The Crown 5 es la temporada de los escándalos mediáticos. Si durante las cuatro primeras entregas distintos personajes remarcaban que la monarquía era un truco de magia, una mentira instalada en el inconsciente colectivo, el ideal imposible de un pueblo, la década del ’90 puso en escena la brecha entre el mito y la realidad: el divorcio se puso de moda entre varios miembros de la realeza, el libro sobre Diana de Andrew Morton y las entrevistas de la princesa y Carlos en la televisión, mostraron al mundo que eran personas menos simbólicas que crueles, que eran menos una fantasía popular que seres dañados por sus obligaciones.
El episodio 5, The Way Ahead, recrea la conversación íntima entre Carlos (Dominic West) y Camila (Olivia Williams), conocida como Camillagate o, más explícitamente, el Tampongate. La llamada se realizó en diciembre de 1989, cuando el príncipe se preparaba para dar un discurso en Oxford sobre la degradación del lenguaje a nivel social provocado por la vulgarización de las palabras utilizadas en los medios de comunicación ingleses. Carlos estaba de visita en la casa de Cheshire de Anne Grosvenor, la duquesa de Westminster, cuando llamó a su amante, que se encontraba en su residencia con su esposo e hijos.
El Camillagate: La conversación de 6 minutos con el príncipe Carlos
Fueron apenas 6 minutos, en los que Carlos y Camila hablan inicialmente del discurso, pero la conversación se vuelve tímidamente hot: dos personas enamoradas en toda su intimidad, olvidados de las preocupaciones, de la familia, del mundo. Después de que Camila describe las habilidades táctiles del príncipe para tantear, el diálogo se vuelve ginecológico:
Camila: -Te necesito toda la semana. Todo el tiempo. Desesperadamente.
Carlos : -Oh, Dios. Viviría adentro de tus pantalones, o algo así… sería mucho más fácil.
–¿En qué te vas a convertir, en un par de bragas?
– O en un tampón. Te imaginas, con mi suerte…
– Eres un idiota. Qué idea maravillosa.
–Con mi suerte me tirarían al inodoro, dando vueltas para siempre… en círculos, sin bajar jamás. Hasta que llegue el próximo.
– Tal vez podrías reencarnar como una caja.
–¿En una caja ?
– En una caja de tampones: uno detrás del otro.
Si bien la llamada telefónica la registró en 1989 una especie de paparazzi auditivo, que con un receptor de onda corta interceptó al azar la conversación del príncipe y Camila -para luego vendérsela a la prensa-, la nota no se publicó hasta 1993, después de que Carlos y Diana anunciaron su separación “amistosa” en diciembre de 1992. El diario The Mirror informó que “la cinta envió ondas de choque a través de las esferas reales, ya que ambos estaban casados en el momento de la conversación. También provocó el divorcio de Camila de Andrew Parker Bowles porque hizo insostenible su posición como esposo de la duquesa de Cornualles, aunque los tres seguían siendo amigos”.
También tuvo un efecto duradero en el príncipe, según su biógrafo Howard Hodgson, que describe la situación en Charles: The Man Who Will Be King : “Carlos sigue profundamente traumatizado por la vergüenza que le causó a su madre, profundamente apenado por el dolor que le causó a sus hijos y a los de Camilla”. Por su parte, Diana estuvo afectada y furiosa por la conversación y calificó la grabación de “enferma”. Sin embargo, ella misma sería objeto de su propio escándalo, cuando una conversación privada entre ella y el comandante James Gilbey se filtró a la prensa en 1992. El incidente se conoció como Squidgygate por la forma en que Gilbey se refirió a Diana.
El Camillagate no apareció en la temporada 4, cuando Josh O’Connor y Emerald Fennell interpretaron a Charles y Camilla de 1979 a 1990. El actor explicó que cuando le ofrecieron el papel su primera pregunta fue sobre el escándalo, pero el creador Tom Morgan le respondió: “No vamos a hacer la llamada telefónica de los tampones”. Para The Crown 5, Dominic West y Olivia Williams recrearon la llamada casi en su totalidad. Antes del debut de la temporada 5 en Netflix, West reveló en una entrevista la llamada aparecería en la serie.
“En ese momento, recuerdo que pensé que era algo tan sórdido y profundamente, profundamente vergonzoso. Mirando hacia atrás y teniendo que interpretarlo, de lo que eres consciente es que la culpa no era de estas dos personas, dos amantes, que estaban teniendo una conversación privada. Lo que está realmente claro ahora es cuán invasiva y repugnante fue la atención de la prensa, que lo imprimieron palabra por palabra y podías llamar a un número y escuchar la cinta real. Creo que me hizo extremadamente comprensivo con ellos dos y por lo que habían pasado”.