Una droga que cambia el mundo. “Un analgésico fuerte, universal y no adictivo”- le dice el joven Roderick Usher a su jefe Rufus Griswold “Fortunato no será solo una compañía médica. Será un milagro. Y usted, el nuevo Mesías”. Aunque La Caída de la Casa Usher está inspirada en las obras de Edgar Allan Poe, la serie habla con la urgencia del presente y establece paralelismos con el mundo real. El Lígodon es un invento revolucionario, el que le hará ganar a la dinastía Usher millones de dólares. En el camino, quedarán vidas destrozadas por la droga. Es la versión ficcional de la oxicodona.
Mike Flanagan utiliza el Lígodon como recurso narrativo, no sólo para resaltar cómo Roderick Usher adquirió su pornográfica riqueza, sino también para criticar la decadencia que prevalece en la industria farmacológica. Esta crítica al capitalismo salvaje hace que La Caída de la Casa Usher se sienta actual y contundente. El Lígodon es el subtexto político que permite que la serie se relacione con una realidad inquietante, reflejada en el documental ganador del León de Oro en el Festival de Venecia 2022: All the Beauty and the Bloodshed (Toda la Belleza y el Dolor).
El Lígodon en La Caída de la Casa Usher
El Lígodon aparece por primera vez en la serie en un flashback: Roderick Usher presenta la droga y sus potenciales beneficios económicos durante una reunión con Griswold. Durante su discurso, lo promociona como un analgésico milagroso que produce pocos o ningún efecto secundario en los consumidores. Pero -como luego revela la serie- el Lígodon resulta altamente adictivo, e incluso provoca la muerte de millones de personas. Esta problemática tiene paralelos con la crisis de opioides del mundo real.
La Lígodon es una la versión ficticia del analgésico oxicodona -que se vende bajo la marca OxyCotin-, fabricada por un gigante farmacéutico, Purdue Pharma, con una proscripción fraudulenta que afirma que la droga es menos adictiva que otros opioides. La falta de regulaciones sobre los grandes laboratorios han provocado una crisis de opioides que afecta a millones de personas en Estados Unidos, consumidores que se han vuelto adictos al OxyCotin, mientras que casi 500.000 de muertes se atribuyeron a sobredosis del analgésico entre 1999 y 2019. La droga también es considerada como una puerta de entrada al consumo de heroína.
Con el Lígodon, al ser una referencia implícita a la oxicodona, La Caída de la Casa Usher fundamenta su narrativa en los pliegues de la realidad contemporánea. Utilizando las obras de Poe como base de su trama general, la serie de Mike Flanagan teje una historia actual que critica la industria farmacéutica y cómo manipula los mecanismos legales para obtener ganancias.
El documental sobre la crisis de los opiáceos
All the Beauty and the Bloodshell, de Laura Poitras, narra la historia de cómo la artista Nan Goldin y la organización PAIN (Prescription Addiction Intervention Now) -que ella misma fundó-, intervinieron las galerías de arte más famosas del mundo en protesta por sus vínculos con la familia Sackler, filántropos y dueños de Perdue Pharma.
A la propia Goldin le recetaron OxyContin de adolescente para aliviar el dolor de una operación. Con una franqueza lacónica, advierte que se volvió adicta a la droga casi de inmediato, antes de pasarse a la heroína. Fundó PAIN para desafiar el “lavado de reputación” -a través de fuertes donaciones a museos y galerías- del nombre Sackler. Es un acto valiente por parte de una artista cuya obra se expone en esos mismos museos.
Poitras le da a las imágenes de las protestas la tensión nerviosa de un thriller político. Después de haber ganado el Festival de Venecia, Goldin declaró: “En cierto modo, la película trata sobre la impunidad: nadie se enfrenta a penas de cárcel, ni a ser acusado, ni a declararse en quiebra, pero el nombre de la familia ha sido avergonzado en los espacios culturales, y eso es una especie de éxito, aunque sea limitado“.
La Caída de la Casa Usher está disponible en Netflix.