En cierto modo, Ripley de Netflix está despiadadamente alineada con la novela de Patricia Highsmith de 1955, El Talento de Mr. Ripley. El escritor y director Steven Zaillian utiliza el espacio dramático de 8 episodios para profundizar en los detalles de la vida del antihéroe, sentando las bases para su dudosa historia de fondo, especificando su inteligente falsificación y manteniéndose cerca del material original cuando se trata de los crímenes. Pero la serie modifica un pequeño detalle que marca una gran diferencia: la bata borgoña.
Andrew Scott (Fleabag, All of Us Strangers) interpreta al estafador titular, contratado por el millonario Herbert Greenleaf para convencer a su hijo Richard –Johnny Flynn (Stradust, One Life)- de abandonar su vida de bohemio chic en Italia y que regrese a casa. Pero poco después de conocer a Dicky, usando su ingenio y su flexible código moral, Tom Ripley (en definitiva, un lumpen que siempre estuvo al borde del abismo económico), hará lo que sea necesario para permanecer en esta tierra de Oz de privilegios e ínfulas artísticas.
Pero ¿qué tiene que ver una bata con todo esto?
Tanto en la novela como en la serie de Netflix, la madre de Dickie le pide a Tom que se lleve algunos regalos para su hijo: medias, algunas camisas, una bata. En ambas versiones, ella es precisa en todos los objetos excepto en la bata, insistiendo en que Tom, como amigo de Dickie, elija el color que su hijo preferiría. En la novela, cuando ya está instalado en Italia, Tom le presenta a Dickie la prenda que eligió. Highsmith describe el evento de esta manera: “Como Tom había anticipado, Dickie estaba extremadamente satisfecho con la bata”.
En el capítulo anterior, Tom meditaba sobre su deseo de agradarle a Dickie, por lo que su aprobación es un gesto recibido como una prueba irrefutable de su propia naturaleza aristocrática. Pero en la serie Ripley de Netflix las cosas no resultan tan agradables: no sólo a Dickie no le gusta la bata, sino que Zaillian utiliza el detalle para construir un hilo en el tapiz de rencores y sentimientos de rechazo de Tom.
En el episodio 1 de Ripley, Un Buen Hombre es Difícil de Encontrar, Tom llega a Brooks Brothers para recuperar la ropa encargada. Cuando el empleado nota que la señora Greenleaf ha dejado la elección del color en manos de Tom decide: “Creo que el granate”. El dependiente lo corrige de manera seca y arrogante: “Borgoña”. La estética visual de Ripley se presenta en blanco y negro, por lo que el público no puede ver el color. Sin embargo, en el plano amplio con las tres batas, la que Tom eligió se destaca por su llamativo estampado de cachemira, ante el sobrio rayado de las otras dos.
El empleado intenta de nuevo: “¿Está seguro?” Sí. Tom está seguro.
Esta escena es uno de los muchos momentos de la serie que cuestiona el gusto de Tom. La implicancia de que no saber el nombre preciso del tono y su elección de la bata más llamativa sugiere una cultura baja, que complementa la manera en cómo Tom se destaca entre los ricos. En este momento lo critican por no cumplir con los estándares estéticos de la clase alta y se siente levemente avergonzado por un empleado. Cuando Dickie también se equivoque con el color, nadie lo corregirá.
El episodio 2 de Ripley, Seven Mercies, revela la reacción de Dickie. Mientras analiza las camisas que le envió la Sra. Greenleaf, ofrece un comentario sarcástico: “Mi madre no parece darse cuenta de que las mejores camisas de Nueva York fueron importadas desde aquí”. Sin embargo, reserva un desprecio mayor hacia la bata. “Por supuesto que elegiría esta”, dice Dickie mientras Tom lo mira expectante. “¿Quién en el mundo usaría alguna vez una bata púrpura con estampado búlgaro? Dios mío, es horrible”.
En el libro, Tom se alegra de saber que él y Dickie comparten gustos similares, como lo demuestra la aprobación de Dickie de la bata elegida. En la serie de Netflix, Tom parece dolorido. No es sólo una diferencia estética: el comentario de Dickie es una demostración empírica de su gusto inferior.
Antes de Prince, el púrpura había sido durante mucho tiempo un color vinculado a la estética queer. En la década de 1950, cuando los columnistas de chismes escribían sobre las estrellas de Hollywood cuya homosexualidad era un secreto a voces, usaban palabras clave como “soltero confirmado” y “dedicado a su madre”. Otras veces usaban el término “flor púrpura”. En Ripley, Zaillian se basa en estos códigos de la época para aludir al deseo implícito de Tom por Dickie.
Más adelante en la serie -y en la novela-, Dickie confronta directamente a Tom sobre su presunta homosexualidad, que Tom niega con vehemencia. Quizás la escena de la bata explica por qué Tom rechaza esta etiqueta. Dickie no es lo suficientemente sofisticado como para acertar con el color, pero descarta la bata como algo “horrible”. Sin darse cuenta, está rechazando la insinuación de Tom sobre quién es realmente debajo de toda su condescendencia. Sin embargo, el extraño subtexto se vuelve más pronunciado en el trayecto final de la bata.
