Crítica La Tragedia de Macbeth (2021) | La Invención de lo Humano

En La Tragedia de Macbeth, Joel Coen construye un mundo de sombras profundas, donde la confianza es una invitación a la traición y el amor un pacto criminal.
4.5/5

Ninguna otra tragedia de Shakespeare es tan desoladora como la Tragedia de Macbeth, y esta desolación es transmitida a través de la fantástica imaginación de su héroe. El universo de la obra, un terreno embrujado y violento llamado Escocia, es tan oscuro y aterrador como cualquier lugar de la literatura o película de terror. Esto tiene menos que ver con las brujas residentes que con una inversión total del orden moral. “Justo es sucio y lo sucio es justo.” La confianza es una invitación a la traición. El amor puede ser un pacto criminal o un motivo de venganza. El poder no está templado por la misericordia.

El mismo Macbeth, un noble que toma el trono escocés después de asesinar al rey al que había servido con valentía, encarna este nihilismo tal como es destruido por él. El mal que hace, ordenar la matanza de inocentes y la muerte de su camarada más cercano, es horrible incluso para el estándar de las tragedias de Shakespeare.

Y, sin embargo, no pierde la simpatía de la audiencia ni del lector. A medida que aumentan sus crímenes, Macbeth aumenta su sufrimiento y esa imaginación fantástica se vuelve cada vez más compleja e inventiva. Su muerte inevitable promete el castigo por sus transgresiones y el alivio de su tormento. También puede hacer que la audiencia se sienta extrañamente desprovista de una catarsis tranquilizadora.

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Denzel Washington en La Tragedia de Macbeth (2021)

La Tragedia de Macbeth, la obra maestra de Joel Coen

La afilada adaptación cinematográfica de Joel Coen -en su primer trabajo sin su coequiper y hermano Ethan-, llamada por su título completo, La Tragedia de Macbeth, evoca un paisaje de desolación apropiado, un mundo de sombras profundas y un espacio completamente en negativo. La gente deambula por pasillos de piedra vacíos o a través de páramos desiertos, observada en ángulos torcidos o desde arriba para enfatizar su alienación mutua. Las cuerdas de la partitura de Carter Burwell a veces suenan como aves rapaces, y cuervos literales interrumpen los marcos sombríos y cuadrados con estallidos de sonido de pesadilla.

Para los cineastas, Shakespeare puede ser tanto un desafío como una muleta. Si las imágenes eclipsan a las palabras, han fallado. Pero construir un espacio cinematográfico en el que el lenguaje pueda respirar, en el que tanto la extrañeza arcaica como la atemporalidad de la poesía cobren vida, exige una dosis de audacia. Las composiciones en blanco y negro de Coen y los decorados rígidos y angulosos del diseñador de producción Stefan Dechant enfatizan la irrealidad esencial de una obra que ayer y siempre ha sido desoladora. 

La Tragedia de Macbeth es una obra de teatro por excelencia, incluso los actores son famosos por su superstición al pronunciar su nombre. Y la versión de Coen, quien es inquietantemente agudo en su comprensión de la psicología humana,  es, ante todo, un triunfo del casting.

No caben dudas de que Denzel Washington es Macbeth. No solo él: el conjunto de thanes y esposas, asesinos a sueldo y sirvientes, brujas y niños es prácticamente impecable. Las tres brujas que profetizan el destino de Macbeth se reinventan como una “hermana extraña”.

Ella es interpretada por la aclamada actriz de teatro Kathryn Hunter, quien rompe, retuerce y contorsiona su cuerpo con un efecto aterrador y memorable. Stephen Root, en una sola escena como Porter, lleva el asunto del regicidio y sus consecuencias al reino de la comedia, aunque solo sea por un par de segundos. Alex Hassell interpreta a Ross como un modelo perfecto de cinismo cortesano, siempre complaciente y en quien nunca se puede confiar. El Banquo de Bertie Carvel y el Macduff de Corey Hawkins llevan la carga de la decencia humana con el sentimiento apropiado.

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La Hermana Extraña: Kathryn Hunter en La Tragedia de Macbeth

Poder, amor y locura en La Tragedia de Macbeth

Cada escena es una mini clase magistral en el arte de la actuación, pero La Tragedia de Macbeth es efectivamente el retrato de una pareja poderosa que desciende a la locura por el poder. La locura se manifiesta de diferentes maneras. Lady Macbeth (Frances McDormand) a veces se reduce a una caricatura de la villanía femenina: ambiciosa, intrigante, hábil en la manipulación de su marido vacilante. McDormand capta la raíz maquiavélica de la motivación del personaje y el frío pragmatismo con el que la persigue. Pero su Lady Macbeth también es una apasionada, no solo de la corona de Escocia, sino del hombre que la portará. Su devoción singular y abrumadora pertenece a su esposo.

Los Macbeth pueden ser intrigantes políticos despiadados, pero hay una ternura entre ellos que los desarma y que los hace más reales, más interesantes que los políticos más cautelosos y diligentes que los rodean. Lo que nos lleva de vuelta a Washington, cuya trayectoria de soldado cansado y tímido a maníaco delirante que se inmola a sí mismo es asombrosa de contemplar.

Mientras que Lady Macbeth ha elaborado las cuentas morales por adelantado, racionalizando el asesinato de Duncan (Brendan Gleeson), su esposo percibe la enormidad del crimen solo después del hecho. La culpa de Macbeth es parte de lo que lo impulsa a matar más: “La sangre tendrá sangre”. Macbeth de alguna manera entrelaza su creciente sed de violencia con la desesperación, en un tejido desgarrador. El hombre está a la vez energizado por la crueldad y aterrorizado por su hambre por ella.

La actuación vocal de Denzel Washington es una maravilla: hierve, delira, murmura y balbucea, convocando tormentas de elocuencia a partir de susurros íntimos. El aspecto físico de su actuación es igualmente impresionante, desde su primera aparición, caminando con pesadez a través de la niebla, hasta su estallido final de caos furioso y condenado.

La imaginación fantástica del héroe es lo que revela la profunda desolación de La Tragedia de Macbeth. No hay consuelo en la visión de Coen, pero su rigor, y el vigor de Washington, nunca son menos que estimulantes.

CRÉDITOS

LA TRAGEDIA DE MACBETH

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Dirección

Joel Coen

Guion

Joel Coen

Fotografía

Bruno Delbonnel

Música

Carter Burwell

País

Estados Unidos

Duración

105 minutos

Reparto

Denzel Washington, Frances McDormand, Alex Hassell, Corey Hawkins, Brendan Gleeson, Bertie Carvel

TRÁILER

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