Dream Scenario: ¿Quién le teme a Nicolas Cage?
Cuando Andy Warhol dijo en 1968 que en el futuro todas las personas serían famosas por 15 minutos, se convirtió en el primer filósofo de la internet. Si el pop art fue la invalidación sistemática de todas las jerarquías dentro del arte, la cultura del siglo XXI abolió los residuos de autoridad que quedaban en las maneras de representar de la realidad: lo que quedó fue una masa indiferenciada de información que nivela las categorías verdad/mentira, saber/opinión, trivial/importante, talento/falta de ídem.
Dream Scenario (El Hombre de los Sueños) es un viaje alucinado por los escombros kitsch de la cultura de la celebridad en la era de las redes sociales, en el que Kristoffer Borgli examina el pathos contemporáneo a través de la historia de una figura insípida y banal que se convierte en un fenómeno mundial después de aparecer en los sueños de las personas, antes de terminar el los basureros virtuales cuando su comportamiento onírico se vuelve agresivo. Una especie de El Ser y la Nada lisérgico, que asimila estos tiempos de entronización del trauma y la victimización, y donde sentirse ofendido es elevado a condición existencial cortesía de Twitter y YouTube. La vida es meme.
La película aprovecha el estatus de Nicolas Cage como ícono de la vida real en la conciencia pública para contrastar el last action hero excéntrico y demente de sus películas más populares con un idiota aburrido marcado por su inacción: Paul Matthews (Cage), un desaliñado profesor de biología evolutiva en la ficticia Universidad de Osler. Paul es una pasividad tamaño natural, una de esas personas en estado de inminencia permanente que temen mancharse con la vida. Un artista del no, heredero de Bartleby de Melville, que ante cada proposición respondía con su mantra existencial: “preferiría no hacerlo”.
A pesar de tener un puesto académico y una agradable vida hogareña con su esposa Janet (Julianne Nicholson) y sus dos hijas, Sophie (Lily Bird) y Hannah (Jessica Clement), Paul supura un deseo de grandeza que apenas puede disimular. Su vida gira en torno a sus clases y a conseguir un editor para un libro sobre hormigas que nunca escribió, pero que considera que toca los bordes de la genialidad conceptual por inventar el término horminteligencia.
Paul hace de su agitación interna un estilo de vida, con sus intentos vergonzosos de ser aceptado entre sus compañeros más exitosos. Cuando aparece en los sueños de la gente, comienza a recibir la atención que cree merecer. Pero incluso su función dentro los sueños ajenos es deambular pasivamente mientras se desarrolla algún tipo de evento dramático para el soñador: un testigo universal inerte que ocupa el espacio del inconsciente individual. Su inexplicable omnipresencia onírica lo convierte en una celebridad. Con el tiempo, Paul experimentará el abrazo caníbal de la fama.
El Hombre de los Sueños: Kristoffer Borgli explora la cultura de masas
Dream Scenario pone en escena la obsesión contemporánea por la visibilidad, el acto de ver y ser visto, que se conecta con la popularidad efímera en el ecosistema de las redes sociales. Como en el body snatching -el concepto inaugurado por Don Siegel en La Invasión de los Usurpadores de Cuerpos (1956)-, la figura humana es reemplazada por su propia imagen, en un nuevo régimen de representación de los cuerpos que es la condición de la fábrica de simulacro (gracias, Baudrillard) de la virtualidad.
El agente de publicidad de Michael Cera ve en Paul una oportunidad de promocionar los productos de sus clientes. Para él, esa presencia indolente que ha adquirido su estatus de manera involuntaria con la simple intervención del inconsciente colectivo, es “la persona más interesante del mundo”. Molly (Dylan Gelula), su asistente con ínfulas de groupie, personifica las tentaciones de la fama y la tendencia de la generación millennial / Z a aferrarse performativamente a objetos inexplicables.
Kristoffer Borgli hace sociología de pequeñas exageraciones nórdicas. Si en su segundo largometraje, Sick of Myself (2022), se centró en el narcisismo y en la espiral autodestructiva de la búsqueda obsesiva de la fama, en Dream Scenario -inspirado por Jung y su psicología de masas- explora el vector inconsciente de los fenómenos colectivos. Junto al director de fotografía Benjamin Loeb filma los sueños con pulso viral -una sintaxis de ritmos y expresiones esquivas, inacabadas, presas del flujo continuo de los usuarios-, para hacer de Paul (pero también del propio Cage) una especie de meme viviente.
Borgli no va a fondo con el surrealismo inherente a la premisa de Dream Scenario. Mantiene el caos bajo control para no perder de vista la reflexión sobre nuevas formas de entender la imagen y relacionarse con ella, sobre cómo la sociedad consume y deshecha a sus íconos sin piedad. Lo hace a partir de ese grado cero de la imaginación que es Paul. Como en El Peso del Talento (2022) de Tom Gormican, Cage es el vehículo para dramatizar las diferencias entre la imagen pública y el yo privado, mientras nunca nos deja olvidar el deseo universal de su personaje de lograr la única pequeña cosa que siempre quiso.
Dream Scenario es un mapeo sintomático de lo contemporáneo, que ve a los soñadores/usuarios como gimnastas cuyo erotismo está sometido a las nociones de higiene moral y a las pulsiones ideológicas de la fama. Pero Borgli vacía la cultura de la cancelación de cualquier pretensión militante, como si la considerara un automatismo, un acto reflejo que está más allá de la naturaleza de la indignación. Después de todo, “los memes, con el tiempo, se convertirán en el único material posible de nuestros sueños” .
Dream Scenario (El Hombre de los Sueños) se estrena el 1 de febrero en Argentina.