Cuando la Miro: la ética de la mirada
Nunca miramos sólo una cosa: miramos la relación entre las cosas y nosotros mismos. Lo que sabemos o creemos saber afecta el modo en que vemos esas cosas. El problema de Javier (Julio Chávez) es que no sabe a su madre (Marilú Marini), para él “siempre fue un misterio”, un enigma fascinante, una mezcla de mito, amor y realidad. Por eso decide filmarla en una serie de entrevistas en las que ella le irá contando historias conocidas, secretos, confesiones. Es su madre, pero también es una mujer.
En su ópera prima como director, el enorme Julio Chávez hace un ensayo sobre la mirada a través de una relación doble: la del artista con su objeto y la de un hijo con su madre. Javier es un artista plástico que parece haber aprendido la lección de Alejandra Pizarnik: “la verdadera revolución consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”. Solo vemos aquello que miramos. Mirar es un acto voluntario que deja las cosas a nuestro alcance.
Javier crea imágenes que grafican este concepto: en todos sus cuadros hay un grupo de personas de espaldas que miran una realidad abstracta y psicodélica. Quizá sea una metáfora de los espectadores de cine / teatro. O de las personas que miran más allá de las apariencias de mundo. Javier sabe que hay belleza atrapada en la vida de esa mujer que no comprende y de la que quiere dejar un registro material. Un documental sobre un objeto que a su vez devuelve la mirada, que interroga, que busca su reflejo en el otro. Mirar y ser mirados, de eso se trata Cuando la Miro.
Julio Chávez, entre el reportaje y la ficción
En el cruce entre el reportaje y la ficción se juega la hipótesis narrativa de la película: los diálogos -de Javier con su madre, con su psicólogo, con su pareja, con la dueña de la galería donde exhibe su obra- toman la forma de entrevista, un mundo hecho de preguntas y respuestas con las que intenta reconstruir los bordes borrosos de su identidad. Si la mirada sostenida capta la esencia de las cosas, si una imagen es una visión que ha sido recreada, Javier busca su explicación en el valor catártico de la palabra, que no termina de anular el misterio de los seres y de la realidad.
En las entrevistas, la cámara de Javier se ubica a una distancia objetiva de su madre, pero la cámara de Chávez director está cerca de los protagonistas: llena el encuadre con primeros planos en su idea programática de captar gestos y emociones. Marilú Marini da una clase de actuación como esa eterna niña que al final de su vida reconoce sus fallas, sus deseos, su egoísmo. Chávez le inyecta a su personaje la conmovedora fragilidad emocional del que busca permanentemente alguna certeza amorosa. “Nunca me miró con la mirada que tiene una madre”.
Cuando la Miro es una película intimista, de una engañosa quietud. Los personajes miran, proyectan, juegan con el pasado, y superado ese compromiso entre la acción y la palabra regresan a ese lugar de la espera, del experimento y del fracaso, el lugar del que siempre hay que volver a partir y en el que yace, al mismo tiempo que su ausencia, la promesa de sentido. Chávez pone en escena el poder significante de la palabra y de la imagen de tal manera que cada una alcanza su propio límite que la separa de la otra y que permiten exteriorizar los procesos internos del amor.
Cuando la Miro está disponible en Prime Video.