Crítica Sweetpea | La comedia negra que explora los límites entre el aislamiento y la violencia

La serie Sweetpea, protagonizada por Ella Purnell, ofrece una visión cruda sobre la soledad, la búsqueda de reconocimiento y la violencia como respuesta existencial.
3.5/5

Desde el primer momento en que conocemos a Rhiannon Lewis (Ella Purnell), la protagonista de Sweetpea, la serie de 6 episodios creada por Kirstie Swain, nos encontramos ante una mente desequilibrada. La lista de personas que desearía matar no es un simple inventario de molestias cotidianas: es el mapa de una frustración tan profunda como silenciosa, una cartografía del desencanto.

Rhiannon, con su figura frágil y su carácter apenas perceptible, es una sombra que se desplaza por los márgenes de su propia vida. Su existencia parece una nota al pie en la realidad de los otros. El aislamiento y la falta de personalidad como clausura emocional, un estado de ánimo que la empuja, lentamente, a un territorio sin retorno.

La fantasía homicida es tan universal como inofensiva, porque rara vez traspasa el umbral del pensamiento. Pero ¿qué sucede cuando la línea entre imaginar y actuar se desdibuja? ¿Qué pasa cuando las frustraciones cotidianas, las pequeñas violencias del día a día, encuentran un canal directo hacia la venganza real? Es en esa frontera donde se sitúa Sweetpea, una serie que no intenta simplemente cruzar la línea que divide lo normal y lo patológico, sino que quiere destruirla.

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Ella Purnell como Rhiannon Lewis en Sweetpea

Sweetpea: un retrato de la invisibilidad y la violencia

La muerte de su padre es el primer desgarro en ese tejido invisible que mantenía a Rhiannon unida, aunque precariamente, al mundo. Su hermana Seren (Alexandra Dowling), desprovista de empatía, no es más que un espectro emocional que refuerza el sentido de orfandad. Pero la verdadera ruptura ocurre cuando Julia (Nicôle Lecky), la acosadora de su infancia, reaparece en escena como un símbolo de una violencia sistemática que marcó y definió a Rhiannon como algo más que un fantasma y algo menos que una persona.

Sweetpea es la historia de una especie de sublimación sado justiciera. Los escombros de la vida personal de Rhiannon —la muerte de su padre y su perro, la pérdida de su casa, el fracaso en el trabajo— erosionan las últimas barreras que contenían sus emociones, liberando una furia que ella misma no puede comprender. El asesinato se convierte en la respuesta, no porque sea una solución, sino porque es el único acto que le ofrece un sentido de control.

La violencia no es en este caso un desvío de la lógica, es su culminación: incapaz de hablar, de exigir, de reclamar un lugar en el mundo, Rhiannon opta por borrar a aquellos que ocupan esos lugares. Cada asesinato es un gesto de expropiación, una forma de invertir las jerarquías que siempre la han mantenido en la sombra. No busca justicia, ni siquiera satisfacción: busca densidad existencial. Una sentido de presencia que sólo puede alcanzarse a través de la eliminación de los otros.

Aquí es donde Sweetpea toma distancia del típico thriller. Bajo la superficie de una trama de venganza, late una exploración mucho más oscura: ¿qué significa, en el fondo, tener agencia en una sociedad que te niega cualquier posibilidad de ser? Sweetpea no trata sobre asesinatos, sino sobre las fisuras del sujeto contemporáneo, especialmente de las mujeres atrapadas en una estructura social que les ofrece visibilidad como objetos de consumo. Lo que vemos en Rhiannon no es una polaroid de locura ordinaria: es la lógica perversa de un mundo que solo otorga poder a aquellos que están dispuestos a destruir.

La fragilidad de Rhiannon no es debilidad, sino el resultado de una vida de supresión emocional. A medida que su vida se desmorona, Ella Purnell (Yellowjackets, Fallout) transforma el vacío de su personaje en una fuerza retorcida. La Rhiannon que conocemos al principio, una mujer que se desvanece ante las miradas ajenas, se convierte en alguien que ya no necesita de esas miradas para existir. El asesinato no es una desviación moral, es un acto de afirmación. La violencia, lejos de destruirla, la consolida. No es la culpa lo que la detiene, sino el miedo a ser descubierta, a que su pequeño reino de poder se desmorone bajo la luz de la normalidad.

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Ella Purnell en Sweetpea

La relación entre Rhiannon y Julia: ¿Víctima o verdugo?

Pero lo que realmente hace que Sweetpea se eleve por encima de las convenciones del género es la dinámica entre Rhiannon y Julia, una relación que parece orbitar alrededor de la misma pregunta: ¿quién es la víctima y quién la victimaria? La serie juega con esta ambigüedad: Julia, la acosadora de la infancia convertida en una mujer exitosa, es el espejo en el que Rhiannon proyecta todos sus fracasos y todas sus ambiciones.

A medida que la temporada avanza, esa relación se convierte en una danza de poder, una coreografía sutil en la que los roles de cazador y presa se intercambian constantemente. Lo que empieza como un odio visceral, casi automático, evoluciona hacia una conexión profunda y perturbadora. Porque, en el fondo, ambas saben que no son tan diferentes.

Empoderamiento femenino o pérdida de la humanidad: el dilema de Rhiannon Lewis

Entre la comedia negra y el thriller psicológico, Sweetpea es una meditación sobre la soledad, la invisibilidad y la violencia que emerge cuando los márgenes ya no son suficientes para contener el deseo de ser. En una era en la que el número de habitantes del planeta sigue creciendo y la tecnología parece haber expandido nuestras conexiones, Rhiannon es un recordatorio brutal de que, para muchas mujeres, el espacio se sigue reduciendo. Con 8 mil millones de personas en el mundo, todo lo que ella quiere es que alguien la vea.

La serie, sin embargo, no ofrece respuestas fáciles. ¿Es Rhiannon una víctima del sistema o una representación de lo que ocurre cuando el sistema deja de funcionar? ¿Es su violencia un grito desesperado por ser vista o un eco más de la brutalidad que ha internalizado durante años? ¿Puede el asesinato, real o simbólico, liberar a alguien de sus demonios internos?

En un mundo donde la frustración y la impotencia son tan comunes, la violencia no siempre es una respuesta, pero a veces es la única que parece ofrecer algún tipo de resolución. Sweetpea deja sus preguntas flotando en el aire, sin intentar ofrecer una pedagogía barata. Porque quizás la verdadera tragedia de Rhiannon no es que se haya convertido en asesina, sino que incluso después de haberlo hecho, sigue siendo la misma mujer rota, buscando una forma de escapar de sí misma.

CRÉDITOS

SWEETPEA

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Dirección

Kirstie Swain

Guion

Krissie Ducker, Kirstie Swain, Laura Jayne Tunbridge

Fotografía

Nick Morris

Música

Isobel Waller-Bridge

País

Reino Unido

Duración

6 episodios de 45 minutos

Reparto

Ella Purnell, Nicôle Lecky, Jonathan Pointing, Calam Lynch, Leah ferguson, Jeremy Swift, Ingris Oliver

TRÁILER

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