Crítica Tipos de Gentileza (Kinds of Kindness) de Yorgos Lanthimos
Con Tipos de Gentileza (Kinds of Kindness), Yorgos Lanthimos regresa a su vena biopolítica y vuelve a examinar con humor negro los rincones sucios y retorcidos de la psiquis humana. Son tres mediometrajes en los que el director griego pone en escena un mundo deforme, gobernado por leyes secretas y arbitrarias y habitado por personajes en los límites de la realidad. La película es un té de floripondio, un pequeño objeto formalista hecho de episodios incongruentes que se unen en torno a los temas fetiches del autor: manipulación, control y dependencia emocional.
A pesar de ser clasificado habitualmente como surrealista, el cine de Lanthimos es -formal, técnicamente- su opuesto: si el surrealismo busca lo que circula por debajo de la realidad a través del automatismo, el azar, la asociación libre y el inconsciente, las películas del griego son construcciones dramáticas fríamente elaboradas que muestran una realidad aumentada, pensada para hipervisibilizar el artificio, el mecanicismo y los valores que predominan en las sociedades contemporáneas.
Con su expresividad reprimida y espeluznante, su carga simbólica, su gélido esquema visual, su falta de explicaciones y su fascinación por los sistemas de abuso que se esconden en todo orden jerárquico, Tipos de Gentileza busca incomodar. Es la danza desesperada de un parapléjico.
Pero lo que más lastima de Lanthimos es que su cruel visión del mundo se parece demasiado al nuestro, que a través del absurdo define el ethos del capitalismo tardío: ese punto donde nuestro propio deseo coincide con el deseo del poder. Aquí no hay cinismo: es una agenda para que nos rebelemos contra él y tal vez pensemos por nosotros mismos. En el fondo, sus películas trafican algo parecido a la esperanza.
Todo el mundo busca algo. Sweet Dreams (Are Made of This), la canción de Eurythmics que abre Tipos de Gentileza, marca el tono de la película: “Algunas personas quieren utilizarte / otras quieren que las utilices / Algunos quieren abusar de ti / otros quieren ser abusados”.
El primer episodio, La Muerte de R.M.F., ofrece el modelo del principio narrativo: un personaje, obedeciendo las directivas delirantes de su jefe, intenta trazar su camino dentro del juego al que está sometido, sin cuestionar nunca las reglas que lo estructuran. En el segundo mediometraje, R.M.F. Está Volando, una bióloga marina, que estuvo perdida en una isla después que que naufragara su expedición, regresa a casa con su marido paranoide, que está convencido de que es una impostora y hace que ella demuestre ser quien dice ser. Por último, en R.M.F. Come un Sándwich, un par de discípulos lascivos están a las órdenes de una pareja que busca la clave para la resurrección corporal.
Tres historias diferentes con los mismos actores (Jesse Plemons, Emma Stone, Margaret Qualley, Willem Dafoe, Hang Chau) y los mismos motivos -sociedades secretas, sectas, demiurgos déspotas-. A lo largo de la película, los personajes temen a la vez que anhelan la tiranía, que los libera del inconveniente de tomar decisiones o experimentar dudas. ¿Cuáles son los límites en las dinámicas de poder de las relaciones? ¿Hasta dónde es capaz de llegar una persona para demostrar su lealtad a otra?
Tipos de Gentileza explora cómo las relaciones de poder moldean, distorsionan y, en última instancia, destruyen la humanidad de quienes están atrapados en ellas. Más allá de la ética del rebaño y el superhombre de Nietzsche -el hombre débil se recuesta en un orden extraño al suyo, el fuerte es el fundador de las reglas y se afirma en su propio hacer- la película puede ser leída como una versión postmoderna de la Dialéctica del Amo y el Esclavo de Hegel, en la que el filósofo alemán describe esta relación como una lucha por el reconocimiento.
El amo busca afirmarse a sí mismo a través de la dominación del otro, mientras que el esclavo, a través de su trabajo y servicio, crea la cultura, transforma la realidad. Si la película explora cómo la búsqueda de reconocimiento lleva a una espiral descendente de autodegradación, agrega que, en el siglo XXI, el amo ya no necesita la mirada del esclavo para existir: los esclavos son reemplazables, se pueden convertir en excluidos, el grado cero de la deshumanización.
Si en Pobres Criaturas Lanthimos se había inclinado por la ópera delirante y el freak show, Tipos de Gentileza lo acerca a sus raíces de Alpes, Canino y La Langosta. Hay que reconocerle al director nunca haber perdido su capacidad juvenil de ofender; aunque sus películas pueden aparentar ser irresponsables, oscuras, presuntuosas, no dejó adulterar su propia sensibilidad, sin dejar de ser por ello imprevisible.
Si la odisea de Bella Baxter desafió las expectativas biológicas y las normas sociales, en Tipos de Gentileza los personajes de Emma Stone son experimentos más oscuros: nunca están del todo a cargo de sus destinos, están impulsados por los deseos de los demás: demandas de manifestaciones de amor y altruismo que adquieren proporciones aterradoramente narcisistas y abusivas. Lanthimos no ofrece respuestas fáciles, sino que plantea preguntas sobre la naturaleza del poder, la libertad y la identidad personal a través de personajes con sus vidas arruinadas por algún tipo de enigma existencial.
La falta de expresividad y los diálogos carentes de emoción refuerzan la idea de figuras atrapadas en roles que no pueden escapar. No hay lugar para la ternura o el cariño en el extraño mundo de Yorgos Lanthimos. La “gentileza” del título desborda ironía: cada acto de bondad es en realidad una transacción calculada, la empatía es reemplazada por la manipulación y la compasión es solo otra forma de ejercer control.
Tipos de Gentileza se estrena en Disney+ el 30 de agosto.