Los años han pasado desde Avengers: Endgame (2019), ese apoteósico final de la llamada Saga del Infinito, en la que los Héroes más Poderosos de la Tierra lograron vencer a Thanos y traer de vuelta a aquellos eliminados por el nefasto chasquido. Con Spider-Man Far From Home (2019) como epílogo, y la reciente Black Widow (2021) como una especie de spin-off ubicada entre Captain America: Civil War (2016) y Avengers: Infinity War (2018) y con las series originales WandaVision, The Falcon and The Winter Soldier y Loki para crear un nexo, llega Shang-Chi and The Legend of the Ten Rings para comenzar una nueva etapa.
Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings
Shang-Chi (Simu Liu) se dedica a aparcar automóviles en un prestigioso hotel junto a su mejor amiga Katy (Awqwafina). Pese a que sus familias y amigos constantemente les reprochan que no explotan el potencial que tienen y no hacen nada con sus vidas, ellos se dedican a pasarla bien.
El pasado llega para acosar a Shang y debe encontrar a su hermana Xu Xialing (Meng’er Zhang) para avisarle que su padre Xu Wenwu (Tony Leung), líder de la organización criminal Los Diez Anillos, va tras ellos. Destin Daniel Creton (Just Mercy, The Glass Castle) se sienta en el banquillo de director sobre el guion que trabajó junto a Dave Callaham (Expendables, Godzilla, Zombieland Double Tap) y realmente ofrecen un trabajo simpático, correcto, y que respeta la estética de las películas chinas.
Shang-Chi es el típico héroe que ha escapado de su destino, y que es forzado a enfrentarse con su pasado. En ese aspecto, el film no ofrece nada novedoso. Lo interesante es el reparto de actores y actrices de nacionalidad -o ascendencia directa- china (Simu Liu, Awqwafina, Tony Leung, Meng’er Zhang, Fala Chen, Michelle Yeoh) y la búsqueda de referencias en su cine, desde las escenas de peleas tradicionales que recuerdan a Crouching Tiger, Hidden Dragon (2000) de Ang Lee, hasta las secuencias de acción dignas de una película de Jackie Chan que tanto han sabido entretener a los occidentales en los años 90’s.
El film abarca dos temas: el descubrimiento del camino verdadero y la idea de legado. Esto es importante ya que no sólo es la presentación de un nuevo personaje, sino además el comienzo de una nueva etapa y el enlace con las películas anteriores. Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings logra poder contar su propia historia, referenciando anteriores entregas del MCU, pero no dependiendo de ello para poder llevar a cabo su propio viaje.
Sin embargo, esta nueva etapa también busca un nuevo público. Esta versión volverá locos a los fans más conformistas del MCU, pero dejará algo fríos a los que han vivido la experiencia desde Iron-Man (2008) hasta Endgame (incluyendo su epílogo de Spider-Man y Black Widow), ya que a nivel fórmula no parece buscar nada nuevo, y cuenta con la típica resolución apresurada en su tercer acto, tratando de volver épico algo que realmente no lo necesita.
El humor, a veces excesivo, es mucho más infantil que en otras entregas de Marvel Studios, lo que da a entender que se busca que una nueva generación de fans se una a las huestes que llenan la taquilla del MCU.
Joel P. West, que trabajó anteriormente con Creton en Just Mercy, trae temas occidentales con tintes orientales que funcionan muy bien con la cinta (sin olvidar que es un producto occidental con estética oriental, Shang-Chi es un personaje creado por Steve Englehart y Jim Starlin), y el trabajo de fotografía de Bill Pope (Matrix, 1999) realmente realzan el producto.
Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings es un producto atractivo, amable, que divierte y entretiene y traerá a una nueva camada de fans a las salas.