Marry Me (Cásate Conmigo) marca el regreso de Jennifer Lopez a las comedias románticas. Junto a Maluma y Owen Wilson, propone un triángulo amoroso bajo una estructura ya demasiado conocida. López debe ser de esas pocas artistas que no ha parado de cosechar éxitos comerciales, con más de 30 años de carrera y pasando por proyectos que la tuvieron como bailarina, cantante, actriz y productora. Hoy, a sus 52 años y mejor que nunca, vuelve con esta película -terminada hace tiempo y retrasada por la pandemia-, lista para disfrutar en estas fechas de puro romanticismo.
Marry Me: el amor en tiempos de redes sociales
Kat Valdez (Jennifer Lopez) es una superestrella mundial a punto de casarse con su novio Bastian (Maluma), también una sensación, en un evento a nivel mundial. Sin embargo, un engaño de parte de Bastian será la ruptura de la pareja y, en un momento improvisado e inesperado de la noche, Kat elige casarse con un hombre del público (Owen Wilson). Una locura que, visto de otra forma, podría ser una nueva oportunidad para el amor… y sobre todo para su carrera.
Más allá de lo ridícula que puede sonar la excusa, es justamente en las diferencias de la nueva pareja en donde está el corazón de la propuesta: una famosa cantante, multimillonaria, reina de las redes sociales, con todo a su alcance gracias a un gran equipo de producción detrás suyo, con un profesor de escuela y una vida rutinaria, separado con una hija y cuya mayor preocupación pasa por su amor y bienestar. Poco a poco, aprender de las diferencias de uno a otro, en lo que es un aparente arreglo promocional, abrirá nuevas puertas para ellos mismos.
El enfoque está centrado en ambos y hay dos cuestiones: por un lado, la sensación de conflicto es prácticamente nula.
Jennifer Lopez y la fórmula del éxito
A lo largo de la película, el estilo new age, de positivismo hueco -entre momentos musicales y algunas bromas ocasionales-, hace que nos preguntemos hacia dónde va la historia, aunque a los primeros 15 minutos ya sepamos qué es lo que va a pasar al final. Por otro lado, pese a su importancia en la narración, la aparición del personaje de Maluma es mínima. No sólo casi no lo vemos en pantalla, sino que la mitad de su tiempo lo hace cantando o en pleno escenario. Lo poco que se ve está muy mal actuado, y da la sensación que se intentó contrarrestar la situación de esta manera: apartándolo.
En contraste, Lopez (Obsesión, Hustlers, Bodas de Plomo) lo da todo en Marry Me. Espléndida e impactante, sorprende en su actuación y en sus números musicales. Con muy buenas puestas en escena, en un contexto muy actual, acompañada de gráficas que representan a las redes sociales y cómo eso nos hace percibir los espectáculos. Como actriz principal y productora, es un papel que le queda como anillo al dedo y sabe bien lo que hace, tanto que se nota lo autorreferencial que puede ser a veces -el detalle de haberse casado 3 veces, por ejemplo-.
Marry Me propone “hacer cosas diferentes para obtener resultados diferentes”, pero es un catálogo de fórmulas. Si bien la película es sólida como entretenimiento, da un mensaje condescendiente. Quizás lo más arriesgado sea mostrar el lado oscuro de las redes sociales que tanto se ve en los films de hoy en día, pero por lo demás es lo mismo que siempre vimos un domingo por la tarde en cualquier canal de cable.