The Suicide Squad, los inadaptados de siempre
Parecen lejanos los días de Tromeo and Juliet (1996) o de Slither (2006), primer guion y dirección de James Gunn respectivamente. Sin embargo, todo lo que estableció en sus primeros trabajos se encontró en parte en Guardians of the Galaxy (2015) y ahora liberado en The Suicide Squad, en la que sólo tuvo una limitación: mantenerse fiel al material de origen.
El Escuadrón Suicida, apodo para la Task Force X, formado por Amanda Waller (Viola Davis), es enviado a una misión a Corto Maltese, un país que acaba de sufrir un golpe de estado, y que posee el “Proyecto Estrella de Mar”, algo que hay que destruir de cualquier manera. Dos líderes de equipo llevarán a cabo esta misión: el veterano Rick Flagg (Joel Kinnaman) y Robert DuBois aka “Bloodsport” (Idris Elba). Llevarán a un grupo de delincuentes en esta empresa que podría terminar con todos muertos.
Gunn, al frente tanto del guion como de la dirección de The Suicide Squad, se nota desatado en su estilo, pero conoce, comprende y lleva a cabo una de las adaptaciones más fieles de un cómic a la pantalla, tomando como inspiración el run de John Ostrander que comenzó en 1988 y dejando claro al espectador desde el segundo 0 que no hay personaje que tenga su vida asegurada aquí.
El ritmo salvaje de James Gunn
El ritmo que mantiene Gunn es casi perfecto: utiliza el humor, el drama y la acción, por separado o de manera combinada para mantener fresco el relato, mientras hay un desfile de asesinatos, casi en su totalidad justificados. Además, como lo ha demostrado en sus dos volúmenes de Guardians of the Galaxy, las canciones para acompañar a los personajes son elegidas a la perfección.
La fotografía de Henry Braham (Guardians of the Galaxy Vol 2, 2017) acompaña al director para establecer la precisión en la composición que nos permite entender todo lo que sucede. El punto débil de la película, se encuentra en la cantidad de personajes utilizados y su extrema necesidad de adaptar bien el cómic. Con tantos nombres, lo que queda fuera de la balanza es el desarrollo de personajes, y para el público casual, no quedará claro por qué deberían preocuparse de que algún que otro personaje muera o no.
El más desarrollado en definitiva es Bloodsport (Idris Elba) y los demás lo ayudarán un poco, lo que quita una parte del deleite que el gore, la acción y la comedia en sí mismos no pueden generar. Margot Robbie (I, Tonya, Babylon, Barbie) ofrece una Harley Quinn fiel, y demuestra una vez más que nació para el rol. El músculo y personaje característico King Shark (con voz de Sylvester Stallone) creará varias sensaciones, convirtiéndose así en un favorito inmediato. Ratcatcher 2 (Daniela Melchior) es el corazón de la película, Polka-Dot Man (David Dastmalchian) se ve fantástico en su psicótico rol, y Peacemaker (John Cena) nos deja en claro por qué su serie spin off se titulará “Fuck! It’s Peacemaker!”.
Así como la extrema adaptación impide que se desarrollen demasiado los personajes, la cantidad de canciones que musicalizan opacan también la partitura de John Murphy (Snatch: Cerdos y Diamantes de Guy Ritchie, 28 Days Later, Kick-Ass, 2010). The Suicide Squad ofrece una historia frenética y completamente entretenida de punta a punta, pero que al final, termina siendo eso mismo y no mucho más.