Teoremas físicos, paradojas existenciales, doppelgängers y multiversos cuánticos: Dark Matter (Materia Oscura) de Apple TV+ es un viaje al otro lado del espejo, un descenso a la madriguera del conejo que gira alrededor de la pregunta sobre cómo cada decisión que toma una persona termina definiendo su vida. ¿Qué hubiera pasado de haber elegido otro trabajo, otra pareja, tener un hijo? ¿Mi identidad está determinada o es una construcción en permanente devenir?
Materia Oscura es una serie de nueve episodios que sabe exactamente lo que quiere ser y adónde quiere ir: las dos cosas que su protagonista no puede decidir, y donde el pasado termina de configurar una guerra consigo mismo. La adaptación del escritor Blake Crouch de su propia novela de 2016 distorsiona la realidad, de modo que cada nuevo giro se construye a partir de la lógica retorcida del anterior para dibujar una alegoría de la crisis de la mediana edad de un hombre blanco de clase media, graficada por la cita de T.S. Elliot: “Las pisadas resuenan en la memoria por el pasillo que no tomamos hacia la puerta que nunca abrimos”.
“Tenía unos 30 años”, explicó Crouch en una entrevista. “Y sentí que había estado vivo el tiempo suficiente para mirar hacia atrás, a todos los caminos que había tomado y no tomado, y comenzar a preguntarme qué hubiera pasado si hubiera hecho esto en lugar de aquello”.
Materia Oscura, el gato de Schrödinger y las realidades alternativas
Materia Oscura comienza con Jason Dessen (Joel Edgerton) enseñando física en Lakemont College de Chicago a adolescentes poco interesados en el gato de Schrödinger y las superposiciones cuánticas (una paradoja que sostiene que los objetos pueden existir simultáneamente en dos estados diferentes: vivo y muerto), momias fosilizadas en las tumbas del pensamiento pre moderno. Su vida es un cómodo y seguro cliché: vive en una zona residencial con su esposa Daniela (Jennifer Connelly) -curadora de una galería de arte-, y su hijo adolescente Charlie (Oakes Fegley).
Cuando su amigo de la universidad, Ryan (Jimmi Simpson), gana el premio Pavia por sus investigaciones en Física, una masa informe y sólida de resentimiento, envidia y arrepentimiento sale a la superficie: hace tiempo, Jason abandonó su prometedora carrera de científico por una modesta domesticidad; ese premio, con su millón de dólares, oportunidades y subsidios adjuntos deberían haber sido para él.
Mientras regresa a su casa en una noche lluviosa perfecta para la autocompasión, Jason es atacado por un hombre enmascarado, que lo droga y lo lleva a un galpón abandonado. Antes de perder la consciencia, el agresor le pregunta: “¿Sos feliz con tu vida? ¿Alguna vez te has preguntado qué más podrías haber sido?”. Jason despierta rodeado de un equipo de médicos y científicos -liderados por Leighton (Dayo Okeniyi) y la psiquiatra Amanda (Alice Braga)- al borde de un orgasmo colectivo: lo conocen, lo felicitan, le preguntan qué hizo los 14 meses que estuvo desaparecido. Él no tiene idea de qué están hablando.
En esta realidad alternativa, Jason Dessen se convirtió en un científico celebrity, fundador de un prestigioso laboratorio de ingeniería, ganador de premios, inventor de una cámara hermética capaz de materializar la paradoja de Schrödinger: convierte a la persona en una superposición en cualquiera de las infinitas realidades adyacentes que se originan en cada decisión que tomamos. Pero Dark Matter no explota la tentación de asumir el propio deseo: Jason descarta de inmediato este universo hecho del mismo material que sus fantasías. En cambio, comienza a buscar respuestas: ¿Quién hizo esto? ¿Qué pasó con su antigua vida? Y, lo más importante, ¿cómo volverá con su familia?
Materia Oscura: lo que somos y lo que no pudimos ser
Materia Oscura se convierte en un trip alucinado, atravesado por ciertas ideas sobre el matrimonio, la responsabilidad, la realización personal y el arrepentimiento por las decisiones tomadas. Con referencias a un amplio catálogo de películas –¡Qué Bello es Vivir!, Seconds, Sliding Doors, Matrix, La Fuente de la Vida-, la serie visita innumerables Chicagos alternativas -inundaciones, hambre, sequías, enfermedades y otras catástrofes urbanas-, mientras explora cómo las relaciones amorosas se componen de detalles aparentemente insignificantes, pero que construyen la intimidad y transmiten una verdadera preocupación por el otro, en contraposición a los gestos superficiales o egoístas.
Materia Oscura no escatima en las innumerables posibilidades de su premisa. Sus reglas sobre cómo funciona la trama (incluido el descubrimiento de Jason y Amanda de que sus emociones subconscientes dictan lo que hay detrás de cada puerta del pasillo) tienen sentido en el contexto de la ficción del material y crean una atmósfera compleja y saturada, sin perder de vista sus temas principales sobre el remordimiento, la codicia, el sacrificio y los peligros de intentar recuperar lo que se ha perdido.
La única opción para Jason parece ser un proceso interminable de autodestrucción. Sin embargo, incluso en esa última etapa, la serie demuestra estar arraigada en el eterno anhelo de conexión, compasión y reunión. Con ese fin, se beneficia enormemente de la participación de Edgerton y Connelly, cuyas interpretaciones matizadas y sentidas (y una química intensa, sin importar qué versión de Jason esté presente) infunden al proceso una urgencia conmovedora.
Al sumergirse en la naturaleza del deseo, la ambición y la felicidad, así como la posibilidad (o falta de ella) de convertirse en otra persona, la serie basa su acción en pensamientos y sueños identificables, incluso cuando se posiciona como una advertencia sobre cómo tratar de corregir errores y aprovechar segundas oportunidades.
Los dos primeros episodios de Materia Oscura están disponible en Apple TV+.