Terminator Zero sabe que no se puede volver al pasado. Incluso con la ayuda de los viajes en el tiempo, es imposible recrear el estado de ánimo de un momento determinado de la historia. Entre otras cosas, porque Terminator ya es parte del inconsciente colectivo de la cultura pop.
Por eso, a diferencia de otras contribuciones a la franquicia, Terminator Zero no intenta justificar bucles o paradojas. Cuando Skynet envía a un asesino cyborg al pasado, crea una línea temporal ramificada, es decir, un nuevo pasado. Eso significa que el futuro no está realmente determinado; que el destino no existe. Ese pequeño cambio desvincula a la nueva serie animada de Netflix de cualquier narrativa anterior: no solo sus personajes son libres de tomar nuevas decisiones, sino también la franquicia.
Eso no significa que Terminator Zero abandone por completo los tropos que definen la saga. Al contrario: la serie se siente como una amalgama de cada historia, arquetipo y tema que la franquicia haya tocado, y no discrimina entre las ideas originales de James Cameron o secuelas menos apreciadas, como Terminator: Genisys. No es sólo material para los fanáticos. La serie también logra un equilibrio entre el pasado y el futuro, algo que se siente parecido a una novedad. Netflix, con la ayuda del legendario estudio de anime Production IG y el creador Mattson Tomlin, intentan lograr lo imposible.
Crítica de la serie Terminator Zero de Netflix
Terminator Zero comienza como todas las historias de este mundo: un Terminator (Timothy Olyphant) es enviado desde el futuro para detener la última esperanza de la humanidad. Un miembro de la Resistencia humana sigue a la máquina hacia el pasado y, por lo general, se le asigna la tarea de rescatar a la misma persona que Skynet tiene en la mira.
Aquí, sin embargo, la misión de Eiko (Sonoya Mizuno) se alinea con la de la máquina. Esto se debe a que el objetivo de Skynet, Malcolm Lee (Andre Holland), está creando su propia inteligencia artificial, una que podría rivalizar con el poder de la corporación y potencialmente salvar al mundo de un apocalipsis nuclear. Su programa, Kokoro (Rosario Dawson), ha sido diseñado para pensar por sí mismo, pero aún necesita decidir si realmente vale la pena salvar a la humanidad. Y el tiempo se acaba: con solo unas pocas horas antes del Día del Juicio, aún existe la posibilidad de que la historia se repita.
A partir de ahí, las cosas se complican: Terminator Zero introduce nuevos hilos, pliegues y variaciones sobre los tropos más conocidos de la franquicia. En lugar de un niño valiente preparado para ser el salvador del mundo, los hijos precoces de Malcolm solo intentan sobrevivir a la noche. Finalmente encuentran a una protectora en Eiko, al tiempo que consiguen otro guardián bondadoso en una robot camuflada.
Cómo Terminator Zero aprovecha las características del género anime
El propio Terminator se usa con moderación. Con tantas otras partes móviles de la trama en juego, es bueno ver al antagonista titular en un papel más pequeño. No hace que su presencia sea menos efectiva, ni que ninguna de sus apariciones sea menos aterradora.
Terminator Zero es un buen ejemplo de una narrativa serializada dentro de la saga. Como ocurre con muchas series de Netflix, es fácil de ver: son ocho episodios de menos de treinta minutos cada uno. Aunque la historia comienza con un tono lento y esotérico, su narrativa llena de giros mantiene el ritmo con un giro tras otro.
La serie desarrolla su historia con precisión, y logra reinventar muchos de los recursos de la trama que estaban empezando a ser redundantes en la franquicia. Eso se debe en parte a este nuevo medio, que viene con sus propias peculiaridades narrativas incorporadas. Terminator Zero es el primer anime de la saga y, con suerte, no será el último. El equipo creativo también sabe qué partes de Terminator emular y cuáles dejar en el pasado. Mitad seria y mitad ambiciosa, es justo el reinicio que la franquicia necesitaba, la historia que los fanáticos nuevos y antiguos se merecían.