Crítica The Power of the Dog: Lobo Suelto Cordero Atado

Crítica The Power of the Dog
Crítica The Power of the Dog | Un cowboy salvaje, lleno de carisma y liderazgo, ve como es amenazado el equilibrio de su precario Edén territorial.
4/5

Si en su obra cúlmine The Piano (1993), Jane Campion hacía llevar un piano a una isla primitiva como un último refugio de sensibilidad para no caer en la desesperación y la locura, en The Power of the Dog (El Poder del Perro) hace llevar el mismo instrumento al ambiente embrutecido del desierto para que represente la función inversa: el derrumbe psicológico de Rose (Kristen Dunsten). 

The Power of the Dog de Jane Campion

En un próspero rancho de Montana, en 1925, ella es la intrusa -como en el cuento de Borges- que se interpone entre dos hermanos. Se ha casado con George (Jesse Plemons), un aspirante a aristócrata, el lado civilizado de los Burbank. El problema es Phil (Benedict Cumberbatch), un cowboy salvaje, lleno de carisma y liderazgo, que la ve como una amenaza al equilibrio de su precario Edén, a la influencia total que ejerce sobre su territorio, sobre sus peones, sobre su hermano. Cuando Phil toca en su banjo la marcha que Rose no logra dominar en el piano, hace de la agresión un arte: una humillación simbólica que es puro desprecio y de la que ya no hay vuelta atrás. 

Phil es un buller, un maltratador crónico necesitado de atención. Pero debajo de la fachada de violencia y abuso, de hipermasculinidad simulada, hay un ser nostálgico, que sufre en secreto la muerte de su mentor, quizás algo más: un cowboy muy fisicoculturista, tapa de las revistas gay que Phil guarda en un rincón oculto del bosque.

critica the power of the dog
The Power of the Dog

Si Peter (Kodi Smit-McPhee), el hijo adolescente y sensible de Rose, fue víctima de su acoso, cuando las bromas se generalizan en el resto del rancho Phil lo toma bajo su protección. El clima de la película se enrarece. Hay todo un juego de identificación y sospecha, de ingenuidad y ocultamiento en esa relación, que aumenta la sensación de peligro inminente en el ambiente tóxico que Phil ha creado. 

Todo funciona: la fotografía limpia e imponente del paisaje montañoso de Ari Wegner, la fuerza subterránea de la cuerdas de Jonny Greenwood (Radiohead) y Campion, que maneja con habilidad la narración, no dejando que ninguno de sus personajes se muestre completamente. No es una directora que explique, sino que es una directora que sugiere. El resto se lo deja a la cámara, a los primeros planos que proyectan las emociones que los protagonistas de sus películas intentan esconder. Esta es una de las mejores películas del año. Jane Campion va en busca del Oscar Fin de la crítica The Power of the Dog.

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