Cementerio de Animales (Pet Sematary), la película de Mary Lambert de 1989, es un clásico de terror que pone en escena el duelo y las dificultades de aceptar la muerte de un ser querido de una manera fría y brutal; la versión de Dennis Widmyer y Kevin Kolsch de 2019 es un manifiesto sobre la tristeza y desesperación con un final antológico que reinventa el significado ambiguo de la novela de Stephen King; Cementerio de Animales: El Origen (Pet Sematary: Bloodlines) es una precuela que amplía la historia que Jud Crandall narra en el libro original sobre su amigo Timmy, así como su propia introducción a esa tierra maldita por espíritus ancestrales.
Si Bloodlines es una referencia a ese efecto que el pueblo tiene sobre sus habitantes -Ludlow se lleva en las venas, es parte de un ADN que se transmite de generación en generación- el título El Origen prefiere destacar los inicios del Pet Sematary, marcado por el encuentro entre los colonos y los pueblos originarios en el siglo XVII.
Las historia comienza en 1969. El joven Jud Crenshaw (Jackson White) explica a través de una voz en off que “cuando crece en Ludlow, Maine, descubres lo que es la muerte en el Cementerio de Animales”, construido por la tribu nativa americana llamada Mi’kmaqs para invocar a los espíritus de los animales, que los protegen de un antiguo mal que habita el bosque. Un mal que susurra a quienes quieren pasar un día más con sus seres queridos fallecidos.
Se sabe: “a veces, morir es mejor”.
Cementerio de Animales: El Origen y el génesis del mal
La película se desarrolla en una época convulsionada, con Estados Unidos dividido por la guerra de Vietnam. Mientras muchos jóvenes iban a matar y morir al sudeste asiático, otros esperaban su turno. Jud pretende dejar Ludlow con su novia Norma (Natalie Alyn Lind) para unirse al Cuerpo de Paz. Su amigo de la infancia, Timmy Baterman (Jack Mulhern), acaba de regresar de Vietnam con una baja honorable y una Estrella de Plata. Parece que sufre un trastorno de estrés postraumático, pero en realidad esconde un secreto más inquietante: el antiguo mal ha vuelto a despertar.
Las actuaciones intentan transmitir el desagradable malestar del peso que sienten los habitantes con su identidad ligada al pueblo de Ludlow. Pero el guion -coescrito por la directora Lindsey Anderson Beer junto a Jeff Buhler-, hace que los dos personajes más conflictivos, Jud y Bill (David Duchovny) -el padre de Timmy-, carezcan de emoción y pulsión de muerte. El personaje que se destaca es Donna (Isabelle LaBlanc), una artista nativa cuyos sueños de salir de la pequeña ciudad se sienten auténticos.
Anderson Beer intenta hacer una película angustiante sin utilizar excesivamente imágenes perturbadoras. Elige crear una atmósfera pesimista y opresiva, a medida que animales y humanos comienzan a cambiar, estalla la violencia y los habitantes de Ludlow se vuelven unos contra otros. Los no muertos recurren a sutiles juegos psicológicos para castigar a sus víctimas y la naturaleza envenenada de la tierra de Ludlow se profundiza brevemente en un flashback de 1674, cuando la llegada de colonos ingleses a la ubicación del Pet Sematary despierta algo muy antiguo en el suelo, que susurra a los más vulnerables mientras exige ser alimentado.
Cementerio de Animales: El Origen y una franquicia mal enterrada
“La muerte es un misterio y el entierro es un secreto”, escribió King. Una frase que contiene el encanto siniestro de una historia capaz de fusionar horror, misterio y ritos tribales con una humanidad dolorosa y desesperada, en el centro de un dilema moral entre la vida y la muerte, entre el amor y el dolor, entre la obstinación y la resignación.
La devoción por el autor anima cada momento de Cementerio de Animales: El Origen. Su fuerza reside más en la creación de figuras paternas imperfectas, el horror enclavado en la provincia americana que resurge con el tiempo, en las amistades fraternales adolescentes -y otras ideas que constituyen la columna vertebral de las obras de King-, que en el trabajo de secuencias estereotipadas del género. Pero Anderson Beer eclipsa la construcción de las criaturas del caos que se alimentan del miedo y la culpa de las personas que hacen la mitología de la historia, que se encuentra en la frontera entre la vida, la muerte y el entierro.
La directora persigue el shock como un fin en sí mismo, la emoción descontextualizada, la descarga extemporánea de violencia, prefiriendo muchas emociones individuales a la inquietud constante de la trama, confirmando que Cementerio de Animales es una franquicia que se niega obstinadamente a permanecer enterrada en la tierra a la que pertenece.
Cementerio de Animales: El Origen está disponible en Paramount+.