del prisma actual de una época en la que la información personal se ha vuelto accesible y viral. The Crown refleja estas tensiones, y representa la muerte de Diana -tres décadas después del accidente- de una manera sobria y sin exhibicionismo: es casi una postura política. El episodio termina recreando la foto de Diana, de espaldas, en un trampolín mirando al mar. Una imagen hermosa y solitaria, en la que somos tímidos voyeurs que espían de una manera respetuosa la vida ajena.
Si las primeras temporadas mirana a la realiza con cinismo y fascinación, la temporada 6 es obsecuente. Elizabeth Debicki está limitada a un retrato inofensivo y cuidadosamente delineado de la princesa. Ella y Carlos (Dominic West) invierten su resentimiento por la tristeza adulta y arrepentida de una relación fallida. Diana y Dodi se cortejan mutuamente con dulzura, pero nunca hay un fuego verdadero.
La serie enfatiza la rápida ruptura del empresario con su prometida, mientras minimiza el papel de Diana en la separación. Él es tentado, cede y sufre las consecuencias. Ella no es más que una invitada en un yate, en un avión, en un coche. Por primera vez, la serie se convierte en un melodrama puro que busca no molestar al poder.
The Crown: Diana, la víctima perfecta
La temporada 6 de The Crown se siente más cómoda retratando a sus mujeres centrales desde la perspectiva del hombre más cercano. Los problemas paternos de Dodi dominan sus escenas con Diana, dejando los momentos más tiernos y reveladores de ella con sus hijos. Su relación está saturada de tópicos genéricos que parecen intentos demasiado calculados para emocionar. Morgan inventa sus conversaciones finales -en las que ella rechaza su propuesta y lo anima a enfrentarse a su padre- de forma decorosa e insatisfactoria. Crea a dos víctimas perfectas.
Después de la muerte de Diana, la serie llega a los acontecimientos de la película de Morgan con Helen Mirren, The Queen, en la que Isabel II lucha por procesar el amor del pueblo por Diana. Aquí Morgan se pone gótico: hace que el personaje de Diana -y el de Dodi- aparezcan ante las personas importantes de sus vidas. Son escenas de extraño pulso emocional, con los fantasmas ofreciendo a todos un poco de absolución mientras confiesan sus transgresiones, y donde cada uno ve un reflejo de sus propias ansiedades en Diana, una persona tan pública y a la vez tan desconocida.