Crítica El Oso (The Bear): Estética del Caos

La serie de Star+ The Bear (El Oso) es la antítesis de la televisión de confort: se abre en un caos frenético y se vuelve más desordenada a medida que avanza. Christopher Storer logra el equilibrio perfecto entre atmósfera y contenido con una historia en estado de estrés permanente.

Crítica El Oso (The Bear), la serie de Star+ con Jeremy Allen White

La ansiedad recurrente se encuentra en la médula ósea de The Bear (El Oso): mesas llenas, equipos que funcionan mal, pedidos que se acumulan tan rápido que la cocina no puede procesarlos, nervios de punta, colapso incipiente. 

Sin embargo, El Oso es una pequeña producción. La serie de Star+, del showrunner Christopher Storer, no abarca mundos o universos, sus siete medias horas agudas y un capítulo final de 45 minutos se desarrollan en gran parte en una cocina en funcionamiento y es feroz y deliberadamente claustrofóbica. Estrés y tensión están presentes desde el cuadro inicial hasta el final. Rara vez hay una escena en la que no suena un teléfono, una alarma, se acumulen facturas impagas o los ceniceros se desborden. La mayor parte del diálogo son instrucciones a gritos o insultos. 

Storer, que dirige cinco de ocho episodios, aumenta la intensidad con cortes rápidos entre los personajes que los capturan pelando zanahorias o dorando trozos gigantes de carne. El efecto es como vivir un turno de cocina real a una velocidad de 24x. El séptimo episodio, Revisión, está filmado en gran parte en un plano secuencia intenso y semisádico, entrando y saliendo de diferentes rincones de la cocina a medida que todo implosiona.

Carmen Berzatto (Jeremy Allen White, ganador del Golden Globe a Mejor Actor en Serie de Televisión) es un joven y galardonado chef que trabajó en los mejores restaurantes del mundo hasta que regresó a su Chicago natal para hacerse cargo del negocio familiar. La herencia, un pequeño antro mugriento que vende comida, era propiedad de su carismático y suicida hermano mayor Mikey (Jon Bernthal), quien se voló los sesos sin dejar ninguna nota, solo evidencia de una adicción a los analgésicos y un tanque en fermentación de recriminaciones familiares.

El Oso (serie, Star+)
Jeremy Allen White, El Oso.

El restaurante, The Original Beef of Chicagoland, es un desastre. Carga con un personal variopinto de adultos irresponsables que actúan como huérfanos demandantes que han trabajado allí durante años y tienen interés nulo en cosas como la higiene y las relaciones con los clientes. Los intentos de Carmen de poner las cosas en orden son un ejercicio de cómo las cosas solo pueden empeorar. Un desastre tras otro se cierne sobre el restó en casi todos los episodios: inodoros que explotan; cortes de energía; incendios; trabajadores recalcitrantes; clientes violentos: es un espectáculo sostenido de mierda. 

La implacable ansiedad que emana El Oso es alimentada por el trabajo de cámara y el diseño de sonido, pero se ve atenuada por el humor y el diálogo. Hay una forma muy distintiva de humor en el Beef, que incluye toda clase de insultos seguidos de una pausa y un “Sí, chef”. Apenas hay un personaje, un escenario o una conversación que no está a punto de desbordarse en toda la historia. 

El Oso está en deuda con su guion y las actuaciones de casi todo el elenco: cada personaje es distinto y está completamente servido, incluso aquellos que tienen un tiempo de pantalla mínimo. En el fondo, es un drama sobre el lugar de trabajo y la familia, al igual que la mayoría de los dramas y, como tal, usa ciertos tropos que se sienten bien gastados. 

El Oso (serie, Star+)
Jeremy Allen White y Lionel Boyce, El Oso.

Los programas sobre chefs tienden a centrarse en el ego del jefe de la cocina. La serie Chef’s Table de Netflix es una celebración psicológica del tipo de personalidad perversa necesaria para convertir la comida en una forma de arte. The Menu (Mark Mylod, 2022) protagonizada por Ralph Fiennes, es una sátira brutal de la división de clases, pero también un estudio del narcisismo que caracteriza a los chefs famosos. Ese perfeccionismo y obsesión que los vuelve autodestructivos y tóxicos para el personal y disocia la cocina del placer de comer. 

Si El Oso tiene un primo espiritual, probablemente sea el trabajo de Anthony Bourdain, cuyos diarios de viaje en la televisión subvirtieron el modelo rompiendo con el arquetipo del chef. Sin embargo, el programa también profundiza en algo que Bourdain apenas había comenzado a explorar cuando se quitó la vida en 2018. 

La serie pone a Carmy en un infierno mientras se sumerge en el mundo de su hermano para ver cómo pudo haberse perdido lo que llevó a Mikey a quitarse la vida. Encuentra que la salida es pedir ayuda, exponer sus vulnerabilidades, escuchar y ser honesto. White tiene un monólogo brillante de casi siete minutos sobre su hermano en el episodio final que resume la tensión perenne entre la aclamación profesional y la felicidad personal significativa. El programa termina con una revelación que se siente casi tan misteriosa como mágica. 

El Oso logra el equilibrio perfecto entre la atmósfera y la historia, amargo y dulce. En un momento en que la televisión de gran presupuesto, con producciones como House of the Dragon o The Rings of Power, decidió que más es más, El Oso es una auténtica limpieza del paladar. 

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