Crítica The Idol episodio 3 – Daybreak
Gran parte del cine y las series que amamos fueron descartados en su momento como basura intrascendente. Y la basura puede estar dotada de cierto encanto sociológico. The Idol episodio 3 -uno de los peores capítulos de la historia reciente de la televisión- la confirma como serie de culto del futuro: las próximas generaciones verán la ética de la crueldad, el sexo trash, la manipulación psicológica, el personaje de Tedros y las serias intenciones de provocación de la serie como una gloriosa sátira televisiva, con preferencia para lo ridículo y absurdo, como si fuera un revival de los mejores momentos del cine sexploitation de los 70’s.
The Idol se supera a sí misma semana tras semana: si en el episodio 1 había algo de cinismo pop, la serie rápidamente se encaminó hacia un tratado sin imaginación sobre la dinámica del poder en una relación y la liberación personal a través de la sexualidad. En The Idol episodio 3, Daybreak, hay sexo oral en la parte de atrás de un descapotable, sexo interrumpido en los probadores de Valentino en Rodeo Drive -con la consecuente masturbación hipersonora de Tedros (The Weeknd)-, y una sesión de masoquismo colectivo con capacidades terapéuticas para sublimar el trauma en Gran Arte.
En The Idol episodio 3, Tedros comienza a tomar todas las decisiones en la vida de Jocelyn (Lily-Rose Depp). El ecosistema de diseño de la estrella pop colapsa, y algunos miembros de su equipo comienzan a preocuparse. Pero no sabemos cómo se siente Jocelyn. En el mejor de los casos, ella está profundamente enamorada; en el peor, es perfectamente estúpida. Si Depp demuestra que puede ser el centro de la historia y actuar de una manera que haga que Jocelyn sea más que un accesorio, la serie podría hacer un comentario sobre el parasitismo y la mercantilización de las personas. Pero no lo hace.
El highlight del episodio es cuando nos enteramos que la madre de Jocelyn fue abusiva durante toda su niñez y nadie hizo nada al respecto. La golpeaba con un cepillo para el pelo “en cualquier lugar donde la gente no se diera cuenta. Supongo que lo hizo como una forma de motivación. Algo así como a un perro”. Esta es la única intervención de The Weeknd hasta ahora en la que puede ser aterrador en su coerción, debido a la forma en que intermedia entre el abuso que sufrió Jocelyn y aquellos que permitieron que suceda.
Es el momento de que el novio ya formalizado la someta con el mismo cepillo con que la golpeaba su madre: “Ey. Todo ese trauma. Tienes que convertirlo en inspiración”. Escuchen: son Freud y Lacan revolcándose en sus tumbas. Esta interpretación literal del inconsciente anula el papel de la fantasía como lo que estructura la realidad del deseo.
Además, se trata de una falsa liberación para Jocelyn, algo que duplica su falta de personalidad, la falta de control sobre algo que le pertenezca, de su vida a merced de la industria del espectáculo. A pesar de que Depp le da profundidad emocional a su interpretación como una estrella del pop conflictuada y las complejidades de desmoronarse bajo el peso interior mientras todo se mantiene unido en la superficie, no hay enfoque para dejar que brille.
En The Idol episodio 3 todo es bruto y ordinario: Sam Levinson y The Weeknd llevan la vulgaridad a nuevos niveles psicológicos, estéticos e interpretativos. La serie pone en escena un teatro de la crueldad, pero el resultado está lejos de ser provocador, sino que roza lo ridículo en la representación frontal de los supuestos excesos, que solo pueden resultar escandalosos para el fandom de 50 Sombras de Grey.
The Weeknd es un rock mal aprendido, y Jocelyn una groupie de los 70’s. El ídolo de The Idol es él: ha despojado a la historia de cualquier sustancia, disminuyendo la importancia de Jocelyn como personaje y convirtiéndola en un evento para el espectáculo de su propio ego.
Los dos episodios restantes de The Idol se transmitirán los domingos 25/6 y 2/7 por HBO Max.
TRAILER | THE IDOL