Eric, la nueva de serie de Netflix de seis episodios protagonizada por Benedict Cumberbatch, pone en escena eso que los adictos llaman “tener el mono”: una presencia que acompaña las alteraciones del estado psíquico y físico por la abstinencia. En el cuento La Cosa, Abelardo Castillo la define como un especie de fantasma personal, un demonio privado que sigue al protagonista de manera silenciosa. “Desde esa noche ya no soy un hombre solo. La Cosa está conmigo a toda hora y me acompaña a todas partes. No habla, solo me observa. Cómo si intentara averiguar algo, como si quisiera saber quién soy”.
En Eric, Vincent Anderson (Cumberbatch) es un titiritero alcohólico que, después de la desaparición de su hijo de 9 años, comienza a hablar con una criatura imaginaria, el juez de todas sus fallas como padre, como marido, como ser humano. Lo que insiste en un adicto es la pulsión de muerte que nace de la obsesión, se alimenta del egocentrismo y descarga su fuerza en ira compulsiva, y Cumberbatch logra otro retrato convincente del artista torturado para encarnar a Vincent, el creador de un querido programa infantil al estilo de Plaza Sésamo -llamado Good Day, Sunshine-, mientras la adicción destruye todas las relaciones de su vida.
Eric, la nueva serie de Netflix de Abi Morgan
Con una petaca de vodka siempre a mano, Vincent se esconde en el dolor. Vive en un matrimonio en estado de agresión permanente con su esposa Cassie (Gabby Hoffmann); su programa amenazado por la baja en los índices de audiencia. La desaparición de Edgar (Ivan Morris Howe) es el catalizador que termina de configurar el infierno: Vincent profundiza en la espiral de autodestrucción, con todas las variantes de un único síntoma: meterse toda las sustancias que sean, todo lo que el cuerpo resista, jugando en el límite entre la vida y la muerte: la muerte en vida.
Lo que mantiene activo a Vincent son sus obsesiones: el alcohol, recuperar a su hijo. Comienza a alucinar con un muñeco gigante, que no es una figura cualquiera: es el Eric titular de la serie, el títere creado por Edgar no solo para salvar el programa de su padre, sino también para conectarse con él de la única manera que sabía. El alcohol se lo lleva todo, pero no lo hace de una vez, se lo va llevando poco a poco. Disfruta mucho de arrastrarse un tiempo largo antes del tiro final. Por eso el viaje de Vincent para encontrar a su hijo también se convierte en un viaje para recuperarse a sí mismo y todo lo que perdió.
Creada por Abi Morgan (Shame, The Hour), Eric es una serie ambiciosa, que bajo el formato de thriller policial intenta ser una extensa radiografía social de la Nueva York de mediados de los años 80’s. El telón de fondo de Eric es la inseguridad, la pedofilia, la indigencia, el racismo, el SIDA, la homosexualidad y una opinión pública preocupada por la desaparición de un niño blanco de clase media, que nunca registró la desaparición de otro niño, negro y pobre. Morgan plantea el paralelo entre un mundo superpoblado de malos padres y un patriarcado tóxico y corrupto que abarca a la policía, el sector inmobiliario, la política y los medios de comunicación.
Si la metrópolis de Good Day, Sunshine es una utopía fraterna, donde incluso el títere de la policía es amigable, Morgan esboza un Manhattan gobernado por una masculinidad capitalista, lasciva y destructiva, donde los túneles del subterráneo son el único lugar seguro para las comunidades de personas sin techo y en las torres del downtown los residentes más poderosos de la ciudad imponen su voluntad a los millones de habitantes.
Eric, retrato de una adicción
El otro protagonista de Eric la figura resiliente en esta máquina que funciona mal. El detective asignado al caso de Edgar, Mikey Ledroit (McKinley Belcher III). Negro, honesto, homosexual, siempre fue un extraño en la policía de Nueva York: como un hombre gay no declarado, encerrado en una oficina llena de hombres blancos machistas que lanzan insultos raciales y comentarios homofóbicos con regularidad, el detective procesa el dolor personal por la enfermedad de su pareja con la manía por resolver los misterios que rodean a las desapariciones.
Mientras Vincent se embarca en la búsqueda desesperada de su hijo, Mikey se convence de que los casos de Edgar y Marlon (Bence Orere) -el niño negro y pobre desaparecido hace 11 meses, olvidado por todos, excepto por su madre (Adepero Oduye)- están conectados. El estoico detective contiene su ira, lo que sólo aumenta el efecto de su inevitable explosión.
Eric es una serie oscura, sobrecargada de historias, con un intenso bagaje psicológico y la resonancia sociopolítica que rodea a sus protagonistas. Pero la repetición es un mal sustituto de la cohesión: el personaje de Vincent, que lucha con un gigante peludo e imaginario por el control de su vida, rara vez parece habitar el mismo universo que el policía que se maneja silenciosamente a través de las distintas opresiones del sistema.
Morgan intenta contrarrestar la odisea introspectiva de un hombre autodestructivo con un mensaje social, pero el tono didáctico de la serie no explota el terror surrealista inherente a su premisa. Cumberbatch le da a Vincent la dosis necesaria de carisma y abandono, pero su arco narrativo está saturado coincidencias y giros que reducen a Nueva York a una pequeña aldea donde los caminos de todos están conectados. Eric llega a su punto crítico de manera inverosímil, en un rapto de elevación redentora, tragedia dolorosa y moralidad.
Para Vincent, el temor no es la oscuridad, sino la luz. Es decir, descubrir lo que puede haber dentro suyo, lo que la humildad le puede hacer a un hombre.
Eric está disponible en Netflix.