Después de Jean-Luc Godard el cine no fue el mismo: fue el director que prendió fuego la sintaxis fílmica para hacer lo que nadie había hecho, para expander los límites del medio y usarlo como arma de transformación de la sociedad. Su obra es lúcida, lúdica, poética, crítica, elíptica, política, pero sobre todo…. absolutamente moderna. Jean-Luc Godard. God Art. El genio de la Nouvelle Vague murió en Suiza, su país natal. Tenía 91 años. Se hizo un suicidio asistido.
El presidente Emmanuel Macron de Francia rindió homenaje al director con un comunicado en Twitter, llamándolo el “iconoclasta de los cineastas de la Nueva Ola”.
Nacido en París en 1930, Godard creció en Nyon, Suiza. Fue París después de terminar la escuela en 1949, y allí encontró un hogar entre el grupo de jóvenes críticos de cine en los cine clubs de la ciudad. Godard comenzó a escribir para las nuevas revistas en los 50’s, incluida la influyente Cahiers du Cinema de Andre Bazin. Como crítico se aprendió todo los manuales del cine de Hollywood. Como director subvirtió todas sus leyes.
Jean-Luc Godard: Monsieur Cinema
En 1959 debutó como director con À Bout de Souffle (Sin Aliento), un homenaje al cine noir que hacía del género algo moderno, empleando una técnica y un estilo nuevos, rápidos y avanzados que alteró el ADN de cómo se hacían las películas. En los años 60’s sacó su cámara a la calle y a cafés, tiendas, oficinas y apartamentos, e hizo de París una sinfonía de la ciudad. Godard captó como nadie los cambios culturales de una juventud en plena efervescencia social.
Godard usó el cine para retratar el mundo moderno: la apariencia de la vida en la estéril zona de confort del siglo XX, los productos y las imágenes pop, los mitos y sistemas políticos, culturales, económicos, románticos. Casado con su actriz fetiche de los 60’s, Anna Karina, hizo clásicos como Vivre sa Vie (Vivir su Vida) sobre una prostituta que se identifica con Juana de Arco, Petit Soldat (El Soldadito, 1962) sobre la guerra de Argelia -y que estuvo prohibida en Francia- Band Apart (Banda Aparte), el musical Une Femme est une Femme (Una Mujer es una Mujer), Pierrot le Fou (Pierrto el Loco), Made in Usa.
Con Brigitte Bardot y Michele Piccoli filmó una de las críticas más feroces al sistema de Hollywood en Le Mepris (El Desprecio). En 1968 filmó a los Rolling Stones grabando Simpathy for the Devil. Citó La Historia de la Eternidad de Borges en Alphaville (1966) y se inspiró en un cuento de Cortázar -La Autopista del Sur-para hacer Week End (1967).
Para Jean-Luc Godard, acceder a la verdad es, en primer lugar, producirla. El eje documental-ficción, la voluntad de traducir el mundo a partir de la lógica de la crónica periodística de sus primeras películas toma un giro hacia la entrevista en Masculin Féminin (Masculino Femenino), un film-ensayo sobre la juventud parisina de mediados de los 60’s, una generación moldeada por el cine de vanguardia y el consumo, el socialismo y la cultura pop, la guerra y la pastilla anticonceptiva: los hijos de Marx y la Coca-Cola.
Masculin Féminin se mueve entre la fascinación que le produce a Godard la belleza y la ingeniudad de esos chicos y chicas y una falta total de empatía con ellos. Es la mirada de un hombre de 35 años que ya había prendido fuego el lenguaje cinematográfico y quería prender fuego el mundo. Lo que ve es una juventud que ya no está atada a la moralidad de los 50’s pero no saben qué hacer con su libertad sexual; que pretende ser revolucionaria haciendo grafitis en los baños públicos; que cita a Sartre mientras ama la sociedad de consumo. Pero con Godard siempre hay un doble fondo: mirar implica un cuestionamiento sobre esa mirada.
En los 70’s experimentó con la imagen y el video y conoció a la cineasta Anne-Marie Miéville, quien se convertiría en una colaboradora habitual y más tarde en una pareja romántica después del final de su segundo matrimonio con la actriz y escritora Anne Wiazemsky. La deconstrucción del lenguaje cinematográfico de Godard se fue transformando en películas cada vez más abstractas, menos figurativas, pero que llevaban al límite sus posibilidades expresivas.
Murió Godard. Murió la vanguardia, los 60’s, la revolución. Hoy el cine perdió a uno de sus más grandes maestros.