Emma Stone, el caos y la anarquía en Cruella de Disney
Cruella de Vil apareció por primera vez en las pantallas en el clásico animado de Disney de 1961 101 Dálmatas como una aristócrata diabólica cuya obsesión por la moda la llevó a codiciar a los cachorros manchados de su empleada para hacerse un abrigo de piel. Su obsesión por los perros la transformó en uno de los villanos más notorios de la cultura pop. Ahora, como el estudio ha hecho antes con muchos de sus personajes icónicos, Disney la ha lanzado en live action.
Traída a la vida por Emma Stone, la segunda persona en interpretar el papel (la primera fue Glenn Close), esta Cruella es una joven aspirante a diseñadora de moda en la década de ’70 en Londres. Y aunque está muy lejos de ser la malvada amante de las pieles de perros que conocemos y amamos, Cruella, sin embargo, sirve como una divertida historia del origen e incluye referencias más que suficientes a su material fuente como para satisfacer a los fanáticos.
Cruella comienza desde el principio, estableciendo que el personaje nació con su característico cabello blanco y negro, y recibió el nombre de Estella. La narración continúa con sus años escolares, donde su personalidad segura y creativa, así como su forma franca de expresarse, a menudo la metían en problemas, creando muchos trastornos para su madre soltera. Sus travesuras la llevan a Londres con solo su perro Buddy como compañía, hasta que conoce a dos jóvenes ladrones.
El trío crece juntos, realizando pequeños robos en las calles de la ciudad, hasta que un día, una década después, el talento de Estella para el diseño llama la atención de la baronesa, un ícono de la moda de renombre mundial interpretada por Emma Thompson. Pero incluso cuando Estella comienza a realizar sus sueños, se enfrenta a una serie de revelaciones que conducen a la manifestación de su diabólica personalidad llamada Cruella.
A diferencia del éxito de taquilla de Disney de 2014, Maléfica, que contó la historia de La Bella Durmiente desde el punto de vista de la villana, Cruella es una historia nueva. Aún así, la inteligente premisa de la cinta se siente arraigada en el clásico animado, al tiempo que garantiza que los espectadores no necesiten estar familiarizados con el material original para disfrutar de la nueva película.
La película apuesta por un tono punk rock que encaja tanto con el personaje como con el escenario de la década del ‘70. Eso incluye una banda sonora repleta de clásicos del rock, que distraen un poco. Sin embargo, cuando la música es tan buena, es difícil enojarse demasiado. Además, el vestuario es increíble, al igual que muchos de los decorados, creando una estética vívida que realza la historia.
God Save the Punk Queen
Stone y Thompson son magníficas en sus papeles y parecen disfrutar resaltando los bordes irregulares de sus personajes. Del mismo modo, los coprotagonistas Joel Fry y Paul Walter Hauser, como los amigos y futuros secuaces de Cruella, Jasper y Horace, hacen un trabajo maravilloso al acompañar los altibajos de sus exagerados planes de venganza y dominación del mundo de la moda.
Con más de dos horas de duración, Cruella es demasiado larga y sufre de una trama débil, lo que pesa mucho en el tercer acto, donde se obtiene información importante de maneras a veces artificiales. Sin embargo, en general, hay mucho para disfrutar de la última entrega de Disney. Además, con las redes sociales convirtiéndonos a todos en expertos en la creación de personajes, el viaje de Estella hasta la malvada Cruella se siente relevante, como si fuera un estudio sobre la elaboración de una identidad creada para el consumo popular.
Craig Gillespie (I, Tonya, Dumb Money, Pam & Tommy) y los guionistas Dana Fox y Tony McNamara (La Favorita, Pobres Criaturas) presentan una producción fresca, perversa y anárquica que es más que merecedora de un personaje tan icónico. El diseño de producción excéntrico de Fiona Crombie se hará lugar entre las nominaciones en la temporada de premios. En general, esta es una producción elegante que decepciona ligeramente. Pero si uno está dispuesto a dejar esas cosas a un lado, hay mucho aquí para disfrutar.