Crítica Madres Paralelas (2021) | La maternidad y la brutal herida histórica

En Madres Paralelas, Pedro Almodóvar pierde un poco de la antigua transgresión que lo ha caracterizado, pero en su lugar queda espacio para un fervor más arraigado.
3/5

De todas las mujeres creadas por Pedro Almodóvar a las que Penélope Cruz ha dado vida, es Raimunda (Volver 2006) la que se ha destacado por encima del resto. Es la actuación que le valió una nominación al Oscar: una madre cuya resiliencia no conoce límites. Raimunda es un ser de tal sabiduría y complejidad ganadas con tanto esfuerzo que parece contener universos dentro suyo. Pero si la heroína de Madres Paralelas –la octava película que Almodóvar y Cruz hacen juntos a lo largo de cuatro décadas– vive bajo la sombra de Raimunda, no lo hace con tranquilidad.

El sentido del melodrama de Pedro Almodóvar

Janis (Cruz) es una fotógrafa en Madrid, del tipo liberal de clase media que viste remeras que gritan “Todos deberíamos ser feministas”. Después de una aventura con un arqueólogo casado, Arturo (Israel Elejalde), da a luz a una niña a la que llama Cecilia. Su compañera de habitación en el hospital es una adolescente de aspecto triste llamada Ana (Milena Smit).

Ambos embarazos no fueron planeados. Janice no se arrepiente, Ana sí. Es el punto de partida de un compañerismo que se convierte en algo más profundo, después de que Janis descubre un secreto sobre sus hijas que solo puede tener consecuencias devastadoras. Juntas, ambas mujeres no solo se cruzan, sino que se pliegan de una manera que contradice el título elegido por Almodóvar para la película.

La madre de Ana, Teresa (Aitana Sánchez-Gijón) está demasiado atenta a su carrera como actriz tardía para cumplir realmente con cualquier deber de cuidado. En cambio, son Janis y Ana quienes comparten el marco juntas. Ana es vulnerable, pero no del todo débil, de una manera que Janis aprovecha con una especie de instinto contundente y empático. Janis está lejos de ser una santa, pero Cruz está tan efusiva y abierta en su enfoque que parece rebosar de amor, por Ana, por Cecilia, incluso por el padre del bebé.

En Madres Paralelas, el sentido del melodrama del cineasta permanece intacto: cuando Janis y Arturo tienen relaciones sexuales, las cortinas blancas ondean por la ventana abierta con lo que parece ser la fuerza pura de su pasión. Las revelaciones dramáticas llegan rápidas y espesas, y son ligeramente improbables en su naturaleza. El diseño de producción de Antxon Gómez prodiga cada centímetro de la vida de Janis con las audaces paletas primarias del arte popular español.

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Milena Smit como Ana en Madres Paralelas

La arquitectura de la memoria en Madres Paralelas

Almodóvar, a la edad de 72 años, ha perdido un poco de la antigua transgresión que lo ha caracterizado, pero en su lugar ha quedado espacio para un fervor más arraigado. Esta es la primera película en la que el cineasta aborda abiertamente el legado de la guerra civil española. Janis se acercó a Arturo para que lo ayude a excavar una fosa que contiene diez cuerpos de desaparecidos en su pueblo natal: las primeras víctimas del régimen franquista. Entre ellos está su bisabuelo.

El director siempre ha eludido esta parte de la historia española en sus relatos. Ese silencio ante la denuncia se siente como si hubiera sido un castigo de indiferencia a una época oscura, o quizás haya sido por simple negacionismo. Él mismo ha afirmado en una entrevista que “…durante toda la dictadura, nadie en los hogares españoles hablaba de la guerra, porque temían represalias”. En su filmografía tampoco… hasta ahora. 

Ese silencio se cierne como una tensión tácita en el universo local de Almodóvar, desde las escenas autobiográficas de la infancia en Dolor y Gloria (2019) hasta los personajes homofóbicos en La Mala Educación (2004) -ambientada en los años 70’s-, hasta los excesos sexuales que plagan sus primeros años de trabajo. 

El cineasta solo hace una referencia al contexto político español en Carne Trémula (1997), la primera de sus muchas colaboraciones con Cruz, donde ella aparece brevemente como una joven prostituta que da a luz en un autobús en la oscuridad de la noche. La escena tiene lugar en 1970, cuando el ministro de España anuncia un estado de excepción que prohíbe la libertad de expresión en todo el país. “Mi idea era retratar a este personaje que nace en una de las noches más oscuras, política y literalmente”, dijo Almodóvar. “Tenía muchas ganas de pensar en él como el futuro de la mala suerte”. 

Almodóvar cierra Madres Paralelas con una cita del escritor uruguayo Eduardo Galeano: “No hay historia muda. Por mucho que la quemen, por mucho que la rompan, por mucho que la mientan, la historia humana se niega a callarse la boca”. Después de décadas de supresión colectiva, no fue hasta 2007 cuando la Ley de Memoria Histórica de España inició el proceso de ajuste de cuentas y resolución. Parte de ese proceso ha implicado la identificación y exhumación de fosas comunes. Janis es hija de una madre soltera, quien a su vez era hija de una madre soltera, cuyo esposo fue secuestrado en medio de la noche y fusilado.

Madres Paralelas, una película en la que los padres están ausentes, por decisión, por ignorancia o porque fueron desaparecidos por un gobierno dictatorial, aporta un nuevo sentido de profundidad a la galería de mujeres de Almodóvar, lo que sugiere que su fuerza no siempre es por elección. Las mujeres siempre han tenido que levantarse de las cenizas de la historia y encontrar la manera de continuar.

DISPONIBLE EN NETFLIX

CRÉDITOS

MADRES PARALELAS

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Dirección

Pedro Almodóvar

Guion

Pedro Almodóvar

Fotografía

José Luis Alcaine

Música

Alberto Iglesias

País

España

Duración

123 minutos

Reparto

Penélope Cruz, Milena Smit, Israel Elejalde, Aitana Sánchez-Gijón, Rossy de Palma

TRÁILER

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