Maybe I Do (Quizás Para Siempre) es menos una comedia que un discurso saturado de nostalgia sobre la pérdida del compromiso en la era del amor líquido y el miedo a las relaciones duraderas. Es una película fuera del tiempo, de un romanticismo conservador, que pone en escena el estado de dependencia emocional de la pareja como un fin en sí mismo. Es la realización personal a través del otro: Michelle (Emma Roberts) necesita casarse para darle sentido a su vida.
Pero la realidad choca con su pretensión: su novio Allen (Luke Bracey) es más racional: ¿por qué cambiar algo en una relación que funciona bien? Además, sus padres – Sam (William H. Macy) y Mónica (Susan Sarandon) son la prueba viviente de que el matrimonio tiene fecha de vencimiento, de que el amor en algún momento se convierte en resentimiento y conformismo. A los padres de Michelle no les va mejor: Grace (Diane Keaton) está entumecida por la desatención de su esposo Howard (Richard Gere), que la engaña desde hace 4 meses con una amante: la madre de Allen. Ninguno de los dos sabe nada del hijo del otro.
Grace tampoco sabe, cuando se acerca en el cine a ese hombre profundamente conmovido por una película, que se trata del padre de Allen. Su noche juntos es un idilio asexuado hecho de palabras: algo más parecido a una sesión de terapia que a un affaire. Quizás Para Siempre es la historia de estas tres relaciones en crisis, en las que cada pareja está aburrida y desinteresada a su manera: Sam es demasiado amable, Mónica es demasiado lasciva; Howard es demasiado canalla, Grace demasiado tensa; Michelle es demasiado idealista, Allen demasiado escéptico con el matrimonio.
Cuando la joven pareja decide que ya es tiempo de que sus padres finalmente se conozcan, la película se vuelve una caricatura, que sacrifica la tensión del encuentro en favor de su parodia y un humor reflexivo sobre el estado del amor contemporáneo que nunca funciona.
Quizás Para Siempre es la adaptación de Michael Jacobs de su obra de teatro de 1978, que podría haber sido escrita en los 50’s: el autor reduce sus personajes a estereotipos cuyo único deseo en la vida son las unidades nucleares tradicionales y cristianas sin ningún desafío más allá de sus roles dentro de la familia. Es un mundo creado en el vacío: no hay trabajos, intereses, proyectos. La vida está definida por la relación con la pareja. Y es un contrato para toda la vida.
La película muestra mujeres involucionadas: la Grace de Diane Keaton es una zombie cristiana que solo desea que su marido la escuche; Susan Sarandon por lo menos parece estar divirtiéndose con la perversión de Mónica, una veterana menos empoderada que al borde del desequilibrio; Emma Roberts hace lo que puede con la unidimensionalidad y dependencia de Michelle, una chica que parece haber visto demasiado Disney Channel en su vida.
Los hombres no son menos regresivos, que traducen su fracaso en el matrimonio en un fracaso vital, y que viven entre la tristeza, la apatía y la resignación.
Quizás Para Siempre tiene elenco atractivo, que incluye cuatro actores veteranos confiables, con carreras que han roto los estereotipos sexuales de su época. Aquí quedan atrapados en un guion sin ingenio, desfasado y reaccionario. Un romanticismo vintage que no busca el debate, sino que pone en escena una forma de valorizar la institución familiar como único objetivo existencial.
Dirección y Guion: Michael Jacobs Fotografía: Tim Suhrstedt Música: Lesley Barber País: Estados Unidos Año: 2023 Duración: 95 min. Con Emma Roberts, Luke Bracey, Richard Gere, Susan Sarandon, Diane Keaton, William H. Macy.