Romance y traición
Les Choses qu’on Dit, les Choses qu’on Fait (Las Cosas que Decimos las Cosas que Hacemos) es puro cine made in France: personajes con algo de intelectuales, adictos a la racionalización de experiencias propias y sobre todo ajenas, cuyo discurso oscila entre la psicología y la filosofía, entre el deseo y su represión, entre el ser y la nada.
Distintas historias que forman un relato sobre distintas formas del amor: masoquismo, ternura, posesión, traición, amour fou, hasta llegar a su expresión más pura, más difícil: la de perder el ego por la felicidad del otro. Para Emmanuel Mouret, el amor es una ecuación, y en Las Cosas que Decimos las Cosas que Hacemos propone sus variables para dar un retrato coral sobre la inconsistencia de las palabras cuando intentan decir los caprichos del deseo.
Maxime (Niels Schneider) es un traductor que quiere ser escritor que quiere escribir una novela pero no puede. Decide intentarlo en la casa de campo de su primo mayor François (Vincent Macaigne) en Avignon. Allí lo recibe Daphné (Camélia Jordana), la novia de su primo, que tuvo que viajar de urgencia a París.
“¿Sobre qué escribes, sobre el amor?” Maxime está tratando de aceptar la idea de que su mejor amigo, Gaspard (Guillaume Gouix) se coge a su ex, Sandra (Jenna Thiam), de la que no estaba enamorado, pero ahora sí. “No, escribo sobre los sentimientos”. En esa pequeña diferencia se juega la hipótesis narrativa de la película: la pareja es solo la parte visible de un juego romántico sostenido por un tercero. El deseo es el deseo del otro.
Las Cosas que Decimos las Cosas que Hacemos, el cuento moral de Emmanuel Mouret
En general, el cine francés es un cine basado en la palabra. Las Cosas que Decimos las Cosas que Hacemos retoma esta tradición, como una versión contemporánea de las películas de Éric Rohmer a través del prisma de Lacan, las de Truffaut a través de Barthes. Pero donde los maestros franceses sabían equilibrar el relato, Mauret queda siempre al borde de la saturación. Maxime le cuenta a Daphné cómo se mudó a la casa de su amigo y su ex; cómo se enamoró de ella, a pesar de que tuvieron una relación intrascendente tiempo atrás; cómo su amigo la engañaba con otras; cómo se fueron acercando; cómo traicionaron a Gaspard.
Daphné analiza. Y responde con la historia de su romance con François cuando estaba enamorada de un director de documentales para el que trabajaba, y François estaba casado. El film se estructura como pequeños cuentos morales que de a poco definen las contradicciones internas de unos personajes con fuertes convicciones sobre el amor, aunque muy capaces de transgredirlas. Pero Mouret deja lo mejor para el final: ante tanta plegaria emocional, un episodio que redime a los otros episodios, a todos los personajes, y a todos los enamorados en general: la historia de Louise (Émilie Dequenne), la esposa de François.
Las Cosas que Decimos las Cosas que Hacemos se mueve entre la ironía y la absolución. Mouret escribió un guion vintage por momentos inteligente, por momentos intenso, pero siempre con la mirada imparcial de quien sabe que el lenguaje es una forma de encantamiento, de que los sentimientos pueden ser precarios pero son absolutos, de que también hay maneras llenas de dignidad de domesticar lo inesperado.