Land of Bad (Rescate Imposible): el camino del héroe
JJ “Playboy” Kinney (Liam Hemsworth) tiene un problema aparentemente irresoluble, casi ético: los cereales Kellogg’s o los Froots Loops. Desayuno, luego existo. Es un joven e inexperto oficial de la Fuerza Aérea, a punto de subirse a un helicóptero que lo llevará al corazón de la jungla filipina para su primera misión real de combate: la extracción de un agente de la JSOC (Comando Conjunto de Operaciones Especiales) secuestrado por un hiper sádico grupo de terroristas.
Su personalidad rookie no inspira la confianza de sus compañeros en la unidad de operaciones encubiertas, integrada por el sargento mayor John “Sugar” Sweet (Milo Ventimiglia), Abell (Luke Hemsworth) y Bishop (Ricky Whittle). Además, es un nivel 2 en un grupo nivel 1. Cuando el dispositivo de control de drones de Playboy queda sin señal en medio de la misión le recuerdan: “Al final del día, cuando la tecnología falla, la guerra se reduce a una cosa muy simple: un hombre matando a un hombre”. Bishop muestra sus brazos tatuados, una filosofía rústica cosida a la piel: “Bienvenido a la Tierra del Mal”.
De estos materiales está hecha Land of Bad (Rescate Imposible): selva, balas, tecnología, una misión fallida y alguna dosis de cinismo bélico. El director William Eubank hace de la guerra el rito de pasaje de un soldado sin experiencia hasta convertirse en un hombre valiente y eficaz, que se adapta a circunstancias de vida o muerte y se aferra a sí mismo para sobrevivir sin dejar a nadie atrás. El sueño húmedo de los generales norteamericanos.
Land of Bad: rescatando al soldado Liam Hemsworth
Land of Bad incorpora el otro lado del espejo de la máquina de guerra de Estados Unidos: en unas cómodas oficinas de Las Vegas, el socialmente incapaz pero experto piloto de drones Eddie “Reaper” Grimm (Russell Crowe) brinda apoyo aéreo al equipo de rescate en las malas tierras del tercer mundo.
Reaper está ubicado en un pliegue de la realidad, allí donde lo virtual se encuentra con la materialidad de la muerte: la guerra como un videojuego en el que se apuesta la vida de los soldados. Cuando la misión falla y Playboy tiene que sobrevivir en la jungla, rodeado de terroristas, Reaper se convierte en una figura paterna, psicólogo y libro de autoayuda, que vigila a su jugador a través de satélites, lo guía a través de territorio enemigo y elimina obstáculos con misiles de última generación. La conexión emocional entre los dos es lo que sostiene la película.
Eubank logra establecer un entorno realista en la primera hora: se sumerge en el caos y confusión de los enfrentamientos para capturar de forma inmersiva su intensidad y brutalidad. Pero en definitiva, Land of Bad retoma los conceptos básicos del cine bélico para un thriller de acción sin demasiadas pretensiones, que intenta ocultar la función social de estas clase de películas -la puesta en valor de la guerra como fábrica de héroes- con algunos comentarios superficiales sobre la ética de las guerras modernas y su impacto en la sociedad.
Las puertas del nuevo cielo
Por supuesto, los terroristas son sui generis, desprovistos de contexto político y de la implicancia de Estados Unidos en la geopolítica mundial. Alcanza con que sean decapitadores y torturadores seriales, que hasta se pueden permitir alguna provocación moral: “Bienvenidos a nuestro Guantánamo”. Pero estas acotaciones no parten de una búsqueda humanista del director, sino que enmascaran la verdadera denuncia de la película: el ejército estadounidense no apoya lo suficiente a los verdaderos héroes, muchachos que se juegan la vida en tierra hostil para hacer de este mundo horrible un lugar mejor (en un clímax lisérgico, un montaje alternativo muestra a un soldado mientras es torturado y otro hace las compras en un supermercado).
Land of Bad parece surgida de algún continuo tiempo-espacio paralelo con el cine de acción de los 80’s y principios de los 90’s, que aumenta la cantidad de sangre y violencia física en el tercer acto, cuando ya la verosimilitud es un mal recuerdo para lo que queda de la historia, una trampa narrativa que intenta combinar acción lírica con diálogos desordenados y asaltantes. Lo que queda, es una línea que explica cómo el uso de la tecnología es opuesta a la naturaleza bárbara de la guerra: “lápiz de labio en un cerdo”.
Ellos cuidan por vos las puertas del nuevo cielo.