25 años después, Riget (El Reino) vuelve a ser lo que alguna vez fue: una serie enferma, neurótica y lisérgica, un híbrido de humor negro y terror que recorre los pasillos fantasmales de un hospital danés convertido en un asilo de la locura y la estupidez humana, y donde la ciencia y la razón modernas entran en conflicto con los terrores ancestrales de un submundo espiritual que vibra detrás de las paredes y al que sólo algunos tienen acceso.
Lars von Trier da forma a los abismos del inconsciente para poner en escena un trip excesivo y fascinante sobre la batalla entre el bien y el mal con un objeto televisivo excéntrico que refleja las motivaciones filosóficas y estéticas que han caracterizado la obra de uno de los realizadores más interesantes de las últimas décadas.
La temporada 3 de El Reino, titulada Exodus, es una continuación orgánica y coherente de las entregas anteriores (1994-1997) y que le da el cierre definitivo a la historia del Rigshospitalet (El Reino) de Copenhagen, el hospital acechado por los espíritus del pasado y dominado por la burocracia, las obsesiones y las diversas hostilidades y simpatías entre los médicos, los pacientes y las autoridades. Von Trier regresa a algunos de los personajes e ideas originales, creando una combinación psicodélica del terror y el absurdo.
El brillo digital más pulido de El Reino Exodus hace de la serie una experiencia visual más accesible que ese impresionismo siniestro de color óxido hipersaturado de hace 25 años. Pero el esquema de tonos sepias se mantiene, al igual que el supurante tema musical y la introducción de libro de cuentos que detalla los estanques de blanqueo sobre los que se erigió El Reino, con su lavanderas químicas y su niebla crónica, donde ahora se encuentra el guardián de la puerta de mundo espiritual: la cabeza gigante de Udo Kier, el bebé deforme de las primeras temporadas.
La temporada 3 de El Reino
La hipocondríaca y encantadora anciana espiritualista de las temporadas 1 y 2, Mrs. Drusse (interpretada por la actriz fallecida en 2000, Kristen Rolffes), tiene su alter ego en Karen (Bodil Jørgensen), una médium que en estado de trance onírico llega al hospital y entra en contacto con la dimensión oscura del lugar, una zona de imprecisa de símbolos y enigmas, de preguntas sin respuesta del más allá. Una una vez internada, usará su sonambulismo para ir descifrando las claves del mundo sobrenatural que habita tras las paredes de El Reino.
Von Trier divide a El Reino Exodus en dos vórtices que conviven en un mismo plano narrativo: si la trama paranormal está dominada por Karen, el centro gravedad del relato de humor absurdo-hospitalario es Helmer Jr. (Mikael Persbrandt) -el hijo del soberbio neurocirujano exiliado de Ernst-Hugo Järegård (cuya muerte en 1998 impidió que se realizara la tercera temporada en su momento)-, que intenta cerrar una herida existencial y viaja de su Suecia natal a Dinamarca para trabajar en el hospital que llevó a su padre a la locura y a la muerte. “¡¡Escoria danesa!!”
Contra la aparente civilidad y progresismo de los países nórdicos, von Trier retrata la rivalidad entre suecos y daneses de un manera delirante, en un retrato lleno de mezquindad, sospecha y complejos de superioridad, en el que incluso un equivalente a los grupos de recuperación de adictos -Suecos Anónimos- conspira contra la ineptitud, la incapacidad y la inutilidad de sus colegas daneses.
Von Trier crea un panteón de figuras grotescas: Alexander Skarsgård reemplaza a su padre Stellan como un abogado cuya oficina está en uno de los baños femeninos de El Reino; Willem Dafoe aparece como un hombre que cambia de forma y que en realidad puede ser el mismo Diablo; Birgitte Raaberg retoma su papel como Judith, que en las primeras temporadas, tras intentar un intento de aborto, da a luz al hijo deforme del espectral fundador de El Reino: el “hermano pequeño” de Udi Kier que ahora se ahoga en sus propias lágrimas y debe entregar la custodia de la puerta a la dimensión espiritual a su sucesor.
Lars von Trier, el esteta del exceso
De la misma manera que David Lynch retomó Twin Peaks en 2017 para una tercera temporada con personajes revisados e imágenes distorsionadas de su serie histórica, Von Trier regresa después de 25 años a un proyecto televisivo que nació como una forma de hacer dinero rápido para su productora recién creada, Zentropa, que había fundado después de hacer Europa -la película que lo colocó en el mapa internacional en 1991- principalmente como una forma de expandir el control creativo sobre su trabajo.
El Reino mostró algunas de las motivaciones filosóficas de von Trier y combinó los dos temas en que se dividiría su obra en los años siguientes: frente al héroe opaco e impotente de sus primeros trabajos, un ciclo de largometrajes protagonizado por mujeres idealistas aferradas a sus convicciones íntimas (Breaking the Waves, Dancer in the Dark, Dogville, Manderlay) representadas en Mrs. Drusse y Karen, y esa estética del exceso que combinaba el discurso religioso del bien contra el mal y los rituales de expiación del dolor en una atmósfera onírica (Melancholia, Antichrist, Nymphomaniac).
Con El Reino Exodus, el director danés mantiene su lugar preferencial como esteta del exceso y la provocación, que convierte cada proyecto en un objeto excéntrico y esencialista en el ensimismado espejo del cine de autor. La temporada 3 de El Reino es una experiencia fantasmática y absurda fascinante. La serie a veces se dobla bajo el peso de su locura autoconsciente y la incongruencia que define la batalla entre la ciencia y lo sobrenatural, pero termina de configurar la atrevida experimentación, el alcance lisérgico y el rigor conceptual de las temporadas anteriores con perturbadora intensidad.
El Reino Exodus está disponible en Mubi.