Crítica Vista por Última Vez con Gerard Butler
El cine independiente produce algunas de las mejores películas cada año: historias mínimas o complejas, de varios niveles de lectura, que exploran la esencia transitoria del ser humano o de los temas contemporáneos. Su problema es cuando no tienen personalidad: cuando hacen mal y barato lo que el mainstream hace bien y con grandes presupuestos.
Last Seen Alive (Vista Por Última Vez) es la puesta en escena de una metamorfosis: la de un hombre normal convertido en un vengador solitario tras la desaparición de esposa. La película comienza como una reminiscencia de Spoorloos (Desaparecida, George Sluizer, 1988), el thriller de suspenso definitivo de los 80’s. Will (Gerard Butler) intenta una reconciliación de último minuto con Lisa (Jamie Alexander), que ya decidió volver a vivir con sus padres para darle aire a un relación desgastada. Cuando paran en una estación de servicio a cargar combustible, ella entra a comprar agua y desaparece. La tensión aumenta con el paso de los minutos. Nadie parece haberla visto.
La introducción de la película le permite a Butler ser un esposo desafortunado con una buena dosis de ira e impaciencia. Pero al director Brian Goodman no le interesa elaborar un misterio, sino justificar la transformación del personaje: después de que la policía y la familia de Lisa tomen a Will como el principal sospechoso, comienza la espiral de decisiones improbables para lo que es el alma de Vista Por Última Vez: una sobredosis de violencia, que mantiene una relación demasiado flexible con la verosimilitud dentro de una estética realista.
Spoorloos es una obra maestra del suspenso es por el trabajo narrativo que dosifica la información para que sepamos más que el protagonista, al tiempo que revela de manera gradual secretos oscuros del pasado que hacen avanzar la historia de manera intrigante, hasta llegar al clímax saturado de exasperación en el que una persona viva es enterrada en un ataúd (una secuencia antológica del cine, que Tarantino utilizó en Kill Bill 2).
Pero Vista por Última Vez anestesia el dramatismo de sus premisas: en la primera escena, el secuestrador ya confesó el crimen a la policía; el desarrollo de la película no promueve conspiraciones elaboradas; y los continuos flashbacks de los días en los que Will y Lisa eran pareja intentan que la historia se vuelva emocional, pero ella se ha olvidado de transmitir cualquier rastro de humanidad y calidez.
El tema de la desaparición de mujeres ha creado monumentos dentro de la historia del cine: L’Avventura (La Aventura, Michelangelo Antonioni, 1960) marcó la modernidad al ausentar a la protagonista a la media hora del film y hacer de su búsqueda menos importante que la deriva existencial de quienes la buscan; Spoorloos (George Sluizer, 1988) llevó la tensión y la perversión a su siguiente nivel; Gone Girl (Perdida, David Fincher, 2014) puso en escena la inteligencia, el resentimiento y la autodestrucción dentro de una pareja quebrada.
Pero si estas películas tenían un subtexto cargado de una crítica a los valores éticos de la sociedad, Vista Por Última Vez revela una ideología hiperconservadora, que parece salida de la era Reagan: Will es un millonario, que al no poder confiar en las instituciones civiles, debe hacer justicia por mano propia. Un héroe solitario que se enfrenta a la clase trabajadora que intenta extorsionarlo. Para completar el cuadro, debe ingresar a un laboratorio clandestino de metanfetamina lleno de yonquis y matones armados.
Vista Por Última Vez copia la insustancialidad del peor Hollywood. Es un culto a la testosterona básico y primitivo. Butler lo da todo, pero la película no logra transmitir la desesperación y angustia de un hombre en una situación límite, sino que se conforma con ser una catálogo de clichés individualistas, una excursión hacia la nada. Las películas malas pueden convertirse en maravillas bizarras, pero a Goodman le falta ingenio y humor: lo que ha desaparecido realmente de su película, es la imaginación.