Emancipación: Hacia la Libertad de Antoine Fuqua con Will Smith
Durante más de 70 años, la esclavitud fue para Hollywood el territorio de lo irrepresentable, un pasado demasiado traumático que era necesario corregir: el cine no mostraba látigos, abusos o crueldad, sino una relación casi familiar entre los dueños y los esclavos domésticos, sostenida por dos prototipos: el personaje del Tom -conforme con el lugar que Dios le dio en el mundo, la encarnación del discurso del amo- y la Mummy -carácter fuerte, una ignorancia tierna, buena con los hijos ajenos, obesa para no competir con su dueña ni tentar a su dueño-.
Desde la adaptación de Edwin Porter de 1903 de La Cabaña del Tío Tom hasta Lo que el Viento se Llevó, desde ese porno para supremacistas blancos sobre las consecuencias de la abolición de El Nacimiento de una Nación a esa especie de paraíso interracial lleno de armonía, paz y canciones de Canción del Sur de Disney, lo esclavos de las plantaciones de algodón del deep south eran parte del paisaje, buenos bailarines, cantantes amateurs de un gospel colectivo, inferiores llenos de historias edificantes sobre el equilibrio racial que Lincoln llegó para romper.
En los últimos años la iconografía esclavista del cine cambió drásticamente: 12 años de Esclavitud y Django Desencadenado mostraron los horrores del pasado con un hiperrealismo de saturación que ponía en escena un teatro de crueldad sádico e impúdico, con héroes individuales que subvertían el orden social. Emancipation (Emancipación) continúa esa línea narrativa, pero sin la desmesura de Quentin Tarantino ni la sofisticación de Steve McQueen, para hacer un thriller de supervivencia con el telón de fondo de la esclavitud como excusa ideológica.
Will Smith: la máquina sufriente
La película de Antoine Fuqua es la historia de un hombre que no cambió el mundo, pero su foto sirvió para mostrar lo enfermo y cruel que era. Esa foto se tituló Whipped Peter (Peter Azotado), se publicó por primera vez en la revista Harper’s Weekly durante la Guerra Civil de EE. UU. y sirvió al movimiento abolicionista como evidencia sólida del sadismo de la esclavitud.
1863. En el norte, Lincoln acaba de proclamar el fin de la esclavitud. Pero el sur tiene planes más conservadores. Peter (Will Smith) es un esclavo que debe abandonar a su familia cuando es vendido para que trabaje en la construcción del ferrocarril. Allí escucha las noticias de que a pesar de las cadenas, de la explotación, la tortura y la violencia psicológica que sufre, es libre. El ejército Confederado está a un pantano y cinco días de distancia. Tras una breve rebelión, emprende su marcha hacia la libertad.
Will Smith está enorme en su papel de máquina sufriente pero agradecida a Dios, con su familia como motor para transformarse en un héroe indomable que para llegar a destino no sólo debe superar a sus perseguidores, sino también a la naturaleza. Pero Fuqua está menos interesado en sus personajes y en la historia que en hacer una película de acción, con una fotografía apagada -y por momentos exquisita- para disimularlo. Emancipación no es un drama con algo nuevo que decir, es un thriller superficial y un retrato unidimensional de esclavos y esclavistas.
A pesar del compromiso de Will Smith, Peter nunca es más que un símbolo de los muchos hombres y mujeres que fueron salvajemente abusados. El traficante de Ben Foster comienza con un aura amenazante, pero se vuelve demasiado estereotipado como para dejar una impresión duradera. Emancipación termina siendo sólo otra película sobre la esclavitud, más obsesionada con mantener un ritmo vertiginoso que con contar una historia significativa, más interesada en los horrores estéticos de la esclavitud que en la complejidad del acto humano de perseverancia.
Emancipación: Hacia la Libertad está disponible en Apple TV+.