Crítica Guardianes de la Galaxia Vol. 3 de James Gunn
Hablar del MCU en los últimos 2 años es distinto que hablar de su importancia en 2019 cuando el final de la Fase 3 cerró la célebre Saga del Infinito, aquella construcción monumental planificada por Kevin Feige sobre esa piedra basal que fue Ironman de Jon Favreau en 2008.
Si en los años 90’s -en pleno reinado de los X-men y Spider-Man con super ventas en cómics y series animadas en rotación, previo a su desembarco en la gran pantalla- ningún sueño húmedo del fandom se acercaba a que dos décadas después los Avengers iban a ser los superhéroes más populares del cine, menos posibilidades tenían los Guardianes de la Galaxia, personajes de un cómic de nicho y de segunda o tercera línea, que daban la oportunidad a su director James Gunn de darle su impronta personal, aprovechando del desconocimiento del público masivo.
Y es dicha impronta la que destacó a esta banda de mercenarios espaciales como uno de los grupos de héroes más queridos del MCU. Si la trama de cada entrega de Guardianes de la Galaxia se centra en un tema o conflicto detonante, esta no es la excepción; y si cada película fue emotiva, rodeada de un aura de nostalgia y un buen soundtrack para matizar el humor ingenioso y absurdo, esta película cumple.
La historia gira en torno a Rocket Racoon, en la que conocemos su origen trágico y a sus creadores, que buscan matarlo porque lo consideran una simple propiedad del laboratorio. Uno de los villanos es el Alto Evolucionario (interpretado con histrionismo por Chuk Iwuji), un ser despótico dispuesto a experimentar sin límites para lograr su utopía caprichosa de generar una civilización perfecta o descartarla si el resultado es defectuoso.
El otro antagonista es el esperado Adam Warlock (Will Poulter), un personaje gracioso, absurdo y en momentos digno de lástima que dista mucho de tener la impronta de su contraparte del cómic, quizás el punto de conflicto mas evidente para el fandom más purista.
El diseño de producción y efectos visuales mantiene el nivel de las anteriores entregas -en contraste a la baja calidad de las recientes películas del MCU-, y que la historia no tenga ningún nexo con la fallida Fase 4 es algo para agradecer, haciendo que esta trilogía de películas funcione de manera independiente -con el bonus track del Especial de Navidad-.
Mas allá de la larga aventura, con idas, vueltas y más vueltas en sus 150 minutos de duración, James Gunn parece dejar un mensaje subliminal en Guardianes de la Galaxia Vol. 3: así como uno tiene que dejar algo cuando cumple un ciclo y seguir adelante, los fans deberían darse cuenta que el tiempo glorioso del MCU ya pasó. Un escenario que no fue dictado por la fatiga del público con el género, sino por ese autosabotaje cargado de agenda ideológica made in Disney hacia un público que sólo quiere divertirse con sus personajes favoritos.
Ante este panorama, Guardianes de la Galaxia Vol. 3 es un oasis en medio de ese desierto sin coherencia que fue la Fase 4. Gunn ya demostró lo que puede hacer con personajes del cómic de manera exitosa y ahora se convierte en su propia vara para medir su desembarco en DC. Esperemos que cumpla nuevamente.