Ámame Hasta con las Uñas de Christos Nikou
En el mejor cine postmoderno, el amor romántico está estructurado como un mito, una fantasía nostálgica o un objeto perdido, eso que todos los Hugh Grant y Meg Ryan del mundo siguen buscando en los basureros de Hollywood. Ámame Hasta las Uñas (Fingernails) refleja al extremo la crisis de la pareja y escenifica la obsesión por regular el amor para salvar a los individuos de la incertidumbre y así satisfacer las necesidades sociales de orden y eficiencia.
Ambientada en un futuro en el que la ciencia ha desarrollado una prueba infalible para confirmar si dos personas están realmente enamoradas, Ámame Hasta con las Uñas reduce al absurdo las convenciones románticas y plantea un mundo donde el amor es un estado medible, binario y estático. Así, Christos Nikou -asistente de dirección de Yorgos Lanthimos en la lisérgica Canino (Dogtooth)– continúa la línea conceptual del nuevo cine griego: distopías donde el amor es menos un proceso espontáneo que un producto de la violencia institucional y donde las organizaciones sociales se hacen cargo de lo que el individuo ya es incapaz de asumir: los riesgos de formar una pareja estable.
Anna (Jessie Buckley) y Ryan (Jeremy Allen White, el protagonista de la serie El Oso) son una pareja que cree tener la felicidad asegurada: hace tres años hicieron el test y lo aprobaron. En este mundo distópico, significa que su amor es real, eterno. Todo su aburrimiento, su rutina, sus documentales sobre marsopas, están cubiertos por cierto fatalismo amable y son percibidos como estados naturales e incuestionables del enamoramiento. Son personas alienadas en la certeza, los autómatas del amor.
Anna comienza a trabajar en el Instituto del Amor junto a Amir (Riz Ahmed), que además de realizar las pruebas gestiona una especie de escuela intensiva, donde las parejas se entrenan para el test mediante una delirante y violenta serie de ejercicios de vinculación en pareja -que van desde asimilar lo que la cultura vende bajo el rótulo romántico a formas de asociar el dolor físico a la ausencia del otro, y que incluyen descargas eléctricas, incendios y caídas en paracaídas sin instructor-.
El test de Ámame Hasta con las Uñas parece sacado de la Escuela de las Américas,donde en los 70’s los militares estadounidenses enseñaban métodos de tortura a los soldados sudamericanos para combatir a las guerrillas: después de que la pareja acceda a dejarse arrancar una uña con un alicate, una máquina determinará si esas uñas corresponden a dos almas gemelas (según la teoría de un médico anónimo, las uñas traducen los signos del corazón, incluso pueden anticipar futuros ataques cardíacos).
La regulación del amor
A diferencia de The Lobster (Yorgos Lanthimos, 2015), en Ámame Hasta con las Uñas no hay ningún poder coercitivo estatal, sólo la aquiescencia generalizada a una nueva tecnología que libera de tener que tomar decisiones propias. Así, el amor deja de ser una apuesta, un lugar frágil e inestable de donde se puede salir lastimado, y se convierte en un simulacro de seguridad, un espacio que no hace falta construir, sino solo instalarse en él.
La siempre genial Jessie Buckley le inyecta a Anna una aura de confusión cuando comienza a preguntarse si su relación socialmente legitimada con Ryan es la verdadera historia de amor de su vida, frente a la emoción incontenible de conocer a Amir. Ella encuentra dentro de sí misma las grietas del sistema, y comienza a operar en un plano de realidad diferente al que se mueve el resto de los personajes.
Con Ámame Hasta con las Uñas, Christos Nikou no escribe una nueva semiótica para las relaciones, sino que filma el marco donde se desnaturalizan cuando entran en falsas seguridades. El director nunca va a fondo para encontrar patetismo, sino que pule su sátira hasta que no queda nada que no sea la ternura y la excitación de un nuevo comienzo. Pero si no cuestiona la idea tradicional del amor ni de la pareja, las explora a través del prisma psicodélico del absurdo como una manera de reivindicar el miedo y la incertidumbre inherentes a todo lo que define la vida, en una época en la que las emociones están adormecidas en su obsesión por los datos.
Ámame Hasta con las Uñas está disponible en Apple TV+.