Faye: Entre Luces y Sombras | La verdad de las máscaras

La estrella de Bonnie and Clyde y Network recibe una merecida retrospectiva de su carrera en Faye: Entre Luces y Sombras, el nuevo documental de HBO.
2.5/5

Con talento, ferocidad y un aire levemente psicótico, Faye Dunaway se convirtió una de las mejores actrices de la mejor década del cine: las películas de fines de los años 60’s y primeros de los 70’s hicieron que todo lo anterior pareciera obsoleto, artificial, las ruinas de una civilización que nunca fue. Dunaway fue una figura femenina en pie de guerra, cuando las figuras femeninas eran un catálogo de clichés: sus personajes en Bonnie and Clyde, Chinatown y Network son salvajes y vulnerables, en estado de inminente fatalismo, con el drama cosido a la piel.

Su trabajo generó controversia, pero también su… volatilidad. Cuando se habla de Faye Dunaway se espera un drama emocionante, ya sea dentro o fuera de la pantalla. En una era que las memorias de las celebridades enfatiza el todo de “contarlo todo”, con el trastorno y la victimización elevados a la categoría de fetiche cultural, Faye: Entre Luces y Sombras, el documental de Laurent Bouzereau para HBO y Max, es una especie de biografía oficial de la actriz, que la incorpora con justicia al panteón del cine, pero de una manera aséptica, estudiada, que contradice el talento y la personalidad volcánica de Dunaway.

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Faye Dunaway, FAye: Entre Luces y Sombras de HBO

Crítica Faye: Entre Luces y Sombras, el documental de HBO sobre Faye Dunaway

En sus 90 minutos, Faye: Entre Luces y Sombras de HBO pone en escena los aspectos más destacados de la carrera de la actriz, pero de manera superficial, epidérmica. Dunaway aprovecha su lucidez y elocuencia para utilizar la entrevista como una máscara más. Es consciente de su reputación, pero evasiva sobre los detalles que la crearon. Faye es la autopsia de un eufemismo.

La revelación más significativa de Faye quizás sea su diagnóstico de bipolaridad y alcoholismo, que su hijo Liam O’Neill califica como “los demonios que se apoderaron de ella”, al discutir la situación en torno a su despido de Tea at Five (una obra en la que en su breve presentación Dunaway interpretó a Katharine Hepburn con informes de agresión física y verbal al equipo, incluido llamar a un asistente “pequeño homosexual”). El tema se toca con la levedad de una justificación, quizás dirigida a aquellos que prefieren la corrección política a los bordes afilados del talento (a los que no vieron / entendieron Network y contra qué hay que rebelarse).

Bouzereau está al servicio de la estrella y no de la exhaustividad periodística. En todo caso, lo importante es Faye Dunaway como monumento vivo del cine. Pero Faye resulta redundante al repetir narrativas (la violencia gráfica de Bonnie and Clyde, la falta de compasión de su personaje de Network (por la que ganó el Oscar a la Mejor Actriz Principal), cómo Roman Polanski incorporó la violencia política del Watergate a Chinatown) sin espacio para el debate y el análisis. Por su parte, Dunaway parece feliz de reafirmar esta convencioal sabiduría popular.

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Faye Dunaway en El Caso Thomas Crown de 1968

Cómo Faye explora la personalidad de la actriz

Quizás la única forma en que Faye puede resultar revelador es cuando le da a Dunaway la oportunidad de dar su punto de vista sobre Mommie Dearest (Frank Perry, 1981), la película de la que Dunaway siempre se negó a hablar públicamente, debido a las críticas devastadoras que recibió y el irónico culto fandom de su interpretación desquiciada de Joan Crawford.

Incluso si ella sigue considerando la película como un error y culpa a Perry de no haberla dirigido como actriz, el tema permite que cierta complejidad se filtre a través de las grietas condescendientes del documental. La coprotagonista de Mommie Dearest, Rutanya Alda, describe a Dunaway como “aterradora y espantosa” e insinúa que Perry le tenía miedo. El contraste lo da Mara Hobel (quien interpretó a la hija de Dunaway en pantalla y receptora del tormento dramatizado de Crawford) que describe un ambiente de trabajo amoroso con Dunaway y se lamenta entre lágrimas de que la película fue uno de los pocos fracasos de su carrera.

Dunaway es menos cautelosa cuando habla de su conexión con su hijo. Su relación es donde Faye muestra su lado sincero y vulnerable. La completa como mujer. Es una relación fascinante, a pesar de que Liam se presenta como protector y preservador de la narrativa de su madre.

Al esquivar sistemáticamente la incomodidad, el documental ni siquiera crea más mito. En este punto de su carrera y diagnóstico, es comprensible que Dunaway no desee avivar incendios pasados, pero Faye es un retrato amputado, el mapa de un reino perdido. Para lo demás, está el instinto hecho forma de sus actuaciones, donde la piel es materia viva que destila encanto subversivo: con Faye Dunaway, el elemento femenino es lo que sangra en la pantalla.

Faye: Entre Luces y Sombras está disponible en HBO y Max.

CRÉDITOS

FAYE: ENTRE LUCES Y SOMBRAS

critica faye entre luces y sombras

Dirección

Laurent Bouzereau

Guion

Fotografía

Travers Jacobs

Música

Tyler Strickland

País

Estados Unidos

Duración

90 minutos

Reparto

FAye Dunaway, Sharon Stone, Mickey Rourke, James Gray, Liam Dunaway O’Neil

TRÁILER

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