El terror es el dispositivo cinematográfico que mejor explora las fobias y obsesiones de una cultura. La relación entre los jóvenes y la tecnología comienza a ser una parte integral de historias que combinan monstruos primitivos con patologías ubicadas en el inconsciente colectivo de la generación Z.
Pero Grimcutty (El Meme Asesino) -estrenada en Star+– parte de una premisa inversa: qué sucede con los adultos que tienen que convivir con sus hijos en un mundo tecnológico que no es el suyo y que no terminan de comprender. Internet y las redes sociales leídas como un agujero negro que produce fantasmas y otras perversiones, el campo de batalla de la brecha generacional donde los adultos exageran conspiraciones y los jóvenes encuentran un modo de existencia.
Si el documental The Social Dilemma (El Dilema de las Redes Sociales, Jeff Orlowski, 2020) fue un retrato oscuro de las redes como adicción, como manipulación, como la síntesis contemporánea de las ansiedades juveniles, Grimcutty intenta complejizar la relación entre una educación sobreprotectora llena de prejuicios y cierta permisividad a la hora de otorgar libertad y privacidad en un contexto de aumento de suicidios, consumo de ansiolíticos y autolesiones de adolescentes provocadas por la necesidad insatisfecha de reconocimiento.
Grimcutty, el meme asesino
Asha Chaudry (Sara Wolfkind) se cree muy zen pero vive en estado de tensión permanente. La distancia entre su ambición de ser una influencer y la realidad es abismal: los videos relajantes que hace para su canal de YouTube tienen un promedio de diez reproducciones. Cuando un desafío en línea llamado Grimcutty se propaga a través de las redes sociales incitando a los jóvenes a cortarse el cuerpo, sus padres -el estricto Amir (Usman Ally) y la más relajada Leah (Shannyn Sossamon)-, decretan el estado de sitio tecnológico: las computadoras y teléfonos de ella y su hermano, Kamran (Callan Farris) terminan en una “caja de desintoxicación”.
La película establece bien sus premisas, con un monstruo que ataca a los jóvenes, pero que los adultos no ven y solo pueden observar cómo ellos se cortan a sí mismos. Lo interesante de Grimcutty es que está estructurada como una profecía autocumplida: aquellos eventos que solo se producen porque antes se dijo que iban a suceder, una predicción que es en sí misma la causa de que se haga realidad. Ese monstruo -pariente de Slenderman- es el resultado de la histeria de los padres, el miedo traducido en algo sobrenatural que ataca a sus hijos.
Pero el director John Ross desaprovecha todas las oportunidades conceptuales de la trama, con una narración torpe y apurada en la que los personajes una y otra vez se comportan de manera arbitraria y resuelven el conflicto de forma absurda con respecto a una propuesta llena de neurosis colectiva.
Con actuaciones poco convincentes y una dirección errática, Grimcutty termina siendo una película descartable para esta temporada Halloween 2022. Lo que podría haber sido una radiografía salpicada de slasher de la incomunicación intergeneracional y la capacidad infecciosa de internet, termina siendo un catálogo de clichés sin espesor ficcional, que se queda en la superficie del pathos contemporáneo y no tiene éxito en mostrar la relación entre lo visible y lo invisible que circula por los síntomas esquizoides del siglo XXI.
GRIMCUTTY (EL MEME ASESINO)
Dirección y Guion: John Ross Fotografía: Bridger Nielson Música: Sara Barone País: Estados Unidos Año: 2022 Duración: 101 min. Con Sara Wolfkind, Shannyn Sossamon, Usman Ally, Callan Farris, Brenda Schmid, Joel Hebner, Tate Moore, Kayden Alexander Koshelev, Nanrisa Lee.
DISPONIBLE EN STAR+