Critica M3GAN (2022)
M3GAN empieza con un publicidad. El anuncio es para el último producto de juguete de Funki: animales robóticos parlantes que, tal como los Tamagotchi, requieren alimentación y atención constantes por parte de sus jóvenes dueños. La pequeña Cady (Violet McGraw) lo está viendo en su tableta y jugando con su propia PurfectPetz en la parte de atrás del auto familiar camino a unas vacaciones de esquí, cuando un quitanieves embiste el vehículo en el que viajan matando a sus padres.
Víctima de un trauma emocional importante, Cady se muda con su tía Gemma (Allison Williams), quien está sobrecargada de trabajo y no está preparada para ser madre, incluso si su trabajo como ingeniera de robótica para la compañía de juguetes Funki la hace al menos parecer la mejor opción posible para el rol. Incapaz de hacer frente a la situación con su sobrina, Gemma encuentra un perverso equilibrio entre el trabajo y la vida al llevarse a casa un prototipo de M3GAN –interpretado por Amie Donald, con la voz de Jenna Davis– o Model 3 Generative Android, para que conecte con Cady y desarrolle sus habilidades con ella.
Este prototipo de robot inteligente pero inmaduro debe convertirse al mismo tiempo en madre y hermana, maestra y tutora, mejor amiga y muleta emocional de una niña rota. Todo mientras evoluciona en un entorno plagado de dolor y confusión y es evaluado por su propia ‘madre’, quien piensa en un lanzamiento comercial a gran escala del ‘juguete’, con la vulnerable Cady como parte clave de la campaña de marketing. M3GAN pronto se convierte en una parte indispensable de la nueva dinámica familiar y en un ente que absorbe toda la disfunción emocional y explotación ambiental, algo que refleja y amplifica.
M3GAN, dirigida por Gerard Johnstone (Housebound, 2014) y escrita por Akela Cooper (Malignant, 2021) a partir de una historia del maestro del terror James Wan, es una extraña mezcla de psicodrama cibernético, espectáculo de monstruos asesinos de robots y thriller de ollas en las que se hierven conejos. La historia se ubica en algún lugar entre Ex Machina (Alex Garland, 2014), la franquicia Child’s Play y Fatal Attraction (Adrian Lyne,1987). Si M3GAN es una intrusa malévola, también es un cáncer interno, que refleja los aspectos más tóxicos de las dos mujeres designadas como sus ‘usuarias principales’.
“¿Qué es M3GAN?”, preguntará un personaje, lo que hará que el androide declare que esto es exactamente lo que a ella también le gustaría saber. En su primera prueba, M3GAN funciona mal precisamente cuando se le pide que muestre “confusión”, y es esta confusión sobre su propia identidad la que la empujará a pasar de ser una creación revolucionaria a una asesina psicópata.
El hecho de que Gemma no se comprometa adecuadamente con Cady, y la negativa de la niña a enfrentar su propio dolor, son los defectos en los que se forjan las actitudes del androide, ya que la muñeca se convierte en una replica enojada y propensa a las rabietas que encarna, acomoda y proyecta todos los sentimientos agresivo que su joven pupila reprime.
A menudo se muestra a M3GAN monitoreando las emociones competitivas de las personas, mostradas desde su punto de vista como una lectura de datos estadísticos en la barra lateral electrónica, y reaccionando de acuerdo con su propia ventaja. La película hace algo similar, jugando con las emociones de la audiencia para provocar una respuesta compleja mientras la lleva en su salvaje paseo coreografiado a través del desorden doméstico. Es como una publicidad, la más manipuladora de las artes, incluso si, desde su título corporativo, el producto que M3GAN está vendiendo es algo más adulto e inquietante que un simple juguete para niños.
Dirección: Gerard Johnstone Guion: Akela Cooper Historia: James Wan Fotografía: Peter McCaffrey, Simon Raby Música: Anthony Willis País: Estados Unidos Año: 2022 Duración: 102 min. Con Allison Williams, Violet McGraw, Ronny Chieng, Brian Jordan Alvarez, Jen Van Epps, Arlo Green, Michael Saccente, Amie Donald, Stephane Garneau-Monten.