Nowhere intenta con un mínimo de recursos producir el máximo efecto. Albert Pintó lleva todo al extremo para realizar un tour de force por los abismos físicos y emocionales de una mujer embarazada. La película corre los límites de la verosimilitud en una fantasía postapocalíptica que rápidamente se convierte en un thriller de supervivencia hard core.
La economía global ha colapsado por la crisis climática. En muchos países de Europa hay gobiernos fascistas en el poder que gestionan la falta de recursos mediante métodos extremos e intentan impedir el crecimiento demográfico encarcelando a mujeres embarazadas y niños. Mia (Anna Castillo) y Nico (Tamar Novas) escapan de España a través de unos red de contrabandistas que prometen llevarlos a Irlanda, el único país europeo que todavía vive en democracia. Pero una serie de trágicos acontecimientos separan a la pareja y obligan a Mia a afrontar sola la crisis, cruzando el océano a bordo de un container a la deriva.
Anna Castillo y la supervivencia extrema en Nowhere de Netflix
El mayor activo de Nowhere es Anna Castillo, que sostiene la película con un compromiso total con su personaje. Su perseverancia produce admiración y simpatía, pero también una sensación incómoda: el guion le arroja tanta miseria que su viaje de supervivencia se acerca a una sesión de tortura indiscriminada.
Según la actriz, “el rodaje no fue angustioso, pero sí agotador estar siempre en un estado emocional tan extremo y mantener esa continuidad de ‘conexión’. Para mí el desafío fue cómo llevar el peso y la responsabilidad de la película. Además, en un tipo de película que no me suele llegar, tan comercial. Me pareció una gran oportunidad. Y por otro lado, estaba el reto de estar en todos los planos de una película con tanta carga emocional. Y solo. Nunca me había detenido a pensar cuánto te deconstruye un compañero en el escenario. Así que hice la película para ponerme a prueba”.
En el prólogo de la película de Netflix, Pintó (La Case de Papel, Berlín, Sky Rojo) muestra una sociedad en avanzado estado de decadencia. Mientras los fragmentos de radio hablan de una escasez crónica de alimentos, las familias ansiosas encuentran su último escape en los contenedores de carga de contrabando. El “plan de acción” de las autoridades equivale al genocidio de grupos de población: ya se ha sacrificado a los ancianos y ahora es el turno de las mujeres y los niños. Para Mia los traumas se suceden a un ritmo inhumano: tras la trágica pérdida de su primera hija, Uma -un recuerdo inasimilable-, ahora el destino también la separa de su pareja.
“Mía está en un momento muy frágil porque carga con una culpa muy grande -dijo Castillo en una entrevista-. Si fuera por ella, renunciaría en más de un momento. Pero su bebé depende de ella y eso significa que no puede darse por vencida y saca fuerzas de donde no las tiene para luchar todo el tiempo”.
El problema de Nowhere es la superficialidad de su puesta en escena del género: el fundamento de una película de supervivencia es la transformación que las pruebas suponen para aquel que hará todo lo posible para sobrevivir; incluso, para las cuestiones existenciales que plantea el enfrentamiento del ser humano con sus propios límites. Nowhere se desarrolla en el nivel más trivial posible, mientras explota la desesperación en un espectáculo vacío.
Pintó no hace cine social, y probablemente sea mejor dejar de lado el análisis sobre la crisis de refugiados y simplemente apreciar Nowhere como un recordatorio del poder de la voluntad de vivir de una madre. “Sí, la gente que muere cada día en el mar es terrible -concede Castillo-. Pero esta película no se trata de eso. Ya hice ‘Mediterráneo’, que era un drama social que hablaba de Open Arms, y ‘Nowhere’ es una realidad distópica. El régimen totalitario sirve para contextualizar al personaje y entender qué hace esta chica huyendo en el contenedor“.
El hecho de que la película nunca se desvíe por completo de su premisa, a pesar de su frágil escenario, se debe enteramente a su poderosa sobreviviente.
Nowhere está disponible en Netflix.