Mi Querida Niña, la nueva serie alemana de Netflix
Un casa cerrada y sin ventanas en medio de un bosque. Adentro, la vida de Lena y la de dos niños giran en torno a estrictas reglas: horarios para las comidas, para el uso del baño, los juegos, las horas de sueño y las de aprendizaje. El castigo por no cumplirlas es rápido e inolvidable. El padre los vigila a través de cámaras, proporciona alimento, los protege de los peligros del mundo exterior, se asegura de que sus hijos tengan una madre. Pero un día Lena logra escapar. Ahora comienza realmente la pesadilla.
Basada en el best seller homónimo de Romy Hausman, Liebes Kind (Mi Querida Niña) -la nueva miniserie alemana de Netflix– es un oscuro viaje al centro del trauma y las secuelas del encierro, que muestra cómo el comportamiento manipulador deja profundas cicatrices psicológicas y el miedo inscrito en el cuerpo puede ser más peligroso que las agresiones físicas.
Lena (Kim Riedle) y su hija Hannah (Naila Schuberth) son ingresadas en un hospital. La madre está semi inconsciente después de sufrir un accidente mientras escapaba del cautiverio. La hija está tranquila, sabe que su padre aprobaría su comportamiento, que pronto volverá todo a la normalidad, a volver a ser una familia feliz. Hannah responde las preguntas con naturalidad, le explica a la enfermera lo que es un palíndromo y muestra sus manos como si ese gesto fuera una convención social. Dice “Mi madre intentó matar por accidente a mi papá” como si dijera “afuera llueve”: solo una información banal y cotidiana.
Los padres de Lena, Karin (Julika Jenkins) y su marido Matthias (Justus von Dohnányi), se apresuran por llegar al hospital. Su hija desapareció hace 13 años. No reconocen a la mujer, pero sí a Hannah, que se parece mucho a su hija de niña. ¿Quién es la que dice ser Lena? ¿Dónde está la verdadera? ¿Está viva o muerta? ¿Hannah es la hija de Lena?
Los primeros episodios de Mi Querida Niña mantienen la intriga a través de la fragmentación, la elipsis y los flashbacks de la vida de Lena y sus hijos en cautiverio, que se combinan con las secuelas psicológicas de una mujer que cada vez que intenta hablar de lo sucedido, una voz dentro de su cabeza le impide decir la verdad, mientras Hannah sigue repitiéndose a sí misma que está tomando los pasos correctos y siguiendo obedientemente las órdenes de su padre.
Mi Querida Niña toma elementos conceptuales y estéticos de grandes películas (pero sin su genialidad), como la usurpación de la identidad de Vértigo de Alfred Hitchcock, la agonía del encierro de Room (Lenny Abrahamson, 2015) y el acceso controlado a la realidad de Canino de Yorgos Lanthimos. El guion de Isabel Kleefeld y Julian Pörksen transita los tropos gastados del thriller, pero funciona -hasta el decepcionante final- en la alteración de las coordenadas del relato lineal, intentando armar un rompecabezas visual organizado sobre la acumulación de indicios y pistas falsas, en el que cada secuencia funciona como el rastro de una acción y, a la vez, el signo de su misterio.
Mi Querida Niña está disponible en Netflix.
TRAILER | MI QUERIDA NIÑA