Freddie y Tom: todos somos extraños
Después del violento viaje en bote, Tom regresa a la villa de Dickie para empacar las cosas del difunto heredero. Para hacer verosímil la historia de que Dickie se mudará a Roma, Tom, como amigo íntimo, está reuniendo sus efectos personales. Entre las pertenencias y los trajes de Dickie también guarda la bata.
En el episodio 5, Lucio, cuando Freddie Miles (Eliot Sumner) irrumpe en el departamento de Roma, Tom intenta convencerlo de que Dickie vive allí. Pero Freddie sospecha y ve algo extraño: colgada en la puerta del dormitorio está la bata borgoña, casi un agente provocador entre los pisos de mármol y los muebles de madera oscura. Freddie no menciona la prenda, sino que pide un trago: después de hacerlo retorcerse un poco, acusa: “Estás viviendo aquí con Dickie, ¿no?”. Tom lo niega, pero Freddie ataca: “Dickie no usaría esa bata horrenda ni muerto”.
En el libro, Freddie llega a una conclusión similar, pero que no tiene conexión con la bata (es a través de una de las joyas de Dickie). Acorralado, Tom mata a Freddie en el departamento y rápidamente culpa a la víctima: decide que Freddie es el tipo de hombre que golpearía a alguien por ser un “maricón”. La prosa de Highsmith invita al lector a una mayor justificación interna:
“Uno también podría odiar a Freddie. Un bastardo egoísta y estúpido que se había burlado de uno de sus mejores amigos (Dickie sin duda era uno de sus mejores amigos) sólo porque sospechaba que tenía una desviación sexual. Tom se rió de esa frase: ‘desviación sexual’. ¿Dónde estaba el sexo? ¿Dónde estaba la desviación? Miró a Freddie y dijo en voz baja y con amargura: ‘Freddie Miles, eres víctima de tu propia mente sucia'”.
Ripley de Netflix no representa a Freddie como homofóbico, sino que sugiere que es el reflejo de Tom y que ambos podrían ser gays. En el libro, Freddie es descrito como una “montaña” fea y pelirroja (en la película de 1999 fue interpretado por Philip Seymour Hoffman), pero en la serie lo interpreta el andrógino y suave Eliot Sumner.
Durante el trágico encuentro con Tom, Freddie usa una bufanda estampada que podría considerarse “ruidosa” de la misma manera que la bata. Su actitud con Dickie en los episodios anteriores estaba cargada de insinuación, y tal vez juzga a Tom guiado por la envidia y los celos (“Los celos saben más que la verdad”, dice Gabriel García Márquez en Memorias de mis Putas Tristes).
El joven desnudo que espera a Freddie en su habitación de hotel confirma la bisexualidad u homosexulidad del personaje. En la serie Ripley, Tom explota la presunta homofobia de la policía italiana como herramienta para sugerir que Freddie era un tipo libertino y desagradable, que podría terminar asesinado debido a su estilo de vida. Así, Tom demuestra una aguda conciencia de cómo los hombres homosexuales eran difamados, incluso cuando él lo utiliza para sus propios propósitos egoístas.
La homosexualidad de Tom Ripley en la novela y en la serie de Netflix
Esencialmente, en la serie Ripley de Netflix, Freddie y Tom se presentan más parecidos que diferentes, incluso en sus extravagantes accesorios. La homosexualidad de Tom no lo hubiera exiliado del círculo de amigos de Dickie. Sin embargo, lo queer de Tom no es tan importante para el personaje como su profundo miedo a la alienación. Uno se remite al otro (los personajes secundarios del libro y, en menor grado, de la serie, consideran el comportamiento homosexual como desviado), pero la motivación que impulsa a Tom es su necesidad de ser incluido. Una vez que Dickie lo rechaza, se esfuerza letalmente por presentarse como un hombre digno de pertenecer a la élite.
En El Talento de Mr. Ripley Tom no lucha tanto contra su sexualidad, sino que huye desesperadamente de ella, convirtiéndose en Dickie para no admitir sus complicados sentimientos por su amigo.
El amor puede parecer un concepto demasiado extraño para un hombre que se niega a conocerse a sí mismo. Tom crea autoficciones para evitar reconocer su propia identidad. Más allá de Dickie, la aceptación de la alta sociedad es algo a lo que Tom Ripley se abre paso a lo largo de la serie.
Jugando con el ego de los ricos, refleja los intereses de sus víctimas. Manipula sus emociones explotando su vanidad. Cuenta historias para divertirlos y parecer más un autóctono ingenioso que una amenaza. Busca validación a través de invitaciones a fiestas, cenas elegantes y excursiones de un día. Aún así, su resentimiento lo mantiene alejado de esa gente, un sentimiento deformado por el robo y por el crimen.
Ya sea usando el nombre de Dickie o siendo él mismo, Tom Ripley no deja que nadie se le acerque. Sin embargo, anhela ser visto y codiciado, como una bata color borgoña con estampado búlgaro de Brooks Brothers.
Ripley está disponible en Netflix.