Crítica Daisy Jones and the Six de Prime Video
Si en sus comienzos el rock les había asignado a las adolescentes el papel de fans con incontinencia hormonal devenidas gropuies colocadas de quaaludes en los 70’s, Daisy Jones (Riley Keough) no quiere ser la perra de nadie: tiene el talento, las canciones y los ovarios para estar arriba del escenario y no arrodillada en el sucio piso de algún backstage.
Lejos del sol de Los Ángeles, en los sórdidos bares de Pittsburgh, en casamientos y fiestas universitarias, una banda local de covers, los Dunne Brothers -futuros The Six-, pone en escena su rock prolijo y a su líder hot. Tienen la dosis necesaria de ambición, ingenuidad y arrogancia para intentar el éxito. Alguien de la industria les da una lección básica de mercado: viajar a LA, el centro de gravedad musical de la costa este. Y hacer sus propias fucking canciones.
Será en el encuentro entre Daisy Jones con The Six que todo implosionará y se convertirán el la mejor banda del mundo.
Daisy Jones and the The Six es la adaptación de Amazon del best seller de Taylor Jenkins Reid sobre una banda ficticia de la escena de rock de Los Ángeles de la década de ’70. La serie comienza como un documental realizado 20 años después del último concierto de la banda, que da una idea precisa de que las cosas no terminaron bien. Estos comentarios sirven para intervenir desde el futuro el pasado, flashbacks que muestran el ascenso y decadencia de un grupo con vocación radial, que pronto quedará como un pie de página de los charts de Billboard.
Daisy Jones and The Six episodios 1-3
Los tres primeros episodios de Daisy Jones and the The Six es la prehistoria de la banda hasta su primer encuentro en un estudio de grabación, planificado por el consagrado productor Teddy Price (Tom Wright), que había trabajado con ellos por separado.
Estos adolescentes, que viven ciudades diferentes, con distintos contornos culturales, sociales, climáticos, parecen no tener demasiado en común: Daisy es retobada y segura, noctámbula y frontal, con la dosis necesaria de belleza y electricidad para entrar a todos los clubs de Sunset Strip para ver las mejores bandas del momento, pero sin la hipocresía y sumisión que las chicas necesitan para entrar en la industria.
La melomanía y antipatía de Daisy contrasta con The Six -el vocalista Billy (Sam Claflin), su leal hermano y guitarrista Graham (Will Harrison), que está enamorado de la tecladista Karen (Suki Waterhouse); el bajista Eddie (Josh Whitehouse), enamorado de Camila (Camila Morrone), la novia de Billy; y el baterista Warren (Sebastián Chacón), un fiestero que prefiere las drogas alucinógenas a las novelas sentimentales de la banda-, chicos básicos e ingenuos pero decididos, los que dejaron todo por perseguir su sueño de fama en Los Ángeles, que los recibe como provincianos poco entrenados en la agitación e indiferencia urbanas.
Ella es una LA girl, demasiado consciente de su empoderamiento y de ser fiel a sí misma como para querer entrar a una industria perversa y efectista. Hasta que conoce a Price. The Six son unos working class tocando en el mismo antro para nadie durante meses. Hasta que por pura insistencia, Price los va a ver tocar. Y le gusta lo que oye.
Riley Keough demuestra que es la nieta de Elvis Presley capturando la energía eléctrica de Daisy, pura arrogancia rockstar. Frente a una figura tan fuerte, Billy no puede evitar parecer discreto, aunque Claflin se mantiene cierto magnetismo canalizando parte de la existencialismo trash de Billy Crudup de Almost Famous (Casi Famosos, Cameron Crowe, 2002).
Por momentos, Daisy Jones and the Six es un viaje en el tiempo a la noche de Sunset Strip en los 70’s. Pero el diseño de producción contrasta con la ausencia total de contexto musical de una época de transición, en la que el mainstream respondió a la muerte del glam, el surgimiento de rock sinfónico y la inminencia del punk con baladas atormentadas y plegarias emocionales que llenaban estadios.
La serie, con su mezcla de melodrama, canciones originales pegadizas e higiene temática, cae en los clichés habituales de las biopics y los estereotipos con los que a Estados Unidos le gusta contar la vida de sus músicos y estrellas del espectáculo: como un tratado moralizador lleno de culpa, expiación y redención. Si The Six está inspirada en Fleetwood Mac y en la agitación personal de su disco Rumours, la serie entrega exactamente lo que se espera de ella, perdiendo su sentido de urgencia y crudeza, es decir, su espíritu de rock and roll.