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Crítica El Brindis (2020): Fragmentos de un Discurso Amoroso

Crítica El Brindis 2020
El Brindis es demasiado cínica como para caer en cualquier sentimentalismo barato de comedia romántica: usa la angustia como un estado de lucidez para deconstruir el discurso amoroso, la familia y los pequeños dramas cotidianos.
3/5

Crítica El Brindis de Laurent Tirard

El desamor como principio de realidad: una pareja que se rompe y hace del mundo un infierno de ansiedades y manías, un lugar en el que no queda espacio para nada que no sea lo que ya no está. Le Discours (El Brindis) es una comedia lúdica y psicodélica, quele toma el pulsoa las relaciones fallidas a través del monólogo interior de Adrien (Benjamin Lavernhe), un loser neurótico e hipocondríaco atrapado en una interminable cena familiar, mientras espera que su ex le conteste el puto mensaje que le mandó esa tarde. Pasaron 38 días desde que ella se fue sin dar explicaciones. 

La película es demasiado cínica como para caer en cualquier sentimentalismo barato de comedia romántica: usa la angustia como un estado de lucidez para deconstruir el discurso amoroso, la familia y los pequeños dramas cotidianos. 

El Brindis es una película en primera persona: el director Laurent Tirard hace que Adrien hable directamente a la cámara, pone en escena su flujo de conciencia como un caos organizado en el que se proyectan todos sus miedos y ansiedades. 

Su familia cree que las ventajas de la calefacción de la loza radiante son un apasionante tema de conversación. Ella sigue sin contestar. Después de que su cuñado le pida que de un discurso el día de su casamiento, la película se multiplica en tres temporalidades, en las que Adrien da una versión neurótica de su vida sentimental y familiar, en la que pasado, presente y futuro se mezclan en escenarios mentales llenos de arrepentimientos y catástrofes que detectan los cambios de humor y las obsesiones cotidianas a la espera del fatídico discurso nupcial. 

critica el brindis
Sara Giraudeau, Benjamin Lavernhe y Sébastien Pouderoux.

Lavernhe le imprime a su personaje un patetismo encantador, cuyo egocentrismo no le permite tomar distancia emocional de los hechos, pero en el fondo se puede percibir cierto autodesprecio y culpa mientras observa las contradicciones entre sus fantasías y la realidad, en un ejercicio de honestidad brutal que muestra sus debilidades y mezquindades.

Si Joyce (Ulises, 1922), Faulkner (El Sonido y la Furia, 1929) y Virginia Wolf (Las Olas, 1931) hicieron del flujo de la conciencia la vanguardia literaria con un discurso lleno de digresiones, quiebres y fugas de sentido, El Brindis es su versión postmoderna, que exterioriza la pura interioridad de esos textos para hacer un retrato lleno de cinismo e ironía sobre las relaciones humanas. 

Monólogos frente a la cámara, conversaciones en la mesa, voz en off, flashback y proyecciones mentales se alternan fluidamente para graficar la turbulencia mental de Adrien, y hacen de El Brindis una descendiente directa del tipo de comedia dramática Amélie (Jean-Pierre Jeunet, 2001), la serie Fleabag (2016-2017) y ese monumento de culto 24 Hour Party People (Michel Winterbottom, 2002). Pero donde esos relatos encontraban un equilibrio entre lo objetivo y lo subjetivo, El Brindis hace de la cuarta pared una hipótesis narrativa, que la acerca a un borde de saturación por repetición de recursos: un stand-up dramatizado.

Pero Tirard tiene el suficiente ingenio para transformar la novela de Fabcaro -un respetado artista del cómic francés- en una lúcida radiografía del duelo sentimental y en un documental sobre los tics familiares, un mundo previsible lleno de rituales, conversaciones y banalidad, para que El Brindis tome la forma de una serie de pequeños bocetos que materializan la vida sin instrucciones de uso.

Crítica El Brindis Dirección y Guion: Laurent Tirard Fotografía: Emmanuel Soyer  Música: Mathieu Lamboley  País: Francia  Año: 2020  Duración: 87 min.  Con Benjamin Lavernhe, Sara Giraudeau, Kyan Khojandi, Julia Piaton, François Morel, Guilaine Londez, Sébastien Chassagne, Sarah Suco.

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