Tom Waits es más cool que Morgan Freeman. Es un hecho científico. El cine prefiere a los Demonios. Dios es una idea con la que medimos nuestro dolor; Jesús, una sublimación sadomasoquista (gracias, Mel). Pero los demonios combinan lo imposible y lo prohibido, la sofisticación y la monstruosidad, la alteridad y la psicología, con connotaciones del orden sexual, político y metafísico. Pero Nefarious inventa una entidad nueva: el demonio cristiano. Este habitante del Averno es un groupie de Dios, que pide a los gritos que todos los santos del almanaque lo sodomicen.
Nefarious se vende como una película de terror, pero a los sumo es un thriller con formato de diálogo (perdón, Platón). Una especie de obra de teatro, un pscicodrama hecho de palabras y tics. La mayor parte de la trama transcurre en la habitación de una cárcel. Edward Wayne Brady (Sean Patrick Flanery) es un asesino en masa que espera la silla eléctrica esa misma noche. El psiquiatra James Martin (Jordan Belfi) lo visita para determinar si sufre algún trastorno psicológico o si es mentalmente competente para ser ejecutado. Brady no tarda en afirmar que su verdadero nombre es Nefarious, un demonio que habita ese cuerpo y obliga a Brady a hacer lo que él quiere.
Nefarious, el abogado de Dios
La película se presenta como un debate intelectual, pero en realidad es el monólogo pseudo filosófico de Brady / Nefarious, en el que el interlocutor es un medio para estructurar el discurso -en este caso sobre la teología del Infierno, el libre albedrío, el aborto, la eutanasia y la cultura contemporánea-, realizado desde una cosmovisión religiosa conservadora.
Martin representa al pensamiento secular moderno, que para los directores Chuck Konzelman y Cary Solomon, es el que llega a un acuerdo con el Mal mediante su deliberada ignorancia de la divinidad. Este psiquiatra es un cliché tamaño natural, que habla a través de eslóganes -cosas como “¡Nunca hemos sido tan libres! o “estamos trabajando para eliminar el racismo, la intolerancia y la desigualdad de género”-, que no sabe defender sus posiciones o se queda callado ante lo que no entiende. Su función dentro de la película es el de engrandecer el discurso del Otro. Una especie de Majul del subsuelo.
Brady dice estar poseído por un demonio, pero es Nefarious el que está poseído por Dios, con su retórica salida del clóset del inconsciente de la derecha, una cobardía grandilocuente que usa la figura del demonio para hacer hablar a la divinidad a través de él: “el Creador crea y nosotros destruimos a través del Hombre. Pero queremos eliminarlo para lastimar a Dios, porque los ama demasiado”.
Flanery lo interpreta como un bizarro totalmente desquiciado y lleno de tics. Con el par de zapatos adecuados y un dos ninfas a los costados cantando Simpathy for the Devil podría revolucionar Broadway con El Diablo Superstar. Es droga verlo al borde del orgasmo pro vida cuando dice, en el momento preciso en el que la novia del psiquiatra se está realizando un aborto: “¿puedes sentir la agonía del carpintero [sí, Jesús] cuando despedazamos a un bebé en el vientre de su madre? ¿Puedes sentirlo? ¡Es el Infierno que se regocija!”
Nefarious y la derecha cristiana
La película está basada en la novela de Steve Deace de 2016 A Nefarious Plot, que explora cómo la política y la modernidad secular funcionan como un medio para que los demonios tienten a los estadounidenses hacia la condenación eterna a través de la división social y los valores progresistas. El libro es una especie de homenaje a The Screwtape Letters, la novela apologética de 1942 del escritor y teólogo inglés C. S. Lewis, cuya figura también se explora en La Última Sesión de Freud, la película de 2023 con Anthony Hopkins y Matthew Good que presenta un escenario similar a Nefarious, pero con altura: una conversación entre dos intelectuales sobre la incompatibilidad entre la ciencia y la fe.
Deace -un conductor de radio de la derecha cristiana- es el productor ejecutivo de la película, realizada en colaboración con los dos cineastas detrás de la antiabortista Unplanned. Nefarious fue hecha por Believe Entertainment, el estudio detrás de cosas como Dios No Está Muerto 1 y 2. Ante las acusaciones de vender ideología cristiana con el rótulo de terror, Deace admitió: “Simplemente el tráiler de Nefarious no presenta la forma en que realmente es la película. Es que aquí todo se hace de manera subversiva [sic]. Estamos intentando llegar a una audiencia que necesita desesperadamente la verdad antes de que sea demasiado tarde. Y lo vamos a conseguir”.
El éxito de Sound of Freedom (Sonido de Libertad) sacó al fanatismo religioso de su gueto norteamericano. En un mundo que se corre peligrosamente hacia la derecha, películas como estas están encontrando un público cada vez más abierto a buscar respuestas fáciles a la incertidumbre y la inestabilidad del mundo. Nefarious es propaganda disfrazada de thriller disfrazado de película de terror; un dispositivo para encontrar el pathos contemporáneo en el escepticismo moderno y en los derechos sociales. Un manual de autoayuda para mormones desprevenidos.