Desprecio (Disclaimer): el sexo y el duelo se unen en el episodio 3 de la serie

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En el episodio 3 de Desprecio (Disclaimer), un juego de seducción e infidelidad determina el destino de los personajes.

Aunque Apple TV+ aún dista de la cruda sexualidad de HBO (Euphoria, The Idol, Industry), el episodio 3 de Desprecio (Disclaimer) ofrece una secuencia gráfica en la que la cámara se mueve por la intimidad y los orgasmos de dos personas, y el cuerpo femenino se transforma en un continente por explorar: esta sexualidad explícita es el mecanismo a través del cual Alfonso Cuarón disecciona las complejidades del poder, el deseo y la memoria.

Desprecio nos confronta con un hecho que se repite en la obra del director: el deseo y la juventud chocan contra el muro de la culpa. En la serie, Cuarón juega con la idea del relato como arma, de la memoria como un territorio que puede ser manipulado por aquellos que lo dominan. Jonathan Brigstocke (Louis Partridge) no es solo un joven seducido, sino un símbolo de la maleabilidad de la verdad.

Las imágenes explícitas y el manuscrito de su madre, Nancy Brigstocke (Lesley Manville), parecen trazar su destino: un chico atrapado en una red tejida por mujeres mayores y más poderosas que él. Jonathan, congelado en el tiempo por la tragedia de su muerte prematura, emerge no como un simple joven ahogado en las costas de Italia, sino como el centro de un escándalo sexual que lo define incluso más allá de su propia vida, mientras Catherine Ravenscroft (Leila George D’Onofrio / Cate Blanchett) se desliza entre las sombras de esa narrativa, rehuyendo tanto la responsabilidad como la verdad.

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Louis Patridge como Jonathan en el episodio 3 de Desprecio

La escena de sexo del episodio 3 de Desprecio

El episodio 3 de Desprecio pone en escena la brecha de poder entre Catherine y Jonathan: una diferencia fundamental de edad y experiencia. La MILF y el adolescente ansioso por aprender brindan la conexión intensa y caliente que conduce a las escenas softcore de descubrimiento orgásmico con un estudiante muy dispuesto y preparado para ser dirigido hacia la felicidad. 

Cuando vemos a Catherine provocando seductoramente a un Jonathan patológicamente tímido el bar del hotel, ¿está Nancy llenando los vacíos de los últimos días de su hijo? Desprecio está plagada de narradores poco confiables y los ritmos emocionales se mueven entre extremos: el flirteo en el bar se desarrolla junto a escenas desgarradoras de los Brigstocke lidiando con el dolor inmediato y los trámites burocráticos de su hijo muriendo en el extranjero.

Jonathan se convierte en el joven inmaduro atraído por la ama de casa aburrida que está tan insatisfecha que llevará a un extraño a su habitación de hotel mientras su hijo duerme en la habitación de al lado. La naturaleza gráfica de la escena de sexo y la música sensual y arremolinada se desestabiliza cuando Nicholas despierta y su madre le dice que vuelva a dormirse para poder seguir con su juego sexual.

El episodio 3 de Desprecio va más allá del contenido explícito: el erotismo queda envuelto en una atmósfera de incomodidad. Las escenas de sexo, cargadas de música sensual y una dirección que recuerda al softcore, no buscan el placer voyeurista del espectador, sino hacerlo cuestionar los límites de la intimidad, la ética y la memoria. Jonathan, en esta historia, es al mismo tiempo el seductor y el seducido, el mártir de una narrativa que su propia madre moldea desde el dolor y la culpa.

Catherine lo instruye, siempre está a cargo y constantemente toma (y da) lo que quiere. No es una mujer seducida por un personaje de una novela romántica. Ni siquiera está particularmente interesada en Jonathan, lo que se vuelve aún más evidente cuando ella intenta terminar la relación, él se niega y, asustada de que su esposo se entere, ella permanece en silencio mientras él se ahoga en mar abierto. Catherine es una femme fatale y Jonathan es su presa involuntaria.

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Cate Blanchett en el episodio 3 de Desprecio

Las voces que mienten: ¿De quién es esta historia?

Cuarón salta entre versiones, entrecruzando el pasado y el presente para mantenerlo en un estado de incertidumbre permanente. ¿Quién cuenta esta historia? Jonathan es visto a través de los ojos de su madre y de Stephen Brigstocke (Kevin Kline), mientras que Catherine permanece en la periferia, esquiva y evasiva.

El resultado es un caos controlado que subraya la idea de que ninguna verdad es absoluta. La escena en la que Catherine seduce a un tímido y nervioso Jonathan en el bar del hotel no solo es una fantasía sensual, sino un constructo más en este catálogo de relatos imprecisos. Nancy, a través de su novela El Perfecto Desconocido, parece llenar los vacíos de lo que su hijo nunca le pudo contar, escribiendo una versión que destroza a Catherine pero también despoja a Jonathan de su agencia.

¿Por qué la madre de Jonathan pasó tanto tiempo imaginando la vida sexual de su hijo con detalles explícitos? Nancy es que quería que Jonathan fuera feliz. Se mete en el mar donde se ahogó su hijo porque las autoridades le dijeron que no había sentido ningún dolor: Nancy quiere asegurarse de que eso era cierto.

Se fuerza a creer que los últimos minutos de vida de Jonathan no fueron en agonía, por lo que tiene sentido que esperara que sus últimas horas y días fueran mejores. A Nancy le gusta recordar a su hijo como su mejor versión, por lo que probablemente el último viaje sea una visita idílica llena de risas, satisfacción artística (tantas fotos elegantes) y, sí, mucho, mucho sexo. Es un hombre joven. Los hombres jóvenes son sexualmente voraces. Así que asumió que su hijo también lo era.

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Kevin Kline y Lesley Manville en el episodio 3 de Desprecio

El sexo y el duelo en el episodio 3 de Desprecio

La escena que más descoloca del episodio 3 de Desprecio es aquella en la que Nancy, entre sollozos desgarradores, identifica el cuerpo de su hijo. Cuarón superpone esta imagen brutal con los recuerdos de una seducción que ahora parece insignificante frente a la realidad devastadora de la muerte. La yuxtaposición entre el placer y el duelo añade una capa de complejidad moral que atraviesa todo el episodio.

En Desprecio, el sexo no es solo una herramienta narrativa; es el motor que impulsa la historia hacia su inevitable desenlace. Sin embargo, lo que distingue a este episodio no es la mera representación de actos sexuales, sino cómo el sexo se convierte en una trampa tanto para los personajes como para el espectador. A pesar de ser el centro de las acusaciones, Catherine permanece en un segundo plano, casi un espectro que flota entre las versiones contradictorias de quienes pretenden conocerla.

Al final, lo que Desprecio nos deja es una sensación de incomodidad persistente. El sexo aquí no es liberador ni catártico, sino una cadena que arrastra a los personajes hacia sus destinos. Mientras el espectador intenta reconstruir la verdad entre las mentiras y medias verdades, Cuarón nos recuerda que, a veces, el relato más poderoso es el que nunca se cuenta.

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