El mundo se podrá haber convertido en una comisaría virtual, pero la sátira mantiene sus temas fetiche: el sexo, la política y los ricos. Inspirada en la colección de cuentos del autor italiano del siglo XIV Giovanni Boccaccio, la serie El Decamerón de Netflix gira en torno a un grupo de nobles italianos que se retiran a una villa toscana para refugiarse de los horrores de la peste negra. Algunos de ellos llevan sirvientes, todos cargan secretos, imposturas, ambiciones y muy pronto su retiro campestre se ve sacudido por mentiras, conspiraciones y sexo ilícito.
El Decamerón comienza de forma morbosa y atractiva, con un carro cargado de cadáveres por las calles adoquinadas de Florencia, donde una campesina le roba las botas a un muerto antes de que lo arrojen al río. La escena marca el tono de la serie: algo un poco oscuro y tonto, al estilo de Monty Python y el Santo Grial, una referencia recurrente a lo largo de los ocho episodios.
Esta actitud hacia la muerte (la peste negra mató a un tercio de la población europea en 1348, disminuyó la calidad de vida mientras aumentaba la violencia, las revueltas populares y las masas de flagelantes salían a proclamar el fin del mundo) se combina con cierto ingenio despiadado, lujuria de telenovela, teorías religiosas lisérgicas e identidades cambiadas y sexo lésbico como atajo hacia la iluminación moral.
El Decamerón, la fantasía medieval de Netflix
Pampinea (Zosia Mamet) llega a Toscana con la intención explícita de reclamar la lujosa villa casándose con su dueño, y no va a permitir que nada se interponga en su camino, ni siquiera que el hombre en cuestión lleva muerto semanas. Otra noble, Filomena (Jessica Plummer), espera encontrar un marido durante su estancia, pero sus planes se tuercen cuando su sirvienta, Licisca (Tanya Reynolds), la empuja desde un puente y le roba su identidad. Mientras tanto, los trabajadores de la villa, Sirisco (Tony Hale) y Stratilia (Leila Farzad), intentan evitar que los invitados se enteren de que la peste negra ha llegado hasta allí.
Mamet y Hale (Veep, Arrested Development) destacan por su capacidad de encarnar personajes ridículos sin convertirlos en dibujos animados. El hecho de que ninguno de los dos aprenda nada en el transcurso de la serie les permite canalizar su energía psicótica.
El Decamerón muestra signos de verdadera humanidad en la historia del matrimonio entre Neifile (Lou Gala) y Panfilo (Karan Gil): él es gay y ella una groupie de Dios que esconde una libido furiosa. Gala y Gill ofrecen interpretaciones delicadas y sensibles, que hacen que su amor se sienta real.
Aunque fue filmada en los terrenos de un castillo italiano, El Decamerón nunca parece intentar evocar una sensación de realismo histórico. En su primera mitad, es sobre todo una comedia de placeres obscenos pansexuales que busca el absurdo antes que lo erótico o depravado. La nobleza, que hasta este punto ha sido retratada en diferentes tonos de cobardía, desorientación y crueldad, comienza a mostrar sus puntos débiles y lo grotesco deja paso a una empatía victimizante.
El Decamerón de Netflix: un réquiem para Boccaccio
El Decamerón pertenece a un grupo cada vez mayor de series (My Lady Jane, The Great, Harlots) que retratan eventos históricos desde un punto de vista contemporáneo. La banda sonora, que incluye clásicos de la generación X como New Order, Sparks y Nine Inch Nails, es típica del subgénero. Esta serie de Netflix busca algo más cómico que el atrevido tono obsceno de Bridgerton, pero es demasiado infantil para funcionar como una comedia sexual ruidosa o como una parodia de las clases altas y sus excesos.
Las observaciones de Boccaccio sobre el amor, la fidelidad, la riqueza, la moralidad y la clase (una obra que anticipó el Renacimiento con una concepción profana del hombre, ausencia fanatismo religioso y ridiculización de los ideales míticos medievales, lo que le dio un carácter antropocéntrico y humanista) no sirven para orientar la narrativa de El Decamerón de Netflix. Incluso después de que los personajes comienzan a romper con sus estrictas divisiones de clases del siglo XIV, no parecen tener mucho que decir sobre la verdadera obscenidad de la riqueza.
El Decamerón está disponible en Netflix.