Eufórica, sexy, oscuramente divertida: Hit Man de Richard Linklater deconstruye la figura del asesino a sueldo creada por el cine para realizar una interrogación íntima sobre la identidad personal. Entre el registro romántico y el discurso existencialista, entre las conspiraciones del thriller y las eléctricas femme fatales del noir, Hit Man es una encantadora extrañeza dentro la industria, que logra combinar la levedad del cine más comercial con ideas y teorías sobre la condición inestable del yo, en una especie de encuentro caliente entre Nietzsche, Tennessee Williams y los hermanos Coen.
Vagamente inspirada en la historia real revelada en un artículo del Texas Monthly de 2001 (escrito por Skip Hollandsworth, el coguionista de Bernie de Linklater), Hit Man (Cómplices del Engaño) es un viaje psicodélico al centro de una metamorfosis: la de un hombre perfectamente moderado devenido una homicida fantasía colectiva.
Gary Johnson (Glen Powell) es un nerd autoconsciente: profesor de psicología en la Universidad de Nueva Orleans, está felizmente acomodado en su pasividad, vive con sus dos gatos, Id (el Ello en la teoría psicoanalítica) y Ego (el Yo), y disfruta del avistamiento de aves en su tiempo libre. Además es voluntario en la policía como técnico de los equipos de vigilancia. Cuando un agente encubierto falta a un operativo, Gary debe hacerse pasar por un sicario y descubre su naturaleza camaleónica, su talento para ser otra cosa de lo que es.
En Hit Man, todo el mundo quiere deshacerse de alguien: de un socio, de un jefe, de un ex marido, de una madre rica y controladora. Su hombre es Gary, que como nuevo policía encubierto desarrolla un plantel de personajes que materializa las distintas ideas de lo que el cine enseñó que un asesino a sueldo debe ser. El trabajo le permite a vislumbrar un fascinante bestiario humano, “ver cómo el amor se convierte en odio. Y el asesinato es la única salida”.
Cuando Madison (Adria Arjona) lo contacta para que mate a su marido abusivo, Gary usa su mejor alter ego: Ron, un tipo duro, irresistiblemente cool. Pero al escuchar su historia, Ron se desarma con la vulnerabilidad de la mujer y rompe el protocolo policial: en vez de grabar evidencia que la incrimine, la convence de use ese dinero para comenzar una nueva vida. Entre los dos hay electricidad: un amour fou inminente. Para ver a Madison, Gary comienza a desvanecerse en la identidad ficticia de Ron, su propio Tyler Durden.
La identidad personal como concepto que domina el cine de Richard Linklater
“Nadie es sustancialmente alguien, pero cualquiera puede ser cualquier otro, en cualquier momento”, escribió Borges a principios de los 40’s. Muchos de sus escritos están atravesados por la idea de que la identidad individual es variable, fragmentada, artificial: un repertorio de infinitas posibilidades.
En ese sentido, Richard Linklater es borgeano: el yo en constante devenir es el tema de sus películas, desde las derivas grunge de Slacker (1990) hasta los rituales de iniciación de Dazed and Confused (1993) y Everybody Wants Some (2016), desde las exploraciones existenciales de sus proyectos animados Waking Life (2001) y A Scanner Darkly (2006) hasta Boyhood (2014), ese monumento a la formación de la identidad, el libre albedrío y la naturaleza de uno mismo.
Incluso el mayor éxito de Linklater, la encantadora comedia adolescente Escuela de Rock (School of Rock) (2003), comienza con la asunción de una identidad falsa, cuando el desventurado aspirante a músico de Jack Black se apropia del trabajo de profesor de su amigo y se abre una vida completamente nueva.
No es difícil trasladar la fascinación de Linklater por los estafadores y los farsantes a su propia experiencia dentro de la industria, donde siempre ha sido un intruso. “Nunca deberíamos simplemente vernos como víctimas de diversas fuerzas. Siempre es nuestra decisión ser quiénes somos”, dijo en una entrevista hace 10 años. Hit Man es la puesta en escena de esa idea.
Friedrich Nietzsche: lo apolíneo y lo dionisíaco en Hit Man
En Hit Man, Gary enseña Nietzsche a sus estudiantes. Su propia vida encarna la lucha entre lo apolíneo y lo dionisíaco, dos fuerzas opuestas que, según el filósofo, gobiernan el arte y la existencia humana. Lo apolíneo representa el orden, la razón y la estructura, mientras que lo dionisíaco simboliza el caos, la emoción y la desintegración. Gary Johnson se mueve entre su fachada metódica y racional de profesor y su vida secreta anárquica, en el equilibrio precario de la contradicción existencial.
El mundo apolíneo de Gary se manifiesta en su papel como profesor de filosofía. En sus clases, vemos a un hombre que se adhiere a las normas y estructura de la academia, un entorno donde predomina la razón y la lógica. Gary, en este aspecto de su vida, es el sueño húmedo de lo apolíneo: disciplinado, controlado y racional. Su vida como pseudoasesino introduce el caos dionisíaco: el orden se desmorona y el instinto primitivo toma el control.
Inevitablemente, hay peligro en este estado de falsedad permanente: mientras intenta que Madison no conozca su verdadera identidad y la policía no conozca su relación con Madison, Gary se instala en esta madriguera del conejo al punto en que las mentiras se acumulan, el centro se vuelve insostenible y ya no puede distinguir su rostro de su máscara, que termina confundiendo con su propia piel.
Hit Man se sostiene en su protagonistas alegres y magnéticamente bellos. Powell (quien también coescribió el guión), ofrece una actuación carismática y multifacética, personifica la dualidad, maneja con destreza la transición entre la calma calculada y la intensidad entrópica. Adria Arjona es la fórmula química de la sensualidad, que supura un gradual empoderamiento femenino mientras asimila una deliciosa psicopatía. Había pasado mucho tiempo desde que una pareja prendió fuego la pantalla de esta manera.
La verdad de las máscaras
La identidad dividida del personaje de Glen Powell también puede ser entendida a través de la teoría freudiana del “yo” fragmentado. Freud sugirió que la identidad humana está en constante conflicto, dividida entre el ello, el yo y el superyó. En Hit Man, Gary representa esta lucha interna: su vida como profesor está gobernada por el superyó, adhiriéndose a las expectativas sociales y morales, mientras que su existencia como falso asesino refleja el dominio del ello, impulsado por deseos y emociones primarias.
La impostura existencial de Gary le permite reflexionar sobre las categorías inestables del yo, sobre la idea de un núcleo irreductible de identidad que permanece cuando se eliminan todas las imitaciones o influencias. Hit Man juega con el hecho de que el asesino a sueldo, al igual que el yo, no existe: el sicario es una fantasía cinéfila que no funciona como trabajo autónomo, ultraprofesional, disponible para cualquier civil con dinero.
Hit Man no sólo se conforma con ser una comedia negra, sino que también profundiza en las complejidades psicológicas de su protagonista, ofreciendo una representación matizada de la identidad humana. Es saludable. Es inteligente. Al igual que su sicario titular, puede ser lo que quieras que sea: está aquí para complacerte.
Hit Man (Cómplices del Engaño) se estrena en cines el 27 de junio en Argentina